Autor: FELIPE OELCKERS, DIRECTOR DE INGENIERÍA COMERCIAL UNAB
Columnas de Opinión: Entre el alivio y la cautela
Columnas de Opinión: Entre el alivio y la cautela Los 8 del buen trato Inflación a la baja: El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de junio sorprendió con una caída de -0,4%, mayor a lo proyectado por el mercado.
La inflación interanual se ubicó en 4,1%, acercándose al rango meta del Banco Central (entre 2% y 4%). Luego de un periodo marcado por aumentos persistentes y peaks que superaron los dos digitos, la noticia representa un alivio. Pero es importante no perder de vista el contexto. La caída obedece a una combinación de factores. Por un lado, hay elementos estacionales: menores precios en alimentos frescos y vestuario, típicos de esta época. Por otro lado, una demanda interna que sigue debilitada y condiciones externas favorables: una reciente apreciación del peso chileno y una baja en los precios internacionales de combustibles y productos importados, especialmente desde Asia. Estos factores han ayudado a reducir el costo de la vida en el corto plazo. La política monetaria también ha sido clave: el Banco Central ha mantenido una línea prudente, lo que ha permitido contener las expectativas inflacionarias y dar señales de estabilidad. De hecho, el mercado ya anticipa una posible baja en la Tasa de Política Monetaria en la próxima reunión del 29 de julio. Pero más allá del dato mensual, el desafio es sostener una trayectoria que combine estabilidad con crecimiento.
Porque, aunque la inflación da señales de moderación, la economía chilena aún muestra fragilidades: el desempleo femenino supera el 10%, la informalidad laboral sigue afectando a casi un tercio de las trabajadoras, y sectores como la construcción aún no logran repuntar. A esto se suma el alza proyectada en las tarifas eléctricas para el segundo semestre, que podria añadir presión al IPC en los próximos meses. En este escenario, conviene evitar lecturas triunfalistas. Contener la inflación es una condición necesaria, pero no suficiente. Lo central es qué se hace con ese espacio de estabilidad: si se transforma en una oportunidad para reactivar la inversión, fortalecer el empleo formal, apoyar a las pymes y promover un crecimiento más inclusivo. La inflación ha dejado de escalar, pero su impacto persiste en los hogares. El costo de la vida, aunque contenido, sigue siendo una preocupación real, especialmente para las familias más vulnerables. El desafio ahora no es solo mantener los precios bajo control, sino reconstruir el tejido económico y social dañado por años de incertidumbre. Una economía sana no es solo la que logra que los precios bajen. Es aquella capaz de ofrecer certezas, oportunidades y bienestar sostenible. Si la inflación da tregua, que esa calma sirva para avanzar hacia un desarrollo más justo y equilibrado. La columna de. ...