MIGUEL PIÑERA "TODO LO QUE VIVÍ NO ME LO MEREZCO"
MIGUEL PIÑERA "TODO LO QUE VIVÍ NO ME LO MEREZCO" --Ya, ¿cómo lo hacemos? ¿ Por qué no venís a tomarte una piscolita? --Pucha no puedo, Negro. Vivo en Valdivia. --¡ Qué hermoso Valdivia! La otra vez estuvimos cantando ahí en el casino Dreams: EN EL RÍO CALLE CALLE SE ESTÁ BAÑANDO LA LUNA. Linda tierra.
Ahí me voy a comer unos cruditos en la plaza... Ya, mijito lindo, ¿de qué vamos a hablar? Cantante, empresario nocturno, bohemio irremediable, personaje de farándula, leyenda urbana del carrete, amigo de todos, de Checho Hirane al Gato Alquinta, de Claudio Reyes a Charly García, y cultor de anécdotas improbables donde conviven tres pisco sours con Michelle Obama, matrimonios místicos en Santorini, Ibiza o Tahití, y futbolistas y rockstars trasnochados en bar clausurado, según él, "por exceso de Misses Chile". Sin embargo, hoy la historia es otra. Hace tres meses, su nombre apareció en un diagnóstico médico.
Leucemia mieloide aguda, un cáncer agresivo a la sangre que, según sus doctores, y a personas de su edad, le deja un margen de seis meses de vida. "Y aquí estoy... ", dice el Negro, en mitad de ese plazo, como quien sabe que la noche todavía no termina: "Más vivo que varios". Miguel Piñera Echenique nació en una familia de peso político y económico.
Su padre, José Piñera, era un diplomático democratacristiano; sus hermanos, figuras clave en la política y la economía chilena: José, ideólogo del sistema de AFP y ministro del Trabajo en la dictadura; Pablo, exdirector ejecutivo de TVN y exconsejero del Banco Central; y Sebastián, empresario multimillonario y dos veces Presidente de la República. Miguel, en cambio, nunca jugó en esa liga. Mientras sus hermanos negociaban leyes y manejaban bancos, él abría discotecas, cantaba en festivales y vivía en la bohemia. Creció en colegios de élite Verbo Divino y Saint George's, pero su vida se movió temprano a otros escenarios. Cuando su padre fue nombrado embajador en Bélgica, pasó su infancia en Bruselas. Luego, su traslado a Naciones Unidas llevó a la familia a Nueva York, donde Miguel descubrió otro mundo: la cultura norteamericana, el rock, la vida nocturna. Y, según él, también Woodstock. Si el resto de los Piñera construyó su carrera en el establishment, el Negro prefirió la música, la noche y el escenario. Eso, dice, no iba a cambiar con un diagnóstico. De hecho, no quería que se supiera. Ni siquiera se lo contó a su familia.
Después de la muerte de Sebastián Piñera, en un accidente de helicóptero en el lago Ranco en febrero del año pasado, pensó que no tenía sentido sumarles otro golpe contándoles de su enfermedad. "No quería que se preocuparan", dice. Cuando el diagnóstico se filtró, no le quedó otra que asumirlo. Y después de varios días recorriendo casas de amigos y en retiros espirituales, decidió darle su sello: convertirlo en un show, no en el sentido frívolo, sino en uno a su estilo.
