El "peligroso" líder de la ultraderecha austriaca que ganó las elecciones
Pablo Rodillo M. 6 Es peligroso”. Así lo catalogó Reinhard Heinisch, politólogo de la Universidad de Salzburgo, a Herbert Kickl, el hombre que ayer llevó al ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (Freiheitliche Partei Osterreichs, FPÓ), a ganar las elecciones en el país alpino.
Rozó el 30% de los votos dejando el segundo lugar al Partido Popular Austriaco (26,5 %, centroderecha) y tercero a la socialdemocracia (21%). Aunque difícilmente podrá ser canciller, su victoria sonó como una alerta en los partidos moderados. Apenas aparece en concentraciones partidarias ni concede entrevistas, pero su comunicación a través de las redes soci les es muy efectiva y llega a públicos de todas las edades. Como lo describe el diario The Times de Londres, “el Partido de la Libertad está ido por dos personas.
Uno es un demagogo de otro es un filósofo tímido y de voz suave que escribió una tesis de pregrado a medio terminar sobre La fenomenología del espíritu de Hegel y se salta las incómodas sesiones de investigación parlamentaria para ir a escalar montañas. Ambos hombres son Herbert Kickl, de 55 años, una figura esquiva cuyas intenciones incluso los aliados cercanos luchan por entender”. Desde Viena La vida política de Kickl comenzó en los 80 en Viena, la. Entró a estudiar Periodismo y Ciencias Políticas en la Universidad de Viena, pero tras la caída del Muro de Berlín, se cambió a Filosofía e Historia. No se tituló de ninguna de las cuatro carreras.
Comenzó a trabajar en la máquina electoral del FPÓ a mediados de los noventa, cuando el otrora líder del conglomerado, el fallecido Jórg Haider arrastró lo que una vez fue considerado un partido de derecha (a secas) a las aguas etnonacionalistas y lo convirtió en una de las fuerzas políticas más fuertes del país. Luego se convirtió en ministro del Interior después de que el Partido Popular Austriaco (recordemos, de centroderecha) formara una coalición con el EPÓ bajo la cancillería de Sebastian Kurz en 2017. Kickl se ganó rápidamente la reputación de ser un hombre de línea dura, pidiendo que todos los solicitantes de asilo del país Es admirador de Orban y Putin, y hace alusiones a Hitler. En su campaña aseguró que quiere ser “el canciller del pueblo» (Volkskanzler) y define a otros partidos políticos como “traidores al pueblo” (Volksverráter), palabras que no se escuchaban en Austria desde el II! Reich. Se "concentraran" en una solo lugar físico yliderando una campaña de control sobre el principal servicio de inteligencia de Austria, el BVT.
Pero en 2019, el EPÓ fue expulsado del gobierno y perdió más de un tercio de sus votos tras el escándalo llamado “Ibizagate", en el que Heinz-Christian Strache, el entonces líder del partido y vicecanciller austriaco, fue grabado con una cámara oculta con una mujer que hizo pasar como una sobrina de un oligarca ruso y a la que le ofreció favores de su gobierno a cambio de financiación. Ese fue el momento de Kickl. Asumió el liderazgo del partido dos años después y se propuso reconstruirlo. En eso estaba cuando llegó la pandemia del covid-19, la cual, le vino como anillo al dedo.
Al principio aprovechó la hostilidad hacia los confinamientos y las vacunas, y más tarde sededicó a atacar al gobierno de coalición conservador-verde por su manejo de la economía, la invasión rusa de Ucrania, la inmigración desbordada y la agenda climática de la cual dijo que estaba llevando al país hacia un "comunismo climático". Según la prensa austriaca, Kickl copió explícitamente su proyecto político del de Viktor Orban, el primer ministro húngaro, y sueña con sacar a Austria de la Unión Europea, prometiendo convertir al país en una "fortaleza" contra los inmigrantes y al igual que Orban, tiene una posición cercana hacia el Presidente ruso Vladimir Putin, prometiendo también poner fin al apoyo austriaco a Ucrania y vetar nuevas sanciones de la UE contra Moscú en caso de que se convierta en canciller. “El canciller del pueblo” Otra de las cosas que preocupan de Kickl a los moderados europeos es su discurso, más allá de lo que busca hacer de Austria. Y es que no tiene problema en utilizar terminología nazi.
Reiteradamente durante campaña afirmó que quiere ser “canciller del pueblo” (Volkskanzler) y describió a otras formaciones políticas como “traidores al pueblo” (Volksverráter), expresiones que no se escuchaban en Austria desde la anexión de ese país al III Reich de Adolf Hitler, Ni izquierdas ni derechas Ahora la prensa europea se pregunta: ¿ Cómo es posible que el EPÓ se haya vuelto tan fuerte solo unos años después del escándalo de El politólogo Heinisch ve razones históricas, pero también errores de la competencia. “En Austria, como en Alemania, el debate político se desarrolló a lo largo de dos ejes de conflicto, además de las cuestiones económicas. Más que izquierda o derecha, ahora se trata de tradición e identidad por un lado y progresismo y medio ambiente por el otro. Con el tema de la identidad, el EPÓ tiene un electorado fijo del 10 al 15 por ciento, sobre la base del cual pudo recuperarse”.