Autor: Carlos Peña
Columnas de Opinión: La toma de San Antonio
Columnas de Opinión: La toma de San Antonio Mirada constitucional“Y eseesel problema de años ese problema siga fondo que avecesincompetencia para signifique arrojar amiles atender necesidades Las instituciones no Urgentes escrupulosamente lasreglas”. dose alienta la creencia de que las necesidades sontítulos suficientes parareclamar bienes, también la erosionan y la pierden cuandose descuida el acceso de todoso de la mayor parte alos bienes básicos creyendo quese trata de asuntos quesólo correspondea losindividuos resolver.
Unasociedad es un entramado de instituciones (y eso obligaa contenerlas expectativas delas ), pero al mismo tiempo se trata de una empresa cooperativa en la que se debe atender a las necesidades básicas de quienes no pueden procurarse por sí mismos los bienes más urgentes, esos cuya satisfacción hace posible que los individuos puedan ser tratados en base a su esfuerzo. Y aquíestá el otro problema que estatoma de San Antonio (como otros casos semejantes) revela.
Se trata dela incapacidad de las autoridades para resolver el problema de una manera razonable, sin legitimar las tomas; peroalavezsin desatender a esos miles de personas que una vez desalojadas quedarán ala intemperie. ¿Cómo es posible que luego de cuatro o cincoallí y que como consecuencia de esa inacción el gobierno y ahoraparezca casiimpo-a la toma de San Experimenta que este caso revela:la Sblecumplirunasenten-cia judicial sin que elloocupación del cerro Centinela en San Antonio, por algo más decuatro mil familias, resume, como en un ejemplo, algunos de los problemas que experimenta la sociedad chilena. Desde luego, el inicio de la toma es significativo ensímismo. Comenzó afines del año dos mil diecinueve, cuando se proclaose dejó creer, quelasnecemó osecreyó, un título legíeran, por sí timo para reclamar bienes. Por supuesto, lasnecesidades suelen estar a la base de los derechos (en el jardín del edén los derechos carecen de todo sentido), pero ellas noson una condición suficiente para esgrimir a estos últimos.
Ello porque, entre otras cosas, en un mundo de escasez -nuestro mundolasnecesidades deben serjerarquiadas, hay algunas más urgentes que otras y en esa jerarquización influyen muchos factores distintos delas necesidades, algunos deellos individuales, a los que es necesario ponderar. Sinembargo, en los días de octubre del diecinueve y los que siguieron seagudizó esta idea de quelas necesidades configuraban, por sísolas, títulos para reclamar bienes.
Ahora cualquier soluciónAntonio -ha de haber algunaexige no validar esaidea queprivadeto-do sentido a las instituciones. a vivir en descampado? Porque ese es el probley, a la vez, cumplir ma que ahora sehaconfigurado: primero se esgrimieron las necesidades para justificar las tomas por encima delaley, ahorason las necesidades (producto esta vez delaincapacidad del Estado) las que se esgrimen para incumplir o retardar una sentencia.
Pero todos saben que no sonestavezlas necesidades las que impiden cumplirla sentencia, sinolaincapacidad y la incompetencia de quienes tuvieron tiempo. desobra para prever una solución, los culpables de que una sentencia de contenido perfec esté al borde de previsible no valer nada o muy poco, una incompetencia delas autoridades quellegóalextremo que durante largo tiempo ni siquiera parecieron saber cuál de ellas tenía la responsabilidad de hacerse cargo.
Y esees el problema de fondo quea veces experimenta el gobierno y que este caso revela: la incompetencia para atender urgentes y, la vez, cumplir esnecesidades crupulosamente las reglas. están sólo para satisfacer los deseos delas personas, por apremiantes que sean, sino también para ordenarlos, contenerlos y orientarlos. Por eso en general las personas están descontentas y riñen con las instituciones, inclusoconaquellas que consideradas imparcialmente son justas. Y es que donde hay instituciones, existe una rebaja de las expectativas, una postergación de la gratificaúltima ción, por urgente y justa que esta sea. Esta esla razón, dicho sea de paso, de por qué lasinsti suelen judiciales no ser populares. Lo que ocurre es que ellashacen valer las reglas y donde eso ocurre no hay gratificación inmediata. Hay que parafrasear a Freud: las instituciones y la satisfacción inmediata son opuestas, las instituciones producen insatisfacción. Pero, por supuesto, si las necesidades no configuran por sí solas derechos, símerecen atención delas políticas públicas. Si las instituciones pierden legitimidad cuan-. Mirada constitucional