Combinando medicación y sesiones de quimio, con una gira por Chile en escenarios de restaurantes, eventos privados, donde canta sus canciones, hace covers y evita selfis para no poner en riesgo su sistema inmunológico. --¿ Cómo te diste cuenta de que estabas enfermo? --Te cuento, perrito. Cuando murió mi hermano volví a la música con ganas de hacerle un tributo. Yo estaba actuando en el casino de Puerto Varas cuando sentí que me faltaba el aire. Pedí un vasito de agua, pedí una silla, me tuve que sentar para terminar el show. Y ahí yo dije: algo pasa. Al otro día tomé un avión, me metí al tiro a la clínica y ahí me encontraron el cáncer. Yo le dije al doctor que tenía que volver a actuar esa semana y me dijo: "No te vas a ir para ningún lado. Mijo, negrito, usted tiene una leucemia fulminante. --¿ Cómo fue recibir esa noticia? --Mijito lindo, imagínate, te dicen que te quedan seis meses... Pero yo siempre he sido optimista. Nunca me he echado a morir. ¿Cómo? Si todavía tengo energía, todavía tengo cosas que hacer, todavía tengo ganas de cantar. --¿ Cómo reaccionó tu familia cuando se enteraron? --Puta, perrito, lo pasaron mal. Y yo no quería eso. Por eso prefería mantenerlo en silencio, hasta que se filtró. Pero lo bueno es que me ven con la actitud arriba. Me siento bien, me he sentido fuerte. Bueno, después de cada sesión de quimio quedo medio golpeado, pero sigo de pie, sigo cantando. --¿ Te permiten tomarte alguna cosita o nada de nada? --No, compadre, cero alcohol. No puedo. Tengo que cuidarme mucho. Tengo las defensas bajas y cualquier virus me puede hacer pebre. Imagínate, toda la vida en la bohemia y ahora tengo que andar con mascarilla. Pero bueno, es lo que hay. --¿ Con quién estás viviendo? --Yo vivo solo, en un departamento. Yo tenía una casa, la casa era lo ideal, porque no tenía vecinos y como yo vivo de noche, no molestaba a nadie. Viví muchos años ahí, pero ya llegó un momento de cambiarme, sobre todo por la inseguridad. Obvio que acá no puedo meter bulla, pero a esta altura de la vida ya no canto como antes, cuando nos quedamos cantando hasta las 6 de la mañana. Ahora salgo a actuar y vuelvo a mi casa a dormir. --¿ Con la boina puesta? Una vez contaste que hasta tenías intimidad con la boina puesta. --Bueno, de repente me la saco. Pero de repente me lo pongo. No me entiendas mal. --¿ En la volada hippie nunca te dio por experimentar? --¿ Cómo? Jamás, jamás. No, jamás. Voy a morir virgen por ahí. Yo siempre con mujeres. No hay nada más lindo que la mujer, pues, perrito lindo. Usted sabe que soy un enamorado de las mujeres de toda mi vida. Me inauguré muy joven. Tenía 13 años. En Bruselas. --¿ Alcanzaste a mandarte un último carrete antes del diagnóstico? --Es que eso ha sido toda mi vida. Pero ahora mi carrete es el escenario. Y sigo siendo bohemio. Sigo viviendo de noche. --¿ Crees que la noche vuelva a ser la que reinaste en los 80 y 90? --No, nunca más. Eso no va a volver. Santiago tenía una bohemia increíble. Había muchos locales, la gente salía a bailar, había clubes de música en vivo. Hoy ya no queda nada. Principalmente por la inseguridad. La gente tiene miedo de salir. A mí me da miedo andar de noche en Bellavista. --¿ Qué recuerdo le dejas a la bohemia chilena? --Bueno, compadre, mi trabajo siempre ha sido entretener a la gente. Llevar alegría, llevar música. Y lo vengo haciendo desde que abrí mi primer boliche a los 16 años. Se llamaba La Pica del Negro. Después vinieron otros. Desde el Entre Negros hasta el Sería Tutix, pasando por el Capitán Tutix en Cancún. Perrito, en mis locales estaban las chicas más guapas, así que llegaban todos los futbolistas, los músicos, los actores. --Y ahí pasaba de todo. --De todo, po, perrito. Llegaba el Massú, el Chino Ríos, Zamorano, Salas, el Pipo Gorosito, todos pasaban por ahí. Porque estaban las minas guapas y porque yo a mis amigos los atendía con todo.
Todos mis amigos y amigas tenían chipe libre, nunca un conocido, ni amigo, ni amiga pagó algo en mi boliche. ¡Cómo iba a cobrarle a mis amigos! Si lo mejor es compartir un traguito con amigos y mujeres hermosas. --¿ Tu hermano Sebastián iba a tus locales? --Llegaba, a veces, y se subía al escenario. Le gustaba mucho cantar. Le gustaba mucho la música chilena, la ranchera, la nueva ola. Pero llegaba temprano y se iba temprano. Era más diurno. Él era Opus Dei y yo Opus Night. --¿ Te molesta que siempre se haya dicho que él te mantenía? ¿ Era así en la práctica? --Eso es un mito. Toda mi vida he trabajado. Mi padre y mi madre nos enseñaron siempre a ganarnos la vida. Tuve más de 30 restaurantes. La gente no se acuerda de eso. Los restaurantes me dejaron mucho. Y cantaba en todos los estelares.
