Autor: Fabián Bustamante Olguín. Académico asistente del Instituto Ciencias Religiosas y Filosofía, RUCN, Coquimbo.
Chile: 51 años después del golpe, las cicatrices que nunca sanaron
Chile: 51 años después del golpe, las cicatrices que nunca sanaron Hoy, 11 de septiembre, se cumplen 51 años del golpe de Estado que cambió para siempre la historia de Chile. Este acontecimiento, lejos de ser un hecho neutral, sigue despertando pasiones y dolores profundos en la sociedad chilena. Dependiendo de la distancia política, geográfica o social, la percepción del golpe varía significativamente.
Para quienes fueron víctimas directas, como los torturados y desaparecidos, el 11 de septiembre representa una herida abierta; mientras que, para algunos empresarios y sectores de la derecha, fue la base para su prosperidad y consolidación. El estudio de un acontecimiento de tal magnitud debe abordarse desde una perspectiva diacrónica, entendiendo lo que conserva del pasado y cómo sigue moldeando el presente. El golpe fue, y sigue siendo, un parteaguas en la historia de Chile, comparable a la radiación de una bomba atómica: 51 años después, las consecuencias siguen irradiando división.
La imposición de un proyecto político de la derecha y el gran empresariado, con el respaldo de Estados Unidos, introdujo un modelo económico de libre mercado que no estaba en los planes originales de los militares, quienes inicialmente eran más estatistas y desarrollistas. La intervención de los «Chicago Boys», economistas formados en la Universidad de Chicago gracias a un convenio con la Universidad Católica de Santiago, fue crucial para imponer el radical modelo neoliberal en Chile. Pero este modelo no se habría consolidado sin la violencia extrema que se desató desde el Estado. Aquí reside una de las grandes tragedias de nuestra historia: un proyecto económico radical se impuso a sangre y fuego, provocando un trauma colectivo cuyas cicatrices aún no sanan. Lo más triste es que, incluso hoy, ciertos sectores de la derecha política y empresarial que se beneficiaron de la dictadura siguen relativizando los horrores cometidos.
Algunos empresarios, enriquecidos bajo el régimen de Pinochet, han hecho alarde del golpe como una liberación del «marxismo», utilizando un discurso que intentaba justificar la represión basándose en lo que ocurría en Europa del Este con la Unión Soviética. Sin embargo, la realidad chilena era muy distinta: el proyecto de la Unidad Popular, liderado por Salvador Allende, respetó el pluralismo político, y los periódicos de la oposición pudieron criticar libremente al gobierno. Esto no implica que la Unidad Popular no tuviera problemas. Las tensiones internas entre los sectores que apostaban por un socialismo democrático y aquellos que querían una revolución al estilo cubano contribuyeron a la polarización del país. No obstante, el golpe de Estado de 1973, lejos de ser una respuesta legítima a esta tensión, desató una represión sin precedentes en nuestra historia, basada en un revanchismo feroz. Fabián Bustamante Olguín. Académico asistente del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía, UCN, Coquimbo..