Autor: DAVID UBERTI
Las guerras arancelarias a menudo son breves. Sus legados no lo son
Las guerras arancelarias a menudo son breves.
Sus legados no lo son La incertidumbre ya ha disminuido la confianza del consumidor:La expansión intermitente de aranceles impuesta por el Presidente Trump a sus socios comerciales no tiene paralelo en la historia moderna. sector tecnológico estadounidenses de un competidor intimidante. El presidente Nixon puso fin a los aranceles en general de corta vida en 1971 poco después de que los gigantes exportadores de Alemania Occidental y Japón acordaran subir el valor de sus monedas.
A diferencia de los muchos conflictos comerciales de las décadas pasadas, ahora la Casa Blanca de Trump ha ofrecido razones contradictorias para gravar bienes extranjeros, una señal de que las guerras comerciales que se vienen podrían ser indefinidas. “El problema (actualmente) es que no está claro cuál es la petición a los otros países”, dijo Irwin.
“Es una escalada considerable”. La incertidumbre ya ha disminuido la confianza del consumidor y ha aumentado las expectativas de inflación; mientras tanto, los investigadores de la Fed de Boston estiman que las primeras propuestas arancelarias de Trump podrían agregar entre 0,5 y 0,8 puntos porcentuales a la inflación subyacente depen-diendo de la respuesta de los importadores estadounidenses. En Wall Street, los inversionistas que antes consideraban la retórica comercial de Trump como una táctica de negociación ahora están lidiando con la posibilidad de que haya vías de salida limitadas más adelante.
El mercado bursátil se ha visto severamente afectado durante el ú l t i m o m e s y l a exención de un mes de la Casa Blanca para muchas importaciones canadienses y mexicanas el jueves de la semana pasada no detuvo la hemorragia.
Trump a veces ha anunciado aranceles del 25% para la mayoría de productos de esos países, como también gra-vámenes adicionales del 20% a China, como parte de un esfuerzo para detener el flujo de fentanilo y migrantes hacia EE.UU.
En otras ocasiones, funcionarios de gobierno han descrito los impuestos a las importaciones co-mo medidas para dar un impulso a la manufactura nacional y a los ingresos de gobierno, objetivos que, según los economistas, se contraponen. El Presidente ha comparado su enfoque con un paradigma del siglo XIX que existía antes de que las cadenas de suministro internacionales y la inversión extranjera se extendieran rápidamente.
En un discurso ante el Congreso, el mandatar i o d e s c r i b i ó l o s aranceles como un medio para proteger los empleos estadounidenses junto con “proteger el a l m a d e n u e s t r o país”. “Habrá una pequeña alteración, p e r o e s t a m o s d e acuerdo con eso”, agregó. “No serámucho”. Los economistas generalmente creen que la política comercial de Trump era más del tipo perro que ladra no muerde la primera vez. Aun así, los aranceles a las materias primas y bienes de con-sumo anunciaron una nueva era de proteccionismo estadounidense que el gobierno de Biden extendió en gran medida. En 2018, los impuestos a las importaciones de aluminio, acero y otros productos apuntaban a traer la manufactura de vuelta a casa, a veces con éxito.
Los aranceles a las lavadoras crearon alrededor de 1.800 empleos en empresas como Samsung, según un estudio que se publicó en American Economic Review, pero le cuestan a los consumidores alrededor de US$ 1.500 millones anualmente, o más de US$ 800 mil por empleo.
Estados Unidos puede ser la economía más grande del mundo, pero no es tan grande como para obligar a los proveedores extranjeros a absorber el costo de los impuestos a las importaciones, afirmó Christine McDaniel, investigadora sénior de Mercatus Center en la Universidad George Mason. “Estados Unidos absorbió más de la mitad de esos aranceles”, indicó.
“No tenemos tanto poder en la fijación de precios como se podría pensar”. El gobierno de Biden moderóALTERNATIVASLos impuestos a los suministros canadienses a veces aumentaron tanto los precios que las empresas estadounidenses recurrieron a importaciones de lugares tan lejanos como Chile, Austria y otras partes. SWENGREBMOOLB / NEHSIALIQalgunos de los aranceles de la era Trump sobre las importaciones de países aliados.
Pero siguieron vigentes muchos de los gravámenes enfocados en China, lo que sugiere que “es más fácil subir los aranceles que bajarlos”, aseguró Jack Zhang, profesor de ciencias políticas y quien dirige el Laboratorio de Guerra Comercial en la Universidad de Kansas. “La lección del proteccionismo es que se termina con grupos de interés atrincherados”, señaló, y agregó que la complejidad crece cuando los gobiernos toman represalias. En países que están a ambos lados de las guerras comerciales, las industrias protegidas “lucharán como nunca para mantener los aranceles”. Algunas guerras comerciales estadounidenses han durado décadas; por ejemplo, el llamado Impuesto al Pollo. Después de que los países europeos aplicaran impuestos a los pollos criados en EE.UU. a principios de la década de 1960, el presidente Lyndon B. Johnson en represalia aplicó un arancel que incluía a las camionetas pick up fabricadas en plantas similares a Volkswagen. Desde entonces, la medida ha apoyado la manufactura nacional de vehículos, dicen analistas, pero también ha limitado las opciones y aumentado el precio para los compradores de automóviles. Los efectos dominó se pueden extender más allá de las fronteras estadounidenses.
En una disputa de más de 40 años por la madera blanda, los impuestos estadounidenses a los suministros canadienses a veces aumentaron tanto los precios que las empresas estadounidenses recurrieron a importaciones de lugares tan lejanos como Chile, Austria y otras partes, observó Daowei Zhang, decano adjunto de investigación de la Facultad de Silvicultura, Vida Silvestre y Medio Ambiente de la Universidad de Auburn.
“No solo está pagando un precio más alto, sino que también la volatilidad del precio de la madera aumentó considerablemente”, señaló Zhang, y agregó que los efectos se extendieron a las empresas constructoras, a las firmas de remodelaciones y a los propietarios de viviendas estadounidenses. “Las personas no pueden hacer un plan”. Artículo traducido del inglés por “El Mercurio”. CONTENIDO LICENCIADO POR THE WALL STREET JOURNALLos aranceles del presidente George W. Bush sobre los productos de acero estuvieron vigentes menos de dos años. Su impacto en la economía probab l e m e n t e d u r ó m u c h o m á s tiempo.
Diseñados para proteger a la asediada pero políticamente influyente industria siderúrgica estadounidense, los aranceles que se aplicaron en 2002 elevaron los costos para las empresas que utilizaban acero en las piezas de automóviles, estampadoras de metal y más.
Aunque los aranceles se anularon al año siguiente, las empresas afectadas se volvieron menos competitivas en el futuro mientras trataban de vender sus propios productos en el extranjero, señaló Lydia Cox, profesora de economía de la Universidad de Wisconsin en Madison. Las empresas lo pasaron mal. Los empleos desaparecieron. “Los efectos realmente se extendieron”, agregó Cox. Su investigación sugiere que persistieron durante media década después de que los aranceles de Bush se levantaron. La expansión intermitente de los aranceles del Presidente Trump sobre los principales socios comerciales no tiene símil en la historia moderna. Sin embargo, el pasado aún puede ser instructivo. Las disputas comerciales anteriores por todo, desde semiconductores hasta madera y pollos, a veces se han arrastrado durante décadas, sacudiendo los mercados internacionales y subiendo los precios al consumidor. Ninguno de los presidentes que aplicaron esas políticas apostó por el proteccionismo hasta el punto en que lo ha hecho Trump. Sus medidas cubren una serie de productos: cerveza de México, juguetes hechos en China y aviones canadienses. Los economistas temen que el enfoque de Trump pueda desatar fuerzas que tengan consecuencias no intencionales que se extiendan mucho más allá de su período presidencial. “Este es el cambio más grande en la política arancelaria que hemos visto en la historia reciente”, afirmó Cox. Washington ha tenido históricamente objetivos específicos con los impuestos a las importaciones anteriores, señaló Douglas Irwin, profesor de economía de Dartmouth College. Los aranceles de la era Reagan sobre los semiconductores japoneses estaban destinados a proteger al.