Siempre he sido MIGUEL PIÑERA "TODO LO QUE VIVÍ NO ME LO MEREZCO" En diciembre del año pasado le diagnosticaron un cáncer fulminante, le dieron seis meses de vida y decidió convertir su despedida en una gira por todo Chile. "Me puedo morir tranquilo, pero no me voy a encerrar en mi casa a esperar", dice entre recuerdos de una vida entre bares, presidentes, misses, rockstars y la noticia de su enfermedad, recibida cuando aún no se reponía del shock tras la muerte de su hermano Sebastián. A los 70 años, el menor del clan Piñera sigue viviendo de noche, enfrentando una leucemia mieloide con quimioterapia, sin alcohol y con la boina puesta. POR ARTURO GALARCE. FOTO CRISTIAN CARVALLO "Yo tuve el privilegio de poder despedir a mis padres, a mi hermana Guadalupe, y de despedir y hacer un homenaje, un tributo por todo Chile a mi hermano Sebastián. Y ahora me estoy despidiendo yo. Pero tengo, pa rato, ¿ah?" "Si todo el mundo creyera todo lo que se ha dicho de mí, no estaría vivo. La gente cree que uno es carretero, alcohólico, drogadicto. Y yo soy súper medido". LA SE G UND A "Yo no fui presidente, no cambié el mundo, pero puse mi granito de arena para que la gente pasara buenos momentos", dice. LA SE G U ND A Con 1989 en el programa "Martes 13" junto a su hermano Sebastián, entonces candidato a senador. LA SE GUND A. MIGUEL PIÑERA "TODO LO QUE VIVÍ NO ME LO MEREZCO" austero, he ahorrado mis pesitos. Nunca he sido derrochador, siempre he sido muy austero y no me puedo quejar. Tengo una situación económica estable. --¿ Nunca te perdiste en la noche, entonces? --Nunca, perrito. Si todo el mundo creyera todo lo que se ha dicho de mí, no estaría vivo. La gente cree que uno es carretero, alcohólico, drogadicto. Y yo soy súper medido. Soy libra, tengo mi equilibrio, mi balanza, me mido, nunca en mi vida he caído en ningún exceso, ni de alcohol, ni de nada. Esos eran puros mitos que inventaban los humoristas. Para mí el mejor carrete es salir a comer rico, un buen show, andar bien acompañado, ojalá con una chica guapa, que tenga onda, que tenga sentido de humor, que tenga mundo. Siempre he tenido la suerte de conocer chicas guapas. --Y jóvenes. --Nunca he tenido una pareja más vieja que yo. Yo siempre con gente joven. La juventud te llena de energía, perrito. Claro, siempre tenía chicas mucho menores que yo. Pero todas mayores de edad, por si acaso. --Pero cuando conociste a Carla Ochoa tenía 16 y tú 42, según ha sido publicado. --No, mira, la Carlita iba mucho a mi club. Ella iba con su hermano mayor, el Pato. Y yo la conocí cuando tenía 17, pero empezamos cuando tenía 18. La familia Ochoa fue muy cariñosa conmigo y la Carlita siempre ha sido muy cariñosa, incluso con las últimas palabras que me ha dedicado ahora. No solamente de ella, sino que de todas mis ex no tengo nada que decir. Tengo a unas pololas de los años 70,80, que ya tienen su añitos y me escriben. A veces tengo que hacer memoria, si uno se olvida. Pero siempre he sido de muchas amigas. Mi gran debilidad son las chicas. No hay nada más lindo que la mujer, perrito lindo.
Usted sabe que soy un enamorado de las mujeres de toda mi vida. --Una relación como la que tuviste con Carla Ochoa, eso sí, hoy en día es muy cuestionada. --En absoluto, en absoluto, cuando yo tenía 30 años andar con una chica 10 años menor era totalmente normal. Y sigue siendo normal. De ahí viene la canción 40 y 20. Aunque ahora vendría a ser 80 y 40. --¿ Estás soltero ahora? --Siempre soltero. Ya me casé cuántas veces. Me casé, a ver, con la gringa en California, después me casé con una chilena, después me casé con una argentina, después un matrimonio místico tengo. Me casé muchas veces. Me casé de arriba a los pies de la virgen de San Cristóbal con mi tío obispo. "Miguel ¿ acepta?". "Sí, tío", le dije. Imagínate la risa. Estaban todos los invitados de mis hermanos, políticos, empresarios, y por otro lado todos los hippies. No, si tengo tantas historias.
Me pasaría de mal agradecido si me quejara de algo, con las mujeres que estuve. --¿ Por la pinta, dices? --Perrito lindo, si yo no soy muy agraciado, pero lo que tengo es la música, y creo que soy una persona cariñosa. A mi pareja siempre la he atendido como reina. Sé dónde besarlas, que es muy importante. --¿ Cómo es eso? --Hay que besarlas un día en París, otro en Dubai, otro en el caribe y después en Tahití. Ahí te la dejo. No, no, no, mira: todo lo que viví no me lo merezco. Cuando supe que tenía esta leucemia, que es como te digo de los cánceres más mortales, me di cuenta de todo lo que había vivido y me dije: ya me puedo morir tranquilo. Pero no me voy a encerrar en mi casa a esperar. Yo sigo cantando, sigo recorriendo Chile. Y lo voy a hacer hasta el último día. --¿ Recuerdas qué fue lo último que hablaron con tu hermano Sebastián? --Pucha, compadre... Me invitó al último viaje familiar que hicimos, a Punta Cana. Fueron todos los Piñera Morel. Yo fui el único Piñera Echenique, porque me querían mucho mis sobrinos. Lo pasamos increíble. Sebastián estaba feliz, disfrutando, relajado y eso me tenía contento, porque le tocó difícil, compadre. Fueron muy injustos con él.
Pero la gente con el tiempo ha reconocido su legado, y eso me deja tranquilo. --¿ Te afectó de una manera distinta su muerte por la relación que tenían? --Fue el golpe más duro de mi vida. Sebastián fue más que un hermano para mí, fue como un padre. Nosotros dos éramos los más cercanos de los seis hermanos. Hicimos tantas cosas juntos, viajamos, trabajamos, nos reímos. Y de repente, se fue. Todavía no lo supero, perrito. Va a pasar un año y para mí fue la semana pasada. --¿ Cómo crees que habría reaccionado tu hermano si estuviera vivo y se enterara de tu enfermedad? --Uf.. . Se habría preocupado mucho. Él siempre estaba pendiente de mí. Habría estado encima, llamándome a cada rato, asegurándose de que estuviera bien. Pero bueno, aquí estamos, enfrentando esto con fuerza. Como él decía, "arriba los corazones". --¿ Cómo te gustaría que te recuerden? --Como alguien que llevó alegría, me doy por pagado. Yo no fui presidente, no cambié el mundo, pero puse mi granito de arena para que la gente pasara buenos momentos. Yo creo que la gente lo ve así, igual.
Estoy tan agradecido de mi tierra, de todo el cariño que he recibido a través de mis redes sociales, este último mes, y no te voy a dar una cifra, pero son millones las personas que me escriben por Instagram, por TikTok. Nunca esperé tanto cariño, por eso estoy tan agradecido. --Una especie de homenaje en vida. --Oh, maravilloso. Yo creo que es lo más lindo que me ha pasado. Yo tuve el privilegio de poder despedir a mis padres, a mi hermana Guadalupe, y de despedir y hacer un homenaje, un tributo por todo Chile a mi hermano Sebastián. Y ahora me estoy despidiendo yo. Pero tengo, pa rato, ¿ah? Me siento bien, estoy haciendo un show completo, un show de dos horas arriba del escenario, con mi banda, lleno de energía. Espero que me dure.
Aunque si tuviera que irme ahora, me voy feliz y agradecido de la vida, de mi país, de mi familia, de mi doctor y de todos mis amigos, porque me puedo morir tranquilo, con la boina puesta y con las botas también. "Cuando supe que tenía esta leucemia, me di cuenta de todo lo que había vivido y me dije: ya me puedo morir tranquilo. Pero no me voy a encerrar en mi casa a esperar". Los hermanos Piñera Echenique: Pablo, Magdalena, Miguel y Sebastián. Después de la muerte del expresidente, Miguel dice que pensó que no tenía sentido sumarles otro golpe contándoles de su enfermedad. SER GIO A LF ON SO LO PEZ Los Piñera Echenique de niños. Miguel está a la derecha abajo, debajo de su hermano José.
AR CHIV O F A M ILIAR "La familia Ochoa fue muy cariñosa conmigo y la Carlita (con él en la foto en 1998) siempre ha sido muy cariñosa, incluso con las últimas palabras que me ha dedicado ahora". HÉ C T O R RU Z.