Autor: Juan Carlos Jobet
COLUMNAS DE OPINIÓN: Andá
COLUMNAS DE OPINIÓN: Andá A DIFERENCIA DE EN ARGENTINA, CASI TODOS LOS ECONOMISTAS CHILENOS QUE CONOZCO NO SABEN NADA DE MÉTODOS NI PRÁCTICA FINANCIERA. Eso dijo esta semana José Luis Daza. Nada, enfatizó. Por eso, según él, los economistas chilenos no se darían cuenta del descalabro que dejaría la reforma de pensiones que, con más o menos matices, la mayoría de ellos apoyó. La crítica de Daza con sus colegas chilenos es injusta, y varios salieron con fuerza a decírselo. Pero lo más interesante de la opinión del hoy subsecretario del gobierno de Milei no es su crítica a sus pares chilenos, sino su opinión sobre los economistas argentinos. Y poner algo de atención a ese halago que Daza dijo al pasar a sus colegas trasandinos permite entender mejor la reforma de pensiones chilena. Veamos.
La pregunta que uno debe hacerse al leer el posteo de Daza en X es la siguiente: ¿ Por qué si Argentina tiene tantos buenos economistas que estudiaron y saben de finanzas, la economía y las finanzas de nuestros vecinos han sido por décadas un verdadero quilombo? ¿ Cómo puede ser eso posible? Una opción es que Daza esté equivocado, y que en Argentina no haya de verdad buenos economistas que sepan de finanzas; puede que Daza exagere un poco, que se haya puesto con demasiado entusiasmo la albiceleste y haya perdido objetividad.
Claro, la forma en que cerró su posteo "VLLC" (yo tampoco sabía y tuve que preguntar qué significaba: Viva la libertad carajo! ) lo empuja a uno a pensar que sí, que tal vez sus elogios a los economistas argentinos son solo fruto de una exaltación pasajera.
Pero intuyo que Daza, un tipo culto, con muchas redes, gran economista él y que fue muy exitoso en el sector financiero (otra cosa es ser experto en pensiones, pero en fin), intuyo, digo, que Daza tiene razón: es muy probable que en Argentina sí haya muchos economistas expertos en finanzas.
Si es así, entonces la respuesta a la pregunta de por qué con tantos economistas expertos en finanzas Argentina tiene la economía y las finanzas públicas y privadas por los suelos hace años debe ser otra. Uno puede aventurar que la respuesta es esta: en Argentina, a sus numerosos expertos en economía y finanzas por décadas nadie les hizo caso. Así de simple. Porque la política argentina ha sido por años enteramente disfuncional. Y es que de poco sirven las opiniones expertas --teóricas o prácticas-sobre cualquier tema público, si las instituciones de un país no son capaces de traducirlas en legislación que transforme la realidad.
Los expertos y opinólogos pueden pasarse la vida entera teorizando y pontificando sobre qué es bueno en tal o cual tema, pero si los políticos no traducen sus consejos en políticas públicas sensatas, que perduren en el tiempo y cambien las condiciones de vida de las personas, esas discusiones serán solo eso, discusiones. Y a las personas de a pie, a quienes los líderes políticos se deben, las disquisiciones de los expertos las tienen sin cuidado. Es más, las frustran. La reforma de pensiones que aprobó el Congreso esta semana no es completa ni perfecta; vaya descubrimiento. Pero incorpora la visión de muchos expertos de diversos sectores, lo que habla bien de nuestra política.
Y porque los parlamentarios escucharon a los expertos, la reforma logra hacer bien lo esencial: consolida y profundiza la capitalización individual; aumenta el ahorro y mejora las pensiones presentes y futuras; corrige brechas de género; reduce la presión sobre las arcas fiscales, y aunque lo hace con un mecanismo que tiene problemas, aumenta la competencia entres las AFP, despejando esa sombra de club cerrado que injustamente ha perseguido a la industria por años. Pero lo más importante de la reforma aprobada esta semana son sus implicancias políticas. Y para entenderlo, basta mirar un poco nuestra historia reciente.
Los efectos más profundos y duraderos del modelo económico de libre mercado que se instauró en Chile en los 80 se generaron en los 90 y los 2000, después que la Concertación ajustó ese modelo, y al hacerlo, lo convirtió en propio. Algunos expertos en economía (o finanzas) podrán sostener que esos cambios no fueron técnicamente óptimos; discutible.
Pero incluso si fuera así, ese fue un precio a pagar que se compensó con creces con los beneficios políticos de hacerlos: esos ajustes le dieron al modelo de los Chicago Boys la legitimidad y el sustento político y social que le permitió sostenerse en el tiempo y prosperar. Eso es lo que acaba de pasar con el sistema de pensiones chileno.
La izquierda, que siempre ha anhelado hacerlo volar por los aires --cosa que consiguió en Argentina, a pesar de todos los expertos en finanzas-terminó por validarlo, nada menos que con una ministra comunista a la cabeza. Eso era impensable hace apenas un par de años. Es cierto, en política no hay victorias definitivas.
Pero cuando tus adversarios celebran como propio, con los brazos en alto, lo que en los hechos es una consolidación abrumadora de tus propias ideas y una renuncia flagrante a lo que ellos hace poco postulaban como esencial, es un error de proporciones poner el foco en las pequeñas e inevitables concesiones que siempre se deben hacer en una negociación. (Salvo, claro, que tus propósitos políticos sean debilitar a los que están de tu propio lado, que pienses que ahí están tus adversarios... pero eso es para otra columna). Una última cosa.
Que el oficialismo haya aprobado esta reforma porque necesitaba agregar algún logro a un gobierno que hasta acá no tenía nada que mostrar, o que el PC lo haya hecho basado en la esperanza de abrir la opción presidencial a la ministra Jara, no cambian en nada el contenido de la reforma ni los efectos políticos de su aprobación.
Andá La pregunta que uno debe hacerse al leer el posteo de Daza en X es la siguiente: ¿ Por qué si Argentina tiene tantos buenos economistas que estudiaron y saben de finanzas, la economía y las finanzas de nuestros vecinos han sido por décadas un verdadero quilombo?". ANÁLISIS Juan Carlos Jobet.