Autor: JORGE HERMANN Economista
VULNERABILIDAD ELECTRICA A FLOR DE PIEL
TSE El reciente apagón que dejó al 98% de la población sin electricidad durante más de seis horas refleja tristemente la vulnerabilidad de nuestro sistema eléctrico. En plena generación solar a las 15:16 horas, las líneas Pan de Azúcar-Maitencillo y Cardones-Polpaico colapsaron y provocaron un efecto dominó que paralizó todo el sistema. Este bochornoso evento pone en evidencia las ineficiencias y responsabilidades no asumidas por el Coordinador Eléctrico Nacional y el Estado.
En el 2019, un estudio del Coordinador Eléctrico advirtió sobre la vulnerabilidad de las líneas de transmisión en el norte, señalando que una contingencia extrema podría generar un cortocircuito con riesgo de apagón total y recomendaba medidas por un costo de 40.814 UF. No obstante, la ejecución del plan de defensa esta retrasada desde el 2021. El Coordinador tiene la misión de asegurar un suministro eléctrico seguro y confiable contando para esto con un significativo presupuesto anual de US$ 65 millones que es financiado por los ciudadanos. Sin embargo, la lentitud en el plan de recuperación revela una preocupante incompetencia en la gestión de emergencias. Esta situación ha provocado múltiples recriminaciones entre los distintos actores eléctricos, pero la responsabilidad principal recae sobre el Coordinador, quien debe presentar un informe antes del 18 de marzo para aclarar lo sucedido. Por su parte, el Estado no está exento de culpa.
La burocracia estatal ha entorpecido proyectos esenciales como la construcción de la línea Kimal-Lo Aguirre con 2.600 observaciones en el Servicio de Evaluación Ambiental y 4.941 permisos sectoriales requeridos para construir el proyecto, que habría podido mitigar en parte la reciente falla. Entonces, es necesario un análisis profundo y sincero de las deficiencias estructurales y un trabajo coordinado entre el sector público y privado para fortalecer nuestra red eléctrica. La sociedad no puede continuar tolerando la pasividad y la falta de previsión, especialmente cuando se trata de servicios tan esenciales como la electricidad, que afectan directamente la calidad de vida de la población. En síntesis, el Coordinador Eléctrico Nacional y el Estado han fallado en gestionar eficientemente la vulnerabilidad de nuestra red eléctrica. La gravedad del apagón indica claramente que es momento de que todos los actores involucrados asuman sus responsabilidades y se realicen cambios drásticos.
A diferencia de lo que suele ocurrir en el ámbito gubernamental, es imperioso que quienes han sido responsables directos den un paso al costado, permitiendo que nuevos liderazgos tomen las riendas para fortalecer nuestro sistema eléctrico y restaurar la confianza de la ciudadanía.