Autor: Ximena Ceardi LaEstrellade Valparaiso
“Sofía la caminante”, un ángel que recorre los cerros porteños
“Sofía la caminante”, un ángel que recorre los cerros porteños CEDIDAS nn verdadera oficina de relaciones públicas si se trata de conseguir insumos para sus viejos. Asíllegó hasta el alcalde Sharp, quien le iba a dejar ropa asu misma casa y hasta sacó a los ancianos a dar un paseo hacia Playa Ancha. También le había prometido la pavimentación de un terreno con una mediagua de 80 metros cuadrados, donada por Casas Chile, que está esperando poder albergar a algún anciano sin vivienda. “Parece que se achaplinó”, es lo único que dice cuando pasamos frente a la casa que todavía descansa sobre un terrenoarcilloso e irregular.
Los que no se achaplinaron fueron los bomberos de SOFÍA ZÁRATE, “LA CAMINANTE". cet, la esposa del exalcalde Pinto, quien consiguió que seabriera la Municipalidad de Valparaíso a los adultos mayores que habitan en la comuna.
DOLORES DE CABEZA El sistema queidearon funciona más o menos asf: pahales y víveres se llevan todas las semanas, los días viernes; en tanto, los catres clínicos, los colchones anti escaras y las sillas de ruedas se van rotando entre los adultos mayores que los necesiten. “Es bonita, pero noes fácil esta labor, ya que algunos abuelos están con su cabeza mala y nos reciben a garabato limpio... Hay detodo, otros nos invitan a tomar el té”, dice la voluntaria.
Un caso que la tiene muy complicada es el de ño, además de dos jóvenes del Opus Dei “que me pidieron conocer a los pobres entre los pobres y ahí justito los llevé”. Todos ellos recorren otras rutas, otros cerros, y le ayudan también en la reunión de insumos. Con nombre y apellido recuerda a Germán Domínguez, amigo del cura “Pepo”, quien llegó con un camión de frazadas un día cualquiera.
Y sele olvida el apellido, pero no el nombre ni el buen corazón de una dirigente del Senama, “María Eugenia, quien llevaba a los ancianos vagabundos de los alrededores de La Matriz a almorzar al entonces Hotel Miramar”. También tiene buenas palabras para Marina Aran: la 11? compañía de Valparaíso, quejunto a la 9compañía de Santiago llegaron ala explanada de La Matriz con siete sillas de ruedas el 15 de marzo pasado.
Tampoco seachaplinaron algunos estudiantes de los Salesianos, del Agustín Edwards, del Seminario San Rafael y del Carlos Cousiuedamos de juntarnos a las diez y meMaa dia de la mañana de un viernes soleado en el conocido 421, número quealberga la secretaría de la iglesia La Matriz y un sin número de actividades para jóvenes y adultos que quieren controlar la ingesta de drogas y alcohol, portadores de VIH, trabajadoras sexuales y mujeres objeto de violencia doméstica. Me extraña que no llegue. Sofía Zárate, 79 años, se levanta temprano, especialmente los viernes, cuando con Juanita emprenden la caminata por los cerros cargadas de bultos para repartir. Un llamado aclara todo. Está en la posta. Dice quela espere quince minutos, un alza de presión no va a impedir que realice su tarea. “Ellos me están esperando, algunos con su cabecita cuerda, otros no, pero igualmente esperan”, sostiene por el celular esta voluntaria, conocida como “Sofía la caminante”. A los pocos minutos toca la puerta del 421. Antes, ha llegado Juanita, una peruana avecindada en el cerro Toro, de mucho “ñeque” y pocas palabras, con quien realiza su ruta desde hace 15 años. Zárate no me cuenta qué la llevó a la posta, pero me confidencia que está deprimida. En febrero murió Jorge, su marido, quien las “acompañaba en estas lides y con quien compartió más de 50 años de matrimonio. Le gustaría bajarla guardia, pero no puede, hacen falta voluntarios y son más de los abuelos veintitantos quela esperan. Por eso, esta mujer pequeñita, “mandona” y “frontal”, como se defisja de lado la depresión y se convierte en una Marianela Quezada.
La anciana, que vive sola en una pieza que Zárate califica como “invivible, un asco, sin baño, y donde las heces se juntan en un tarro” fue llevada por la misma Sofía al Hospital Van Buren. Cuando le dieron el alta, la llamaron para que la fuera abuscar, pero ella sabe que es imposible y casi inhumano que vuelva al lugar donde vivía.
Por eso ha buscado ayuda en el Hogar de Cristo y Fundación Las Rosas (donde ha logrado ingresar a 19 abuelos). “Pero en este momento las listas son eternas y la violencia verbal de Marianela hace difícil que alguien quiera hacerse cargo deella”. son los pensaEstos mientos que a veces le provocan insomnio a “la caminante”, también, el saber que le queda poco tiempo este para continuar en apostolado, ya que la diabetes y los años se hacen notar. ¿Quién seguirá la posta?, “seguramente Juanita, pero no puede sola y las cosas han cambiado tanto”, se lamenta. “Recuerdo esta iglesia llenaen losochenta y noventa. Ahora quienes asisten se cuentan con el dedo de la mano. Y son puras cabezas blancas”, reflexiona.O. Sofía Zárate lleva más de cuarenta años repartiendo alimentos, cariño, pañales, sillas de ruedas y hasta catres clínicos alos ancianos postrados de Cordillera, Arrayán, Toro, San Francisco y Santo Domingo. Y SOFÍA SUBEN AL CERRO PARA ENTREGARLE AYUDA A LOS ANCIANOS QUE LO NECESITAN,