Autor: FELIPE HARBOE BASCUÑÁN Abogado
COLUMNAS DE OPINIÓN: Un nuevo propósito para Chile
COLUMNAS DE OPINIÓN: Un nuevo propósito para Chile La llegada de Patricio Aylwin en 1990 vino acompañada de un propósito para Chile. Un objetivo común de nuestra sociedad, al cual todos y todas fuimos llamados a contribuir.
Se trataba de consagrar la democracia como régimen político incuestionable, el respeto por los derechos fundamentales como un mínimo civilizatorio, la libertad como derecho inalienable, y comenzar a instalar un sistema de mayor protección social y equidad. Transformar a Chile en la mejor economía de Latinoamérica para atraer inversiones y con ello financiar el nuevo gasto social. Más allá de las disputas políticas de la época, lo cierto es que trabajamos para lograr ese propósito. Cada gobierno que se sucedió aportaba su grano de arena para ello.
Desde la jornada escolar completa, el AUGE, la gratuidad en educación, los tratados de libre comercio, las concesiones de infraestructura, el desarrollo sanitario, la pensión básica solidaria, y muchas otras medidas, se orientaron a lograr el propósito instalado.
Chile en 20 años logró algo que América y el mundo reconocieron --más allá de nuestra transición política--, el haber instalado un mercado pequeño como puerta de entrada de capitales europeos, asiáticos y americanos para América Latina, crecer a tasas promedio de 5,5% y disminuir la pobreza de 49% a 15%. Hoy, luego de una década política, institucional y económicamente perdida, Chile necesita un nuevo propósito. Un sueño colectivo que nos motive a trabajar duro para lograrlo en los próximos 20 o 30 años y que devuelva la esperanza de ver un futuro mejor para las nuevas generaciones. Chile puede proponerse ser equivalente a España o Portugal en 20 años. Se trata de fijarnos una meta colectiva ambiciosa, y que quienes pretendan gobernar orienten sus acciones hacia el logro de dicho objetivo. Necesitamos volver a soñar, a trabajar con sentido, a mirar una línea en el horizonte la cual alcanzar.
Para ello lo primero es asumir nuestro actual "estado de crisis" (al decir de Baumann), que se ha traducido en una caída en la calidad de la gobernanza pública, en las condiciones de seguridad, en la productividad, el diálogo político, la estética del lenguaje, el respeto entre las personas, los bajos niveles de confianza interpersonal e institucional y la pérdida de los valores comunes que nos motivan a vivir en comunidad. Nuestra crisis se puede (y se debe) superar. Debemos dejar atrás el pronóstico (condena) que el Banco Central hizo para los próximos 10 años de un 1,7% de crecimiento. Eso no es política ni éticamente aceptable, ni socialmente viable. Necesitamos torcer esa proyección con medidas de urgencia. Se trata entonces de un futuro gobierno de crisis, una selección de las y los mejores en torno a un propósito común.
Una agenda que nos muestre una visión de sociedad y un objetivo más allá del período de gobierno, y que quien lo suceda entienda que tiene que aportar también (desde su legítima visión) al mismo propósito. Así, entonces, lo que cambia pueden ser las herramientas o medios, pero nunca el propósito nacional.
Corea y Japón lo hicieron hace décadas y lograron revertir condiciones similares a la chilena y transformarse en sociedades desarrolladas en el amplio sentido de la palabra (desde indicadores, productividad y sistema político) hasta la educación, formación, disciplina y conciencia del respeto por el otro y por su sociedad como mínimo colectivo. Definieron su lugar en el mundo.
Necesitamos con urgencia un esfuerzo por encontrar nuestro propósito nacional, nuestro lugar; y para ello se requiere pensar fuera de la caja, sin calculadora e incluso en medidas que podrían ser impopulares, pero necesarias y correctas para iniciar este nuevo proceso. Solo así volveremos a soñar, a trabajar pensando en ese propósito y dejar de lado los egos, mezquindades y radicalizaciones infantiles que tanto daño nos han hecho. Chile tiene como nunca oportunidades increíbles. Tenemos lo que el mundo necesita: cobre, litio, hidrógeno verde y tierras raras.
Condiciones inmejorables para producir energías limpias, tierra para producir productos agrícolas contra estación del hemisferio norte y personas trabajadoras a las cuales hay que dotar de competencias laborales y conocimientos en nuevas tecnologías para incorporarlas a la era digital. Es de esperar que en la próxima elección presidencial se nos muestre una visión de sociedad con disposición a contribuir en la construcción de un nuevo propósito para este nuevo Chile. Un nuevo propósito para Chile "... se trata de fijarnos una meta colectiva ambiciosa, y que quienes pretendan gobernar orienten sus acciones hacia el logro de dicho objetivo. Necesitamos volver a soñar, a trabajar con sentido, a mirar una línea en el horizonte la cual alcanzar... ". FELIPE HARBOE BASCUÑÁN Abogado.