A 5 años del estallido que cambió todo para dejar todo igual
A 5 años del estallido que cambió todo para dejar todo igual ¡ Patricio Moraga Vallejos A 5 años del estallido que cambió todo para dejar todo igual No son 30 pesos, son 30 años! Se escuchó fuerte en octubre de 2019, cuando se desató el estallido social en Chile -el 18 en Santiago y el 19 en regiones-, siendo el más grande que recuerde la historia nacional.
Si bien la mecha se encendió con el alza del transporte del metro, lo concreto es que la movilización fue un acto de rebeldía a años de desilusión y postergación con un modelo neoliberal y una institucionalidad política que no logran satisfacer las demandas y aspiraciones de la sociedad completa.
Había rabia y desesperación acumulada en la población, en buena parte de ella, frente a la precariedad sostenida por un modelo económico y político instaurado en la dictadura de Pinochet, y luego conservado y profundizado durante los sucesivos gobiernos democráticos.
Y la válvula de escape para esta gran "olla a presión" fue la movilización masiva en la calle, una que se extendió hasta marzo del año siguiente y que además derivó en actos de violencia y saqueo, y también en atropellos a los derechos humanos por parte de las fuerzas policiales. La población no aguantó más y salió a protestar y expresar diversas quejas y necesidades.
Fueron conocidas como las "demandas sociales" y se articularon como un gran petitorio, cuya salida política fue la propuesta de elaborar una nueva Constitución Política, para lo cual hubo dos ejercicios -Convención Constitucional y Consejo Constitucional-, cuyos textos de Carta Fundamental finalmente fueron rechazados por una gran mayoría de la ciudadanía. No más AFP, pensiones de vejez dignas, mejor salud pública, también gratuidad y calidad educación pública, mejor transporte público y mejores salarios, figuraron como las principales demandas.
También se oyeron requerimientos de una baja de los sueldos altos de funcionarios públicos, especialmente de la dieta parlamentaria. ¿Qué pasó con todo eso? "A mí realmente esto me da mucha pena porque todo sigue igual, nada cambió. Perdimos gente en la calle, mucha gente de nuestro pueblo falleció esperando un cambio, entregó su vida en las marchas y lamentablemente por ocasiones de distintos hechos que ocurrieron, fallecieron.
Se propiEsta semana se cumplió un nuevo aniversario de la movilización ciudadana más grande de la historia del país y que demandaba transformaciones sociales y económicas profundas, las que todavía no llegan Lui s C as an ova.
A 5 años del estallido que cambió todo para dejar todo igual ció el saqueo porque muchos grupos entraron a saquear organizadamente para desvirtuar estas demandas y todo quedó en cero porque hoy día no hemos ganado nada, absolutamente nada", dice Leopoldo Morán Morán, dirigente de la atención primaria de salud Afusam-Talca. Leopoldo estuvo en la calle desde el primer día, liderando el movimiento NO+AFP.
Cuando llegó el estallido social -señala-, las demandas sociales, muchas de las cuáles venían de mucho antes, terminaron debilitándose en medio de otras informaciones o condicionantes. "Cuando llegó el estadio social estas demandas se fueron diluyendo o no fueron expresadas con claridad, no llegaron a la sociedad completa para que se entendiera y claramente hubo muchos grupos que trataron de desvirtuar toda esta información, señalando, por decir, que se quería cambiar la bandera, que se quería cambiar el himno nacional, que se quería refundar Carabineros, Ejército, y tantas otras cosas que en el momento dado no era propicio, según mi punto de vista", explica.
María Elisa Quinteros Cáceres, académica del Departamento de Salud Pública, Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Talca, y quien presidió la Convención Constitucional, también recuerda lo vivido hace 5 años. "En 2019, en Talca, muchas personas sin militancia político-partidista sentimos la necesidad de unirnos a las marchas, como consecuencia del vivir en comunidad, en donde las necesidades del otro también son sentidas por todas y todos", expresa. Para el Dr.
Javier Agüero Águila, académico del Departamento de Filosofía de la Universidad Católica del Maule (UCM), la revuelta de octubre de 2019 -prefiere ese concepto al de estallidose explica "a propósito de la percepción y el sentimiento de que Chile como sociedad estaba más bien atravesada y gangrenada por una enorme desigualdad en el acceso no solamente a bienes, sino el acceso a una educación igualitaria que favoreciera un destino también con proyecciones para todos los chilenos y chilenas, una desigualdad en el acceso a la justicia y a las decisiones que la justicia podía llegar a tomar, atendiendo a que finalmente la justicia se hacía recuperando más bien tu posición de clase. Si tenías dinero, bueno, podías sortear la justicia y si no la tenías, tenías que padecerla. A nivel de salud, es decir, quienes podían costearse una buena salud evidentemente en Chile podían vivir más años y quienes no, menos años.
Las diferencias en las minorías sexuales, las diferencias de género en general, etc". CAMBIOS GRADUALES Mario Herrera Muñoz, académico del Centro de Análisis Político de la Universidad de Talca (UTALCA), sostiene que las preferencias o prioridades para las personas no han cambiado, pero sí la velocidad de las transformaciones. "Las prioridades de los chilenos siguen siendo las mismas, delincuencia, pensiones, salud, etc., pero el cambio viene más asociado con cuán rápido o cuán lento los chilenos quieren esos cambios, y esa es una revelación del último tiempo", señala, agregando que una lección que nos dejó el primer y el segundo proceso constituyente, es que "los chilenos no quieren grandes transformaciones en cortos periodos de tiempo, sino que más bien lo que quieren son procesos de cambios graduales que mejoren su calidad de vida, que se alejen de las discusiones políticas y más bien se centren en las discusiones sectoriales. Ese es el aprendizaje de los cinco años desde el estallido social". Javier Agüero. Lepoldo Morán. María Elisa Quintero. Mario Herrera.
SIGUE EN LA PÁGINA 4. - - - A 5 años del estallido que cambió todo para dejar todo igual En su última encuesta, el Centro de Estudios Públicos (CEP) abordó entre otras materias, el estallido social de 2019. Para ello, durante septiembre se entrevistó a 1.482 personas en un total de 127 comunas y los resultados no dejan de sorprender. Con respecto a las manifestaciones que empezaron en octubre 2019, el 55% las apoyó ese año, un 39% en agosto 2021 y un 23% ahora en agosto-septiembre de este año. En tanto, un 11% dice que las rechazó la primera vez, luego este porcentaje subió a 26% y 34%, en 2021 y 2024, respectivamente. Además, un 7% dice en diciembre 2019 que apoyó las manifestaciones al comienzo, pero después las rechazó. Este porcentaje baja en 2021 a solo un 3%, pero sube a 16% este año. Por el contrario, un 10% dice en diciembre 2019 que rechazó las manifestaciones al comienzo, pero después las apoyó. Este porcentaje se incrementa a 14% en 2021 y baja a solo un 2% este año. Por otro lado, un 15% dice el 2019 y 2021 que "no las apoyó, ni las rechazó". Este índice se eleva a un 23% este año. En cuanto a la inquietud de si el estallido social fue muy bueno, bueno, regular, malo o muy malo para el país, un 50% optó por las últimas dos opciones. Un 30% lo calificó de regular, un 17% de muy bueno y bueno, mientras que un 3% no sabe y no contesta.
Frente a la pregunta abierta de cuáles son las dos principales lecciones que dejó el estallido social, un 20% mencionó los efectos negativos de la violencia, un 13% el poder de movilización, y un 10% dice que no hay aprendizajes.
Además, un 9% mencionó la permanencia de la desigualdad, un 8% escuchar a la gente, y un 6% se inclinó por la desconfianza en políticos e instituciones, y también en una decepción generalizada, entre las principales respuestas.
Javier Agüero expresa que para entender el fracaso de los dos intentos constitucionales, hay que saber que operó una suerte de carácter social, un ethos propio de la sociedad chilena, que tiende más bien a la moderación. "Se habla de mesocracia en el sentido que somos un país de clases sociales medias o de una amplia clase social media, pero no solamente somos medios en términos de clase, sino también en términos de nuestras tendencias, nuestras orientaciones y la voluntad política tendemos a la moderación, no creemos en revoluciones estructurales o en transformaciones estructurales, más bien creemos en la conservación de las estructuras, las instituciones que han existido", explica.
En todo caso, señala que la ironía de todo esto es que después de haber vivido la revuelta popular más grande que ha conocido la historia de Chile, de un proceso constituyente, de haber elegido un Presidente -quizás en los últimos 30 años el más a la izquierda después de Allende-, que "después de todo esto que parecía configurar un nuevo escenario para la sociedad chilena y abrir efectivamente también nuevas rutas, senderos, caminos donde la justicia social llegara para todas y todos, lo que tenemos es que nos quedamos con la misma constitución de Pinochet archi legitimada, archi validada después de los ensayos constituyentes". Para María Elisa Quintero, si bien la clase política canalizó el descontento social a través de un proceso constituyente, dice que "sabíamos que el cambio en una Constitución era una modificación a largo plazo y no solucionaría de forma inmediata las demandas". Demandas vigentes Leopoldo Morán plantea que hoy día las demandas se siguen sosteniendo y están vigentes. "Hoy día no tenemos salud, hoy día no tenemos educación gratuita y de calidad, hoy día no tenemos el derecho a la vivienda consagrado, tampoco está el derecho consagrado a la educación y tampoco está el derecho consagrado de la salud. Por lo tanto, son demandas que aún siguen activas", afirma.
Agrega que con el tema de las pensiones sigue pasando lo mismo, y "la gente sigue jubilando con pésimas pensiones". Mario Herrera también indica que las demandas siguen vigentes, "pero -afirmala respuesta a esas demandas ya no es un estallido social, ya no es la protesta, ya no es la movilización, sino que más bien es tratar de hacer que las instituciones se pongan de acuerdo y que logren esa solución en tiempos graduales". Javier Agüero expresa que cinco años después de la revuelta de octubre, lo que se tiene son reminiscencias de un momento excepcional en términos de agrupación y de manifestación colectiva, pero -al mismo tiempo"también la constatación, la ratificación de que el despliegue de los abusos, de que la captura de las instituciones y la corruptela instalada en el interior de las instituciones es la misma o más, la diferencia es que el momento social no está articulado, no favorece una explosión o una revuelta como la que se vivió". Insiste, señalando que habiendo más condiciones para una revuelta o para un estallido, éste no se va a dar producto de nuestro carácter conservador, el ethos mesocrático, que tiende siempre a la moderación.
María Elisa Quintero también cree que a cinco años de la crisis político social que afectó al país, las demandas sentidas por la sociedad y que "nos movilizaron a muchos a salir a las calles a visibilizar las desigualdades sociales y económicas patentes, siguen intactas". "Es cosa de revisar las demandas del 2019: Desigualdad y justicia social, pensiones de miseria, acceso a los servicios básicos -como educación, salud, agua, vivienda-, descentralización, corrupción, por nombrar algunas. Si analizamos cuántas de estas demandas han sido solucionadas o mejoradas en los últimos cinco años, lamentablemente el balance es negativo", enfatiza.
En opinión de Leopoldo Morán, falta más conciencia y tienen que llegar mejores líderes o mejores personas. "Yo siento que este último tiempo, desde el estallido social de esa fecha, ha servido para que "el choclo se desgrane", porque aparecieron muchos pseudo líderes que solamente se vinieron a aprovechar de la inocencia o de la ignorancia del pueblo para hacer carreras políticas y no le interesan las demandas sociales, le interesa seguir manteniendo esas diferencias para poder seguir existiendo ellos como políticos", afirma.
Frente al escenario actual, María Elisa Quintero señala que el desafío sigue siendo el mismo: cómo la clase política puede dar respuesta a las necesidades sentidas por la sociedad. "De ahí la importancia de la participación política (que va más allá de la participación en un partido político). Estamos próximos a un proceso de elecciones: necesitamos elegir ciudadanos probos, con conocimiento social y territorial, en donde el bien común sea la hoja de ruta, que les permita salir de la "cancha chica" y mejorar el futuro de las próximas generaciones", dice.
Todo parece indicar que como país y sociedad, en su conjunto, hay un desafío que sigue pendiente, como una tarea inconclusa, en medio de una profunda privatización y mercantilismo, que no beneficia a todas y a todos, y que convive entre recuerdos, buenos y malos, de un estallido o revuelta social que cambió todo, para dejar prácticamente todo igual. VIENE DE LA PÁGINA 3.