COLUMNAS DE OPINIÓN: La desigualdad que comienza en casa
COLUMNAS DE OPINIÓN: La desigualdad que comienza en casa El estudio “Uso del tiempo entre los ylas adolescentes adolescentes en América Latina” publicado durante durante la última semana por el Fondo de las Naciones Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) revela una realidad cotidiana pero preocupante, que limita el futuro de las nuevas generaciones: las adolescentes dedican siete horas semanales más que los varones al trabajo doméstico y a los cuidados no remunerados. En Chile, esta brecha alcanza cerca de 56 minutos diarios adicionales, tiempo que deja de ser empleado en la educación, recreación y el desarrollo personal personal de los menores. La indagatoria advierte que mientras las niñas chilenas invierten 2 horas y U minutos diarios a las tareas domésticas, los niños apenas apenas destinan 1 hora ySl minutos.
La diferencia se agudiza dramáticamente en hogares vulPropietario: La desigualdad que comienza en casa Fernando clásqucz Barrientos fvelasquez@latribuna.cl nerables, donde la brecha puede duplicarse y llegar hasta las U horas semanales adicionales, en el caso de las niñas. Esta desproporción no es neutral, ya que como advierte Roberto Benes, director regional regional de IJniccf, el exceso de responsabilidades “limita el derecho a estudiar, jugary desarrollarsc desarrollarsc plcnamente.
Las consecuencias trascienden el ámbito doméstico, en tanto que la sobrccarga de trabajo trabajo no remunerado deteriora el rendimiento académico, puede inducir al abandono escolar y perpetuar roles de género tradicionales que, a futuro, podrían condicionar las trayectorias laborales de quienes se ven desfavorecidos. María Noel Vaeza, representante de ONU Mujeres, es categórica al respecto: “Los cuídados cuídados no remunerados constituyen una de las principales barreras para la igualdad de género. Dentro de los hallazgos más relevantes del estudio consta que cuanto mayor es la brecha de género entre los padres, mayor es la tendencia tendencia de que las niñas a asuman más responsabilidades responsabilidades domésticas. Cambiar esta realidad requiere acciones decididas, como ampliar la cobertura de los servicios de cuidado infantil, especialmente especialmente para familias de menores recursos que no pueden acceder a alternativas formales. El sistema sistema educativo debe flexibiiizarsc para quienes quienes enfrentan responsabilidades de cuidado y ofrecer modalidades adaptadas y acompañamientos acompañamientos específicos. La transformación más profunda, sin embargo, debe ocurrir en el ámbito cultural. Es imperativo promover masculinidades corresponsables corresponsables desde la adolescencia, visibilizar el cuidado como trabajo valioso para ambos géneros géneros y dcconstruir los estereotipos que asignan roles diferenciados por sexo. Como bien describen los autores del estudio, la desigual distribución dci trabajo doméstico no es solo una cuestión de justicia individual, sino una barrera estructural para el desarrollo sostenible. Emparejar la cancha no es solo un imperativo ético, sino una inversión estratégica estratégica para el futuro colectivo.. . - - - - -