Fachada de ladrillos de edificio en Vitacura se está cayendo a pedazos
Fachada de ladrillos de edificio en Vitacura se está cayendo a pedazos "Este enchape desde el principio comenzó a dar problemas", lamenta vecina Fachada de ladrillos de edificio en Vitacura se está cayendo a pedazos Vitacura se está cayendo a pedazos EAN SIKA SIS SS SÍ d sx he a S S dido la chapa de ladrillo. Experto en seguridad recomienda rodear la torre con una malla similar a las que contienen deslizamientos en las autopistas.
JorGe Núñez pasar por la esquina de AmériA: Vespucio con Vitacura es difícil ignorar la torre de 15 pisos que se alza en la esquina surponiente: su fachada no solo luce rayada, sino que está cruzada por verdaderas cicatrices en los sitios donde se ha caído el enchape de ladrillos.
Se trata del Edificio Vespucio Norte 1650, cuyo revestimiento se cae literalmente a pedazos; no es raro que cada cierto tiempo se desprendan palmetas de arcilla producto del viento, la lluvia o los temblores. "Originalmente este edificio tenía la típica fachada de estuco liso, pero en algún momento se les ocurrió que había que modernizarla, por lo que decidieron poner este enchape que ¡ mita ladrillos, que desde el principio comenzó a dar problemas", recuerda Paulina, quien junto a su difunto marido fueron de los primeros en estrenar la construcción.
De eso, ya hace casi medio siglo. "Hace un par de años, cuando comenzaron a caer los ladrillos, la administración decidió sacar el enchape de las fachadas interiores y pintar, pero las fachadas interiores y pintar, pero conservaron y repararon los muros que dan hacia las calles, por lo que ahora tenemos este problema que nos costará 70 millones", cuenta la vecina, quien lamenta el impacto económico para los propietarios. El edificio cuenta con sólo un departamento por piso. Eso, sin contar que la mayoría de los residentes son de tercera edad y deben acceder a sus viviendas por el estacionamiento, ya que la entrada principal está cerrada debido al peligro que representa.
Lo que falló Michael Silva, ingeniero de la Universidad Central, aclara que sin un estudio es imposible determinar la causa de los desprendimientos, pero basado en su experiencia entrega algunas teorías. "Uno de los errores más comunes es la mala preparación del muro, ya sea porque la superficie lisa no se picó lo suficiente para generar la superficle rugosa donde adherir la mezcla, o porque el revoque fue mal preparado y no se respetaron las proporciones de material, ni el procedimiento de aplicaA A A ción", aventura. "En ambos casos el resultado suele ser malo, ya que los cambios de temperatura hacen que los materiales de construcción se expandan con el calor y se contraigan con el frío, provocando microfracturas por donde entra humedad, degradando el material que sostiene la chapa". En su opinión, "lo mejor sería retirar todo el enchape y volver a la simpleza de los muros limpios, lo que también se reflejaría en gastos comunes más bajos". Medidas inmediatas Para Mario Pinto, máster en Higiene Industrial de la Universidad Politécnica de Cataluña y jefe de la carrera de Tecnología de Control Industrial de la Usach, en este caso no hay tiempo que perder en cuanto a seguridad. "Hay que rodear el edificio con una malla resistente, similar a las que contienen los deslizamientos de tierra en las autopistas, de modo que cuando caigan las tabletas no lo hagan hacia la calle", explica sin ocultar su preocupación.
Eso, sin considerar que si hay viento y se desprende una parte grande del revestimiento, "debido a su forma delgada y ancha, podría 'volar" y caer afuera de la reja, afectando a terceros", por lo que urge poner señalizar el potencial peligro en toda la esquina. Hasta La Moneda, siempre tan austera, tuvo sus ornamentos. sus ornamentos. Gonzalo Peralta Puro estuco las casas de los elegantes santiaguinos habían sido de adobes y piedra, chatas y con tres patios, las clásicas casonas coloniales. Pero gracias a la riqueza minera, flamantes millonarios de escaso linaje quisieron lucir su fortuna construyendo enormes palacetes de estilo francés. Estas construcciones eran más elevadas que las casas coloniales, de abundante y recargada ornamentación. Sin embargo estas mansiones, como las súbitas fortunas de su propietarios, eran más cáscara que contenido. Los frisos, adornos y miriñaques de la más osada extravagancia no eran sino yeso. El viajero Alberto Malsh desnudó implacable estos palacetes: "Majestuosas columnas, frisos, capiteles, zócalos veteados de mármol; pero, por favor, no lo toquéis porque el pedazo quedará en vuestros dedos. Aquí como allá, todo está falsificado, todo suena a hueco". Los estucos de los nuevos ricos provocaron alarma más allá de la estética, pues se comprobó que al menor temblor caían estrepitosamente sobre la calzada. No faltaron quienes compararon estos desvaríos ornamentales con las severas líneas del Palacio de La Moneda, símbolo de esa vieja austeridad perdida. No obstante, La Moneda antes tuvo sus adornos, también abundantes y frívolos, coronando todo lo largo del frontis. Eran "varios jeroglíficos, el escudo sostenido por dos famas, y sobre las otras columnas, varios trofeos de guerra". Estos aderezos no llegaron a nuestros días debido a la inseguridad.
Nos dice el padre Francisco Javier Guzmán que "las varias famas y bustos alegóricos del diseño, que iban a dar remate a la gran balaustrada, se mandaron quitar después por temor a los temblores, con cuyo movimiento cayeron algunas figuras el 19 de noviembre de 1822". asta 1850 y por más de tres siglos,.