Autor: Ziley Mora Penrose
Columnas de Opinión: Nada deja de existir, solo deja de aparecer
Columnas de Opinión: Nada deja de existir, solo deja de aparecer Todo lo que considero que “soy yo y mi mundo” está cambiando en su inmediatez fenomenológica. Porque son los conceptos los que crean la ilusión de continuidad. Cada momento está presente, pero es inasible.
Todo lo que en cualquier momento tomo como existente es transitorio y contingente”Todo lo decide el flujo de la conversación anterior en que nos hemos instalado y que somos parte, esa que preformatea lo que nos aparece en el mundo. En verdad, este momento -que no viene surgido de la nadaviene predefinido por el tipo de conversación histórica y previa en que estamos, esa gestada en la tradición cultural en que convivimos. Pero a fuerza de mirar con claridad y reflexionar, empezamos a ver que nuestra situación es dinámica. Todo lo que considero que “soy yo y mi mundo” está cambiando en su inmediatez fenomenológica. Porque son los conceptos los que crean la ilusión de continuidad. Cada momento está presente, pero es inasible. Todo lo que en cualquier momento tomo como existente es transitorio y contingente. De ese modo, como afirma Fernando Ibáñez, “mi existencia no es alguna cosa dentro de mí que sale de mí hacia el mundo. En realidad, no sé quién soy hasta que me doy a conocer en la actividad, y cada vez que aparezco soy alguien nuevo. Eso es asombroso porque revela nuestro potencial siempre libre”. Nuestra vida es una serie de acciones: se da simplemente en un momento presente. Cuando nosotros hacemos algo, el universo aparece. El universo aparece y desaparece en todo momento.
En su “Razonamiento en sesenta estrofas” (Yukti-sastika), Nagarjuna menciona que si el mundo de la existencia fuera real, la liberación consistiría en dejar de existir, pero que el surgimiento y la cesación de las cosas en nuestro mundo es comparable a las apariciones y desapariciones en la rutina de un mago. El sabio sabe que las cosas ni surgen ni cesan, solo aparecen y desaparecen, como si de ilusiones se tratara. Esta movilidad de las ilusiones que aparentan solidez, en parte es percatada por nuestras facultades superiores del pensamiento y la conciencia. Porque es con la reflexión que aparece la mirada sobre sí mismo, sobre lo que uno hizo, hace y hará.
Ello nos capacita para lo más decisivo que nos hace humanos: la capacidad de escoger y conservar. años sin ellos, esa elección me va a llevar a decir: “nunca conocí ni vi a mis padres siquiera Pero eso no es triste porque es verdad”, que fue justo la conclusión de un anciano ex-esclavo cubano, evaluando su existencia ante un antropólogo. ¿Qué se desprende de estos fenómenos que hoy la neurociencia verifica? Algo trascendental: el mundo hay que fabricárselo uno mismo, artesanalmente. Vale decir, como siempre tendemos a aletear crepuscularmente sobre el pantano emocional de nuestras desdichas -adonde tienden llevarnos nuestros antiguos mecanismos instintivos y sentimentales del sistema límbicose precisa que creemos una escalera de ascenso. Esto equivale a fabricarse cada uno de los peldaños que nos permitan subir y no ser y neutralizar el pantano. Peldaños de comprensión de lo vivido montados sobre una estructura de significado.
Es decir, dado que el cerebro funciona con información atrasada, requerimos de una escalera autoconstruida con destilado de sabiduría propia, de hoy, la que se accede mediante el constante re-entendimiento y evaluación escrita de la experiencia. Porque lo escrito consolida una nueva memoria, texto que cambia la química cerebral de los recuerdos, reorganizando nuevas conexiones y rutas neuronales. En síntesis, desmontando así las apariencias y no quedarnos pegados en el peligroso pozo, precisamos inventar la vida propia porque al hacerlo acaba siendo verdad. En consecuencia, se nos impone una precisa habilidad narrativa con la urgente tarea de reparar el pasado; más bien, la de redescubrir nuestro pasado. Pues el pasado nunca está quieto en nosotros. Así pues, requerimos seleccionar lo que vale la pena, reconfigurar el trillado relato biográfico, ojalá editando un tipo de saga mítica que deje contento a nuestro espíritu que se muere de asfixia en el pozo. Se tratará de hacer elipsis, evitar el repetido cuento que nos ata a un ego falso. En una palabra, de escoger un mito poderoso que nos haga vivir. Y escogemos según lo que queremos conservar.
Por tanto, somos responsables de lo que nos “guardamos en la bolsa” de la memoria, de lo que nos apetece acumular como recuerdo y ello usarlo de justificativo de nuestro vivir, de nuestro desear, ser y accionar. El verdadero tema es entonces cómo queremos vivir ahora y qué queremosescoger. Si quiero vivir entristecido hasta el final de mi vida, entonces escojo guardar recuerdos e interpretaciones de recuerdos amargos, como que mis padres me rechazaron y abandonaron en manos ajenas. Pero si escojo conservar la maravilla de haber logrado por mí mismo sostenerme, crecer y casi sin ayuda llegar a vivir sano 60.