EL FRANCÉS de La Pincoya
EL FRANCÉS de La Pincoya En febrero de 2013, una brasileña y un francés llegaron con sus hijos a tocar puertas a la población La Pincoya, en la comuna de Huechuraba, zona norte de Santiago. Querían armar una iniciativa al servicio de la comunidad. "No había ni un terreno, no había nada, no éramos nadie y nadie nos esperaba", dice Romain de Chateauvieux, el francés, que entonces tenía 31 años. Durante seis meses estuvieron escuchando, mirando y moviéndose en una antigua "combi" roja que compraron al llegar a Chile. Así partió "Misericordia", en una sala prestada por la Capilla Nuestra Señora de los Dolores, en La Pincoya.
Luego construyeron dos salas más, que quedaron a disposición de la comunidad. "Misericordia" hoy es una fundación con identidad católica, ubicada en un antiguo basural en avenida Recoleta, dependiente económicamente de aportes de privados, empresas y fundaciones.
Actualmente tiene sedes en Argentina, EE.UU., Francia y Chile, además del proyecto de sede en Kinshasa, República Democrática del Congo. "Queremos ser un poco el what's next de la Iglesia, Iglesia 2.0, que utiliza también los códigos del mundo actual al servicio de los pobres y también del Evangelio", explica Romain, quien es presidente de toda la fundación, cuya atención se centra en educación y salud. "En la educación tenemos ese After School de 100 niños, que es como un incubador de talento. Eso desde una perspectiva integral de la persona, académico, social y también espiritual. Y la salud, son tres subproyectos, enfocados en gente en situación de calle, madres embarazadas y gente de tercera edad", comenta. La historia que comenzó en 2013 siguió así: Caminando por la Pincoya, frente al terreno, tuvieron la intuición de que el proyecto que tenían pensado tenía que nacer desde ese basural. La iniciativa llegó a oídos de BNP Paribas Cardif, empresa francesa con presencia en Chile, quienes ayudaron a comprar el primero de tres pequeños terrenos que conforman la sede actual.
Luego fue la naviera francesa CMA CGM --también en Chile--, que ofreció doce containers a un precio "muy barato". En la fábrica de esa empresa remodelaron todos los containers y después fueron llevados en camiones. "Fue casi una procesión de containers voladores, había una grúa que los recibía y que los instalaba", dice Romain.
A la primera inauguración, en 2016, le siguió conseguir el terreno de al lado, que era de una exiglesia mormona, y el 1 de noviembre de 2022, mil 500 vecinos de La Pincoya estuvieron presentes en la inauguración de la sede de "Misericordia" completa, con un tercer terreno comprado y con una capilla construida durante la pandemia. Romain --hoy de 42 años, alto, delgado, con jeans y un polerón-recuerda esta historia en un muy buen castellano pese a su acento francés. A dos cuadras, tiene su casa.
En el ámbito internacional, le toca viajar dos veces por año a cada sede, "para elegir el lugar donde se va a instalar, hacer los lazos eclesiales y con las personas que van a ser los grandes recursos a nivel de redes en el país.
Y también me toca viajar para después acompañar los equipos, la misión, orientar y aconsejar". "Internacionalizar Misericordia partió por el hecho de que somos un matrimonio internacional, entonces está una dimensión de abrirse a otra cultura en el ADN de la fundación". Pero esta historia partió mucho antes. Se puede decir que las casualidades lo trajeron a este punto.
Romain, conocido como Román en Chile, cuenta que nació en el seno de una familia acomodada, en la Isla de la Reunión --cerca de Madagascar--, donde su padre llegó por trabajo, y era director de la televisión local.
Su madre también se desempeñó allá como profesora de francés. "Mi niñez fue en un ambiente de playa, de sol, de vida muy alegre y mucho deporte de mar". En la adolescencia, se fueron a Marsella. Su familia, como la describe él, fue "una muy unida, y muy anclados en la fe". Romain estudió Arquitectura en la Universidad de Marne-la-Vallée, en París. En una vida de universitario que él tilda de "muy gozada", conoció a Jorge Garcés, un amigo chileno que estaba de intercambio allá. Casi sin darse cuenta, se encontró un 18 de septiembre comiendo empanada; una intuición, y todo lo que su amigo le "vendió" de Chile, lo hizo sentir que su camino podría seguir en nuestro país. Así, llegó a un intercambio a la Universidad Católica en 2002. "Para mí fue nuevo descubrir jóvenes involucrados en la sociedad, con deseos de cambio. Eran los inicios de Techo y me impactó mucho. Había otro proyecto de otro amigo de arquitectura, que se llamaba Cine Vino. Era un furgón que se instalaba en plazas, y armaba un telón y proyectaban películas de Disney", recuerda. A punta de retos de un amigo francés que llegó a Chile con él, Romain aprendió español.
Pero ese 2002 reprobó el ramo de Proyecto de Arquitectura, con lo que perdía el año académico entero. "Me quedaba un semestre en blanco y mi mamá, muy astuta, me puso en contacto con Bernard de Villenfray, un sacerdote de la diócesis de Marsella que estaba en una favela en Brasil en misiones.
Y él me dijo `ya que estás en nada, ven a ayudarme'". Así aterrizó a principios de 2003, de forma un poco forzada, en la Favela dos Alagados. "La primera vez que miré la inmensidad de la favela en Brasil, fue como un tsunami de pobreza", dice Romain. Recuerda que al llegar, se le acercaron para ofrecerle drogas, pero él buscaba a un cura. Y comenzó a trabajar con el padre Bernardo, como era conocido Bernard de Villenfray en Brasil. La favela dos Alagados fue construida sobre la mugre. Las casas eran palafitos y las calles, puentes arriba de la basura. Cuando había mucha lluvia, las fundaciones de los palafitos se movían y las casas se derrumbaban. "A mí me tocó acompañar --dice Romain-a una familia que había perdido su casa. Recuerdo haber abrazado al padre de familia y sentirme impotente, frente a una carencia tan básica, que es tener un techo.
Desde ahí, sentí esa vocación de la arquitectura al servicio de los pobres, de la gente". Estuvo tres meses en la favela, donde además empezó a acercarse a la fe, de la que se había alejado en sus años universitarios. --¿ Qué lo marcó más del contraste de la vida en la favela? --Tomar conciencia de que una gran parte de la población mundial vive en situación de pobreza. También ver muy de cerca la violencia, pandillas, delincuencia, prostitución, droga, todo eso era muy ajeno a mí. También la violencia policial, ver policías que entraban de golpe con mucha violencia.
Renaildes Marinho Dos Santos --su nombre de nacimiento, pues tras casarse adoptó el apellido de su marido--, de 42 años, conocida en La Pincoya como "Reina", es pedagoga y posee también estudios que cursó en Lyon, de Filosofía y Ciencias de la Familia. Ella nació, creció e hizo su escolaridad en la favela dos Alagados. Cuando Romain llegó ahí, ella era voluntaria de la parroquia. "Reina estaba en la casa de los misioneros. Fue amor a primera vista", dice Romain.
Ese encuentro se dio en la capilla, que aquel día estaba llena de jóvenes en "situación de prostitución", cuenta Romain. "Te imaginas, no era un ambiente muy piadoso, de silencio, sino que hablaban... Y estaban esperando a Reina, que entró para dar una catequesis sobre la pureza, sobre Lourdes, la Virgen María. Y las tipas, calladísimas, mirando a Reina. Y yo dije: esta tipa es un extraterrestre, un ángel. Y ahí me robó el corazón. Nos hicimos muy amigos, casi que hermanos del alma". Volvió a Francia, después de esos tres meses, a finalizar sus estudios. "Me fui con eso guardado muy en mi corazón. Yo no sabía que Reina también se había enamorado de mí", dice. Ese año y medio en que Romain retomó los estudios de arquitectura se fue a vivir al barrio más pobre de Marsella, y combinó estudios con misiones. Como veía una opción de ser sacerdote, hizo un discernimiento vocacional. Pero en un retiro en esta etapa, una noche soñó su matrimonio con Reina. Cuando despertó, supo lo que tenía que hacer. Se casaron en 2006. Ahora tienen seis hijos, que estudian becados en el colegio San Fco. de Asís. En enero de 2007, el matrimonio viajó a EE.UU., invitados por Fidesco, órgano de servicio a la comunidad de la conferencia de los obispos de Francia, para abrir una misión en Estados Unidos.
Llegaron a Gainesville, cerca de Atlanta, para vivir con gente en su mayoría inmigrantes clandestinos, a una población conocida como Little Mexico. "Partimos proyectos piloto chicos, relacionados a la comida, clases de inglés, bolsa de trabajo, y resultó, creció, y ese centro se transformó en una parroquia", dice. Vivían en un tráiler, junto con muchos otros, en ese barrio conflictivo. Después de dos años y medio, algunos vecinos de Little Mexico les pidieron ir a misionar a sus países, con apoyo de la Conferencia Episcopal de Latinoamérica. Hicieron una campaña para juntar fondos y armaron una fundación dedicada al proyecto. Ante la necesidad de moverse, Romain cuenta que acudió a una subasta, cerca de Miami, y compró "bastante barato" un bus escolar de una reserva indígena en Texas. A pesar de que el bus quedó "muchas veces" en pana,, cumplió su labor como casa rodante. Comenzó su periplo desde EE. UU, siguiendo por México, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Colombia, Chile, Argentina y Brasil, de entre 3 y 6 meses.
En la última parada, en la Amazonia, un hecho que marcó el final de la misión: uno de los hijos de Romain fue atropellado por un hombre ebrio en moto, cuando jugaba con otros niños. "Pensé que estaba muerto, me subí al auto y partí buscando un lugar para que lo pudieran atender. Gracias a Dios, encontré a un médico que estaba de gira, y mi hijo se salvó por un pelo. Fue un golpe que nos hizo reorientar.
Si queremos seguir nuestro llamado, ahora tenemos que tener educación y salud para nuestros hijos". Hubo un tiempo de pausa, en la que Reina y Romain vivieron un poco en Brasil, un poco en Francia, pensando en las posibilidades para seguir.
Y Chile llegó con un llamado de la Conferencia Episcopal de establecerse en una población de Santiago. "Lo analizamos, y era muy coherente por nuestra historia, por lo que podíamos entregar". Es miércoles y los niños juegan en el patio de la sede de Misericordia.
Quienes guían las actividades son misioneros, y escolares del colegio San Francisco de Asís: este día de la semana, buses salen del colegio y traen a los voluntarios para ayudar. "Chile es la tierra donde todo partió, en realidad. Yo soy francés, Reina es brasileña, hay muchos voluntarios extranjeros, pero es un proyecto made in Chile, made in La Pincoya.
Esta es nuestra tierra", dice Romain de Chateauvieux. --Desde que está acá, ¿cómo cree que ha cambiado La Pincoya en cuanto a la pobreza? --La pobreza va disminuyendo y la gente vive mejor y yo soy testigo acá en La Pincoya de que, si bien sigue siendo un barrio carenciado, con mucha vulnerabilidad, es un barrio donde la gente va surgiendo. Cuando nuestras familias se ponen propósitos claros, cuando hay esfuerzo, cuando hay dedicación, se logra. Tengo una visión bastante esperanzada de mi querida Pincoya. --¿ Cree que Chile es un país desigual? --Existen todavía muchas desigualdades en Chile, sobre todo en dos grandes ejes, educación y la salud. También, acompañando a familias, veo que hay una desigualdad de oportunidades, de horizontes, de posibilidades de crecer. La cancha está bien dispareja. Romain también habla de una "pobreza" menos visible, que considera transversal en las distintas clases sociales. "Es la adicción a la droga y al alcohol. Hay una alta necesidad de rehabilitación, y poca infraestructura, poca posibilidad para poder tener una rehabilitación seria, de calidad, profunda y que sirva en el tiempo.
Es un tema que en realidad en la sociedad chilena nos da un poco de vergüenza, y me atrevería a decir un poco de asco". Por lo mismo, Misericordia tiene un proyecto piloto, que es una granja ubicada en Rengo, en un terreno donado por las benedictinas, para acoger a personas en situación de adicción. "Chile se junta cuando hay una catástrofe, un problema, y creo mucho que en esa situación Chile se puede juntar en ese proyecto, donde jóvenes de distintos ámbitos sociales puedan luchar para recuperar su libertad.
Ojalá eso pueda sumar a la construcción de Chile". Si bien admite tener una perspectiva limitada de la pobreza en América Latina, Romain opina que un factor es la corrupción. "Según la visión de la Doctrina Social de la Iglesia, la generación de pobreza se debe a una estructura de pecado, especialmente en la dimensión de la corrupción. Y creo que eso infelizmente es debido a la codicia de algunos, especialmente los que están ejerciendo el poder", señala. Y agrega: "Soy partidario de la receta de Madre Teresa, que decía que si no se puede dar de comer a mil personas, que se intente dar de comer, por lo menos, a una. Esas personas que son ayudadas se vuelven también actor de cambio.
Soy un convencido de que el mundo se transformará si la parte baja de la sociedad entiende que es capaz de cambiar el mundo". Hace 11 años un jovenarquitecto francés, de familia acomodada, llegó a La Pincoya. Venía de un largo periplo que partió en una favela en Brasil donde conoció a su mujery que incluyó misiones sociales arriba de un bus por Latinoamérica. Hoy Romain de Chateauvieux, trabaja en la fundación Misericordia, entidad católica que formó para apoyar a la comunidad en este sector de Huechuraba. POR JOSEMARÍA RUY-PÉREZ J.
FOTO SERGIO ALFONSO LÓPEZ EL FRANCÉS de La Pincoya Romain también habla de una pobreza menos visible, que considera transversal en las distintas clases sociales. