Un intercambio de la Guerra Fría
G Felipe Edwards del Río, ha arecía una operación digna de una novela de John Le Carré. El 1 de agosto, siete aviones provenientes de seis países aterrizaron en Ankara.
De Rusia llegaron el periodista Evan Gershkovich, del Wall Street Journal, el contratista de seguridad Paul Whelan, y catorce otros prisioneros políticos y de consciencia; mientras, desde Alemania, Estados Unidos, Eslovenia, Noruega y Polonia viajarona la capital turca ocho espías rusos, entre ellos VadimKrasikov, un coronel del Servicio de Seguridad Federal de Rusia (FSB) condenado a cadena perpetua en Alemania por el asesinato en Berlin del guerrero checheno Zelimkhan Khangosbvili. Todos fueron repatriados posteriormente a sus respectivas naciones, donde fueron recibidos con alfombras rojas por los presidentes Joe Biden y Vladimir Putin.
Según la escritora y académica rusa Masha Gessen, la operación nació en enero de 2022, en un encuentro en Los Ángeles, California, entre Christo Grozev, un periodista de investigación radicado en Viena, y María Pevchikh, líder del movimiento contra la corrupción en Rusia fundado por Alexsei Navalny. Grozev ganó un Oscar por su documental “Navalny”, donde, con información obtenida por Groze' Navalny llama desde Alemania a quienes intentaron envenenarlo y obtiene sus respectivas confesiones. Semanas después de esa comunicación, Navalny regresó a Rusia e inmediatamente fue encarcelado.
Inspirados por intercambios de es pías durante la Guerra Fría, uno de los cuales involucró a cuatro países y una treintena de personas, Grozev y Pevchikh discutieron cómo organizar el canje de Navalny y otros prisioneros rusos por espías rusos recluidos en Occidente. Grozev fue informado que se había enviado un equipo para asesinarlo en Viena, y optó por no volver a Austria y permanecer en Estados Unidos. James P. Rubin, delegado especial del Departamento de Estado, descubrió su situación y ofreció alojar a Grozev en su casa. Ahí el periodista le detalló su idea de un intercambio masivo. Rubin, junto a Roger D. Carstens, principal negociador de rehenes del Departamento de Estado, desarrollaron el plan y se lo presentaron al secretario de Estado, Anthony J. Blinken, quien lleva consigo una tarjeta con los nombres de más de setenta estadounidenses detenidos injustamente en el extranjero: los liberados impresos en rojo y los aún detenidos en negro. Agencias de inteligenia quelo formaron, pero el gobierno alemán era reacio a liberarlo. El En marzo de 2023, BlinEl imperativo canciller Olaf Scholzfi ken propuso el proyecto : nalmente superó la a Biden, quien lo apro MOYAÍ de librar — oposición al acuerdo bó.
A dieciséis deso de su coali La Casa Blanca derio le gobierno y pasó a llecidió dejar las negociaPISIONCFOS var una larga tradición ciones en manos de las políticos en germana que prohibía agencias de inteligencia. + 7 la intervención política respectivas, más pragRusia prevaleció en casos judiciale máticas y expeditivas que los canales diplosobre el riesgo Scholz había insistido en que Navalny máticos. En enero de.
MOFal de formara parte de cual2021, durante una cumincentivar más quier acuerdo, pero se bre en Ginebra, Biden y ello se volvió imposible Putin habían acordado pur da que sus servicios de espionaje se comuniquen entre ellos sobre temas relacionados con sus prisioneros. La pregunta para Washington era quién ofrecer, que fuera de interés para Putin, a cambio de suscautivos en Rusia. En diciembre de 2022, autoridades de Eslovenia detuvieron a Artem Dultsev y Anna Dultseva, agentes “ilegales” de SVR, la agencia de inteligencia rusa. Por años habían personificado a una pareja de argentinos, criaron sus hijos en la religión católica y sólo hablaban español en su casa.
La importancia de la pareja se reveló una semana tras su regreso a Moscú, donde fueron entrevistados en el noticiero principal de la red estatal y celebrados como héroes que “entregan sus vidas al servicio de la patria con sacrificios que una persona normal no podría comprender”. La pieza clave de la negociación fue Krasikov. La recuperación de sus agentes es fundamental para Putin para mant ner la moral y buenas relaciones con las muerte en una cárcel rusa, en febrero pasado. El canciller fue convencido por el pedido personal de Biden y el refuerzo de la relación entre sus países, así como por la magnitud del arreglo, que incluyó cinco ciudadanos alemanes y varios disidentes rusos. Se hizo vista gorda, también, a la preocupación porque el intercambio pudiese incentivar el encarcelamiento de otras personas inocentes a manos del régimen de Putin. El imperativo moral de librar dieciséis prisioneros políticos prevaleció por sobre el riesgo moral de incentivar más detenciones. Norbert Róttgen, expresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Bundestag, señaló que el estado de derecho ha pagado un alto precio, “pero es más importante que no decepcionemos a esa gente. Esto nos distingue de Putin”. Según OVD-Info, una ONG de derechos humanos rusa, quedan al menos tres mil casos de personas encarceladas motivos políticos en el país.
