Autor: CARLOS PEÑA
Ha llegado carta
Señor Director: Uno de los asuntos más interesan días en la sección Cartas al Director pudiera llamarse la huida de Chile: la tes que se han discutido por estos de "El Mercurio” lo constituye lo que voluntad manifestada por algunas personas de irse del país sea por inseguridad o por falta de oportunidades o por simple hastío. ¿Es correcto —no pregunto si es to— decidir irse del país cuando las o peligro acecha? útil o conveniente, sino si es correcportunidades escasean o algún A primera vista sí.
Después de todo, nadie está obligado al sacrificio o a resignar sus metas personales si la inseguridad callejera arrecia, si las oportunidades escasean o el horizonte colectivo se ensombrece ¿ Acaso, se dirá, no tiene cada uno el derecho a ¡ maginar la vida que quiere vivir y actuar en consecuencia? Así entonces, ¿por qué podría ser malo o incorrecto querer irse de Chile y ta, por medio de una carta al periódi lo, revistiendo esa decisión de protesco? Para examinar ese problema puede ser útil distinguir entre motivos y razones. No cabe duda de que hay m inseguro, el espacio público está envi con disminuir, etcétera); pero la verd para hacerlo. Y tener motivos no es otivos para irse de Chile (el país está lecido, las oportunidades amenazan adera pregunta es si hay razones o mismo que tener razones. Las razones son argumentos fundados en reglas impersonales, reglas o normas que no miran al interés individual de nadie. Luego, alguien puede tener motivos; pero carecer de razo es; El que mejor retrata esa distinción que está a la base de la cultura humana es Platón, en el diálogo Critón.
Sócrates ha sido condenado a muerte y espera en la celda la llegad la del barco que indicará el punto final de su vida cuando esté obligado a beber la cicuta (los detalles del proceso que lo llevó ahí se encuentran en la famosa Apología de Sócrates). Sus amigos lo visitan y le informan que traen una buena noticia: han sobornado a los guardias para que él pueda escapar sin peligro.
Así podrá tener una larga vida, criar a sus hijos y evitar una sentencia que parece injusta ¿ No sería conveniente huir? ¿ Acaso no lo desea? Antes de responder, Sócrates plantea a Critón los términos del asunto: "Es necesario que reflexionemos si esto debe hacerse o no.
Porque yo, no solo ahora sino siempre, soy de condición de no prestar atención a ninguna otra cosa que al razonamiento que, al reflexionar, me parece el mejor (Critón, 46, b-c). Hay que examinar si es justo, o no lo es, el que yo intente escapar.
Y si nos parece justo, intentémoslo; pero si no, dejémoslo (Critón, 48, c)”. En el conjunto del diálogo Sócrates apela a un conjunto de reglas o principios que él y su amigo Critón estiman válidos: no hay que dañar a nadie ni cometer injusticia (49, d); hay que cumplir las promesas (503); obedecer a los padres.
Si escapo, razona Sócrates, daño a la ciudad, rompo la promesa de obedecer la ley y desobedezco a la ciudad que es más que mi padre y mi madre (522). ¿Cómo podría entonces escapar? ¿ Qué razón tendría para hacerlo? Este diálogo muestra espléndidamente que lo propio de lo humano es atender a razones y no a simples motivos: cuando se tiene un motivo, hay que reflexionar si merece o no ser seguido u obedecido; en eso consiste el obrar humano y en eso (enseña más tarde Aristóteles) se diferencia del obrar de un animal no humano.
A este le bastan los motivos o los impulsos (si tiene hambre, come; si siente miedo, huye); a aquel en cambio le interesa responder otra pregunta: ¿ debo hacer aquello que quiero? ¿ Cuento con razones para hacerlo?