Autor: HUGO CAMPOS MIRANDA. Peral
COLUMNAS DE OPINIÓN: Las malas noticias
COLUMNAS DE OPINIÓN: Las malas noticias Opinión Las malas noticias El otro día le escuché esta frase a un buen amigo: "La política no es unespectáculo. No es para disfrutar, noes para hacer reí. Nosési fue parte de una inspiración personal o la citó de alguien. Si pertenece a otra persona, les ruego me disculpen por no tener como citarla, mas la felicito, pues es una frase tremenda para los días que corren. Desde la antigua Grecia se reconocía al político como aquel ciuda dano que se dedicaba a los intereses públicos en general. Es decir, re presentaba fielmente a ciudadanos como usted y como yo, y buscaba, porsobre todas las cosas, garantizarel bien común. Iba al espacio pús blico, allí donde estamos todos, a servir, y no a servirse de él.
También, desde hace mucho hemos relacionado al político con la figurade una autoridad, como hemoscomentado en estas mismas pá ginas, el vocablo"autoridad' proviene del latín auctoritas, que deriva del verbo augere, que significa aumentar, hacer crecer o magnificar. Auctoritas a su vez proviene de auctor, que significa "creador u "ori ginador". Por eso hay tanta belleza en las palabras y tanto placer al re Correr la larga historia de su magnífica creación. Siguiendo esta disquisición, la autoridad y el que la ejerce es un crea dor, unalguien que origina cosas. Las hace nacer. Y como todossabemos, para crear se requiere más que deciro "decretar", como se dice hoy. La creación requiere método, trabajo, esfuerzo, planificación, medición, corrección y resultados. Y ese proceso es largo, excede la velocidad y demanda inmediata delos medios de comunicación y el vértigo de laexposición en redes sociales. Y es aquí donde la política y el político, ese que esautoridad y al que le está exigido crear, están fallando. Y fuerte.
Hay variossíntomas, pero quiero detenerme en uno:la aversión del político-autoridad porlas malas noticias, que no es otra cosa que dar lacara, enfrentar y pagar un costo cuando no se han creado las condi: ciones para garantizar el bien común.
Ejemplos hay por montones, pero uno de los más visibles es el de un alcalde (de una comuna cualquiera) que, enfrentado a un desbor de de delincuencia la suciedad o abandono de un sector de la ciudad denunciado por sus vecinos electores, el que da la cara es un funcionario de rango secundario, habitualmente el encargado de seguridad ol de aseo y ornato, según sea el caso.
Entonces lo que vemos es un traspaso del costo público de una la: bor que es propia de ese político -la de "crear". (con trabajo, método, disciplina, etc) las condiciones para enfrentarla delincuencia o lafal ta de aseo, a otro personero que los vecinos noeligieron y que tampo: co evaluarán luego en las urnas.
Sinembargo, cuandose trata de inaugurarlascámaras de seguridad o recibir equipamiento para Carabineros o nuevos camiones para el retiro de la basura, ese alcalde o seremi o director de servicio, estará consu mejor pinta, muy bien acompañado por cámaras y flashes pa: ra comunicar las buenas nuevas. ¿Qué valoramos más los ciudadanos? ZA aquella autoridad que ha ce crecer o magnifica lo que tiene asu recaudo y que preocupado por el bien común escapaz de soportar y enfrentar las malas noticias que puedan ocurrir en el proceso2¿ 0 nos hemos acostumbrado a esa poÍítica perfomática, que decreta cosas, que buscallikes y viralización, con una cuña fácil o con una idea que otros debiesen ejecutar? Elrolde autoridad necesariamente debe enfrentar, protagonizary comunicar malas noticias.
Pasar malos ratos dándole una luchasincuar telal comercio ambulante, no permitirevangelización en espacios pú blicoscon sistemas de amplificación, multar todos los quese estacio: nan sobre las veredas, combatir sin descanso las incivilidades o el cri menorganizado y la delincuencia, aunque eso genere efectos colaterales no del todo agradables, pero cubiertos bajo el imperio de la ley. No digo que esto último no sea parte del quehacer propio de aque lla autoridad, lo que digo es que tal como bien dijo mi amigo: La política no es un espectáculo. No es para disfrutar, noes para hacer refr. Quizá ha llegado el momento de exigir que vuelva a serlo que alguna vez fue: una herra mienta para servir, no para brillar. mienta para servir, no para brillar. mienta para servir, no para brillar..