LOS LIBROS QUE GUARDAN LOS ECOS DE LAS OLAS
LOS LIBROS QUE GUARDAN LOS ECOS DE LAS OLAS EL RUIDO DEL MAR: LOS LIBROS QUE GUARDAN LOS ECOS DE LAS OLAS FABÍAN RIVAS El descanso y las vacaciones suelen estar hechos de mar. Ante la inevitable llegada de marzo, una opción para recuperar el olor a sal de esos días leves es la lectura de libros clásicos y novedades extranjeras y chilenos. Eso sí, no siempre es un viaje tranquilizador.
Desde que Homero lanzó a Ulises a la aventura, el mar ha sido un espacio de misterios y leyendas, y también una ruta para viajar a las profundidades del ser humano. "P or fortuna estaba en el mar, donde los días no cuentan.
Estoy aquí para distraerme", un personaje creado por el escritor italiano Cesare Pavese, el protagonista de su novela "La playa". Su nombre es Doro y con esas palabras parece atrapar el deseo que muchos tienen cuando estiran una toalla en la arena, frente a las olas.
En dicho libro, la historia sucede en unas vacaciones que parecen llenas de oportunidades, pero desde el primer minuto se cubren de la tensión entre una serie de amigos, donde las traiciones amorosas se ven a la vuelta de la esquina. Pavese siempre es delicado y nada es evidente, eso sí deja claro que los murmullos del mar pueden tranquilizar a cualquiera, incluso solo con sus ecos cuando ya estamos a kilómetros de distancia. El lugar común es insistente: echados en la playa frente al mar, la compañía de un libro es indispensable. Pero el final de febrero se asoma, marzo está a unos días y de las vacaciones quedarán solo las fotos y los recuerdos. Aunque tal vez es posible modificar los factores en la ecuación: seguir leyendo, esta vez para no dejar de escuchar los murmullos del mar. Eso sí, no siempre es un viaje plácido. Lo desconocido El "mar ahoga el rastro" anotó Herman Melville en "Moby Dick", pero escritores de distintas épocas creen lo contrario: mirar el océano, apenas sentir su aroma, trae de vuelta viejas historias.
A la familia Ramsey, los protagonistas de la novela "Al faro" (1927) de Virginia Woolf, cada vez que llegan a su casa de veraneo en la Isla de Sky, en Escocia, se les despiertan conflictos derivados de la visita anterior: tomar un bote y navegar hasta un faro cercano será un pequeña odisea que tardará décadas y quizá solo así podrán enfrentar sus problemas.
Para el escritor Gustav von Aschenbach, el protagonista de "La muerte en Venecia" (1912), de Thomas Mann, pasar una temporada de vacaciones en un hotel veneciano lo llevará a un amor imposible, a una epidemia de cólera e incluso a la muerte, justamente a orillas del mar. Asomarse al mar trae lo inesperado.
Lo dice el periodista sueco Patrik Svensson en el libro "Un inmenso azul", una crónica que bien podría leerse como una historia de las aventuras intelectuales y científicas que ha desatado el mar a lo largo de la historia. "Hacerse a la mar siempre ha sido una metáfora de la búsqueda de lo desconocido. Quien sale a navegar con rumbo al horizonte parte hacia algo nuevo e ignoto", escribe Svensson en el libro publicado el año pasado, que sobre todo documenta historias reales.
Svensson, periodista cultural y científico, busca más allá de las costas y, mezclando testimonios personales e investigación, reconstruye las aventuras de personajes como Fernando de Magallanes o su esclavo malayo, Enrique, una de las primeras personas que circunnavegó el planeta.
O las investigaciones de Piccard y Walsh, que en 1960 exploraron por primera vez la SIGUE EN E 2 ROBERTO CAREAGA C.. LOS LIBROS QUE GUARDAN LOS ECOS DE LAS OLAS esa desesperante ansia --tan propia de algunas vacaciones-por "pasarlo bien". En estos días de playa y brisa, el padre de familia, modesto empleado que paga con esfuerzo los días de descanso, se sumerge en melancólicas reflexiones: el hostal es cada día peor, sus hijos Mary y Dick ya son adultos y pronto las vacaciones en familia serán parte del pasado. Pero comienzan a ocurrir cosas: Mrs. Stevens (quien más sufre con los preparativos) se relaja y toma una copa de oporto, Mary se embarca en su primer romance, Dick decide cambiar de trabajo. La vida de la anodina familia Stevens también tiene algo de hermoso y de heroico.
Lo hermoso también está en "Océano mar", del italiano Alessandro Baricco, una novela que a veces parece un poema y en el que están homenajeados constantemente Herman Melville, Joseph Conrad y otros narradores devotos del mar. Precisar su trama es difícil, pues el autor de "Seda" juega sus cartas en una prosa particular.
Aun así, sigue a Bartleboom, un investigador quien llega a la posada de una isla inubicable donde hay otros pasajeros, tan misteriosos como él, buscando un equilibrio en el océano. "Solo en medio de la playa, Bartleboom miraba. Descalzo, con los pantalones remangados para no mojarlos, un enorme cuaderno bajo el brazo y un gorro de lana en la cabeza. Ligeramente inclinado hacia adelante, miraba: por el suelo.
Estudiaba el punto exacto en que la ola, después de haber roto una decena de metros más atrás, se extendía --convertida en lago, espejo y mancha de aceite-subiendo por la delicada pendiente de la playa y al final se detenía para vacilar un momento y al fin, derrotada, intentar una elegante retirada dejándose caer hacia atrás", escribe Baricco. "Nunca quise llegar a Ítaca, porque me he pasado la vida huyendo de ella.
Escapar fue el estímulo y horizonte de mi existencia: salvarme de la tribu, de los caciques y costumbres locales, y de todo eso que llaman `dulce hogar'. Lo mejor de la vida es el camino y, si queremos que el viaje sea maravilloso, debemos navegar mar adentro y no andar con prisa", escribe el narrador de "Las reinas del mar" (2024), del español Mauricio Wiesenthal.
Es un libro curioso, unas memorias enciclopédicas llenas de ficción, en que el viaje es el protagonista: siempre a bordo de barcos y cruceros, el narrador se mueve por distintos puntos de Europa buscando desde restaurantes a joyas, antigüedades y libros. Pero siempre vuelve al mar. Navegar, eso sí, para Wiesenthal es leer a los clásicos que se lanzaron al mar. El ruido del mar... VIENE DE E 1 Todos los caminos llegan al mar "He nacido tierra adentro, pero todos los caminos llevan al mar.
El agua tiene una magia irresistible que atrae a los hombres y los impulsa a cruzar montañas, a seguir arroyos, riachuelos y ríos, hasta llegar al mar, que es como un inmenso espejo donde a todos nos gusta mirarnos", dice Ismael, en las primera líneas de "Moby Dick", de Herman Melville, anunciando su propio destino, persiguiendo a la ballena blanca.
Una de las novelas más clásicas anglosajonas, es ineludible al pensar en la literatura del mar: tiene una épica cargada de simbolismos religiosos y culturales, a la vez que detalla con prolijidad cómo era navegar en el siglo XVII.
Pero si de épicas se trata, la "Odisea" de Homero es la obra central: el viaje de Ulises está marcado por su recorrido por el Mediterráneo ("el mar color vino"), escenario de una aventura que lo lleva hasta el Olimpo y las profundidades del Hades, la morada de los muertos. Ambas obras permiten asomarse el rugido de las olas y permanecer en ellas sin necesidad de pisar la arena o subirse a un bote.
Sucede lo mismo en "El viejo y el mar", de Ernest Hemingway, donde un viejo pescador pasa tres días cazando a un enorme pez espada, o en "La línea de la sombra", de Joseph Conrad (marino él mismo), en que un capitán de larga experiencia asume el mando de velero mercante para enfrentar las últimas hazañas de su vida. ¿Aventuras? Hay demasiadas, pero "La isla del tesoro", de Robert Louis Stevenson, sigue siendo perfecta; tanto como "Robinson Crusoe", de Daniel Defoe, la historia del náufrago más célebre de la ficción, inspirada en un hecho que ocurrió en una isla que hoy es parte de Chile. `` Hacerse a la mar siempre ha sido una metáfora de la búsqueda de lo desconocido.
Quien sale a navegar con rumbo al horizonte parte hacia algo nuevo e ignoto"... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . PATRIK SVENSSON `` Lo mejor de la vida es el camino y, si queremos que el viaje sea maravilloso, debemos navegar mar adentro y no andar con prisa"... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . MAURICIO WIESENTHAL LA QUINCENA DE SEPTIEMBRE R.C.
Sherriff Palabra, 386 páginas, 25.900 NOVELA LA REINAS DEL MAR Mauricio Wiesenthal Acantilado, $32.000 MEMORIAS UN INMENSO AZUL Patrik Svensson Libros del Asteroide, 272 páginas, $30.000 ENSAYO OCÉANO MAR Alessandro Baricco Anagrama, 240 páginas, $13.000 NOVELA EL MAR John Banville Alfaguara, 208 páginas, $12.500 NOVELA Los chilenos se sumergen en el agua El "Chungungo" Martínez sorprende a todos sumergiéndose en los ríos, pero cuando llega a la costa del norte de Chile se encuentra con algo mucho mayor: "El mar era el ruido, las olas que rompían a lo lejos y el viento descontrolado levantando un poco de arena", se lee en las páginas de "Tierra de campeones", la última novela de Diego Zúñiga, inspirada lejanamente en la vida del campeón de caza submarina Raúl Choque. Es el modelo para el "Chungungo", un niño huérfano con enormes capacidades para el buceo. Es una historia de las precariedades sociales en los años 60 y 70 que, sobre todo, sucede en el mar: entre olas, entre algas, entre roqueríos. Leerla es impregnarse de un sabor salado, aunque también asomarse a la pobreza que suele habitar en las caletas chilenas. Zúñiga se suma así a una tradición literaria local en que el mar es un espacio para reflejar precariedades, como también escenificar aventuras y leyendas.
Francisco Coloane abordó todos esos aspectos en sus libros, retratando en cuentos de "Cabo de hornos" los peligros del océano en la Patagonia y narró aventuras navales en su clásico "El último grumete de la Baquedano". María Luisa Bombal imaginó una fantasía de piratas en el fondo del mar en "Lo secreto" y, desde hace pocos años, Andrés Montero ha ido actualizando los mitos del campo chileno, muchas veces con el mar como telón de fondo. En "La muerte viene estilando", dos bandoleros se enfrentan a cuchillazos mientras las olas los golpean. En su última novela, "El año en que hablamos con el mar", sitúa una historia familiar llena de secretos en una isla perdida, donde el mar funciona como un muro insalvable para alejarse de mundo. Algo similar hace Paula Carrasco en "Volver. Primero estaba el mar", narración en que uno de los miembros de una familia muere en un accidente a merced de las olas y roqueríos.
Surge ahí el hito trágico. fosa de las Marianas --el punto más hondo de los océanos--, y de la bióloga Rachel Carson, que fue pionera en denunciar la depredación del mar. "Por cada antiguo navegante que lograba cruzar el océano y llegar a nuevas tierras había otro que naufragaba", dice Svensson.
Hace nueve años, el escritor argentino Rodrigo Fresán iniciaba su novela "La parte inventada" con una escena feliz: un niño corre con absoluta libertad en una playa, frente a un mar que parece dibujado por otro niño.
Está con sus padres, no tiene idea del futuro, pero ahí se inicia una trayectoria que lo llevará a ser un escritor: en unas vacaciones familiares empezaran las cavilaciones y dudas que lo llevarán a buscar en la ficción, leyéndola y también escribiéndola.
Pero en esos paisajes de las vacaciones a los que se vuelve, no siempre es posible recuperar la inocencia o la felicidad perdida: en la novela "El Mar" (ganadora del Premio Booker 2005), el escritor irlandés John Banville lleva a su protagonista al balneario de su infancia, tras la muerte de su esposa. La calma que sintió cuando niño ya no puede acompañarlo. "Se marcharon, los dioses, el día de la extraña marea.
Las aguas de la bahía, toda la mañana bajo un cielo lechoso, habían crecido y crecido, alcanzando cotas inusitadas, las pequeñas olas inundaban una arena reseca que durante años no había conocido otra humedad que la lluvia y lamían las mismísimas bases de las dunas", se lee al inicio de "El mar", dando cuenta de lo inevitable: el paso del tiempo.
El historiador de arte Max Morden, el protagonista, regresa a esa playa para escribir y tratar de esfumar la pena por su mujer muerta, pero con lo que se topa es con una nube de recuerdos y nuevas nostalgias, ecos de viejos amigos y experiencias que tuvo frente al ruido de las olas. Como dijo Fresán, es un "thriller existencial" con el mar como telón de fondo. Lo bello Vacaciones, mar y descanso son elementos que reúne la novela "La quincena de septiembre", aunque no una combinación tradicional o glamorosa. El clásico del escritor inglés RF Sherriff --autor de "Journey's End"-fue un batatazo cuando se publicó, en 1931.
Ha seguido reeditándose y lo acaba de reseñar, hace pocos días, "The Times" de Londres. "El libro fue sensación internacional instantánea; la crítica lo acogió con entusiasmo y vendió 2 0. 0 0 0 e j e m p l a r e s e n Gran Bretaña, solo en su primer mes. Sus encantos p e r m a n e c e n i n t a c t o s. Engañosamente sencilla, la novela narra día a día las vacaciones anuales de la familia Stevens junto al mar", dice el periódico.
Casi un tercio de la novela está dedicado a los preparativos para las vacaciones (desde la prolija preparación de las maletas hasta el cuidadoso cierre de la casa y los encargos a los vecinos). Ya en la playa, las preocupaciones podrían parecer intrascendentes: cómo organizar los preciados quince días, la duda sobre si alcanzarán los fondos para arrendar una tienda en la playa. O si el buen tiempo se mantendrá (muy improbable en un balneario inglés). Son tensiones que atrapan y retratan muy bien FABIÁN RIVAS.