Autor: POR JOSEMARÍA RUY-PÉREZ JORDÁN
PERDERLO TODO, OTRA VEZ
PERDERLO TODO, OTRA VEZ CAMPAMENTO EL SALTO DE VIÑA DEL MARantojadizo”, sino que se basa en la necesidad de restituir el talud que sostiene la vía para que el servicio ferroviario opere sin riesgo. En el antiguo barrio industrial de El Salto hay una franja contigua al talud Las Cucharas que sostiene las vías del tren. Ahí viven más de cien familias, en un terreno que desde los años 90 es propiedad de EFE, entidad que planea una erradicación por razones de seguridad y reconstrucción.
Esta es la historia de una comunidad con 80 años de existencia, catalogada como campamento desde 2019 y que se dirige inminentemente a su fin, después de levantarse a duras penas de los incendios del año recién pasado. zona.
En esta misma ubicación llevo como 40 años”, cuenta Alicia en la vivienda de emergencia que la junta de vecinos consiguió para ella, según cuenta “a la mala”. Melissa Urrutia (43) es presidenta de la Junta de Vecinos 159 de El Salto y responsable de la gestión para conseguir las viviendas de emergencia. “La chica de Techo me dijo que fue a hablar con el gerente de EFE y le respondió que no las pusiera. Para mí era el fin del mundo, porque había gente como la señora Alicia que estaba en carpa. Me dijeron que la única forma era que manden las casas, pero que las armáramos nosotros”, cuenta Melissa. El Hogar de Cristo les entregó a las personas una mesa, una cama, entre otras cosas, y con aportes de la comunidad y de sus hijos, Alicia consiguió rearmarse. “Ahora uno no sabe si nos van a echar. A mí no sé qué me pasaría, me daría mucha pena. Porque aquí yo me casé, tuve a mis hijos, mis hijos también tienen sus hijos y así”, dice Alicia. A falta de confirmación oficial, pero debido a la cercanía de su sitio al talud Las Cucharas, ella sería de las primeras afectadas. “Uno no sabe si nos van a echar. A mí no sé qué me pasaría, me daría mucha pena. Porque aquí yo me casé y tuve a mis hijos”, dice Alicia. Los problemas de Alicia Tapia Mora-les (75) comenzaron con el incendio del 3 de febrero de 2024, en el Campamento de El Salto de Viña del Mar.
A pesar de que sabía que había focos de un megasiniestro en otras partes de la Quinta Región, la sorprendió observar que algo tapó el sol y oscureció el cielo, justo cuando se disponía a tomar mate con su hija bajo la parra que hay en su casa. “En un dos por tres, llegó el incendio. Me empecé a ahogar y pensé que me iba a morir”, relata Alicia.
El día anterior a esta entrevista, fue al consultorio porque sufre de angustia cada vez que recuerda ese día funesto en que perdió la vida su pequeño perro y ella se quedó solo con lo puesto. “Fue algo que no se lo doy a nadie, nos quedamos sin nada. Todas estas casitas para abajo se quemaron”, agrega. Según datos de la junta de vecinos, el incendio dejó 92 casas quemadas del sector, además de un fallecido en el siniestro y tres víctimas fatales más, que eran dependientes de máquinas para sobrevivir. El Salto, barrio industrial, sufrió además pérdidas millonarias para las empresas ahí ubicadas. Cuando a Alicia le negaron la vivienda de emergencia que llevaron los voluntarios de Techo, su estrés se acrecentó.
La razón: los terrenos en que ella vive, y todo el sector de El Salto contiguo al talud Las Cucharas que sostiene la línea del tren, son propiedad de la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE), por lo que no se autorizó el beneficio.
Además, la entidad estatal, desde poco antes de la pandemia y por motivos de seguridad, ha estado activa en un plan de erradicación de esta población, ubicada en la franja entre ca-lle Limache y las vías (que están bajo el cerro), aproximadamente entre el puente El Olivar y el puente Las Cucharas. Son 1,3 kilómetros en los que viven 140 familias, según un catastro interno de la Junta de Vecinos 159 de El Salto realizado en 2021.
El plan actual de EFE tiene dos etapas: la primera afectaría a 24 familias y consiste en “medidas de mitigación al corto plazo dirigidas principalmente a eliminar el peligro de caída de rocas por medio de barreras”, según un estudio socializado por la empresa este año. La segunda, que implicaría al resto de la población, consiste en la reconformación del talud. Pero esta no es la primera vez que el “fantasma” de ser relocalizados atormenta a los vecinos.
Y es que si bien esta comunidad cuenta con 80 años de antigüedad, nutrida en sus inicios por trabajadores del sector industrial viñamarino junto a sus familias, la propiedad nunca fue regularizada y el fundo en que se encuentra fue comprado por Ferrocarriles a inicios de los 90. Desde 2019, el sector es catalogado como campamento por el catastro municipal. “Llegué a los 5 años, mi padre trabajaba arriba en la cantera de las piedras.
De mis ocho hijos, solo la menor no vive en esta“Melissa es dirigenta social de la Población El Salto y me mostró toda la orgánica que tienen, en donde está orgullosa también de lo que han logrado. (... ) Felicitar, a través tuyo Melissa, el rol de dirigentes sociales que están levantando todo este esfuerzo en los sectores más afectados”. Con estas palabras, el Presidente Gabriel Boric se refirió a Melissa Urrutia el 11 de febrero, cuando él estuvo en El Salto y en otros lugares afectados por los incendios.
En su casa sin terminar, como muchas otras del campamento, ella recuerda aquellosdías en que junto con su directiva fueron destacadas por su trabajo, en las visitas oficiales que llevaron al gobernador Rodrigo Mundaca, la alcaldesa Macarena Ripamonti y la ministra enlace Camila Vallejo. “La gestión de emergencia en nuestra población funcionó súper bien, por eso yo creo que vinieron. Estaba contenta porque pensé que nos serviría, si no nos conocía nadie y ahora podríamos dar a conocer nuestro problema”, dice. Cuando supieron que el Presidente Boric vendría, afirma Melissa que la alcaldesa Ripamonti le aconsejó pedirle al mandatario el soterramiento del tren.
“Así que les dije a los vecinos: no anden pidiendo ni fideos ni salsa, de eso nos encargamos nosotros, que todos se alineen en pedir esa solacosa”. El Presidente estuvo ese día recorriendo con Melissa y fueron conversando. “Le dije: Presidente, nosotros no le vamos a pedir nada. Solo que llevamos 80 años aquí y nos quieren sacar. Él estaba medio perdido en el espacio del lugar donde estaba, entonces se acercó Belén Paredes, la seremi de Vivienda Valparaíso y le contó la situación.
Ahí le cambió un poco el panorama, porque tal vez para él habría sido fácil decir sí, pero en cambio me dijo: no te puedo decir que los puedo dejar, es una zona de riesgo, negocia”. Viéndolo en retrospectiva, la dirigenta siente que hubo una utilización de la buena organización de su junta de vecinos: “Si viene el Presidente y te dice negocia, con varios testigos, pero no hay opciones de negociar, ¿entonces qué? ¿ Qué queda para nosotros queALLICNAMNAHTANOJALLICNAMNAHTANOJALLICNAMNAHTANOJ. En este sector, que abarca 1,3 kilómetros, viven 140 familias, Agustina Vega (a la derecha), de 88 años, lleva 52 viviendo en El Salto. En la foto, junto a En EFE explican que “el plan de erradicación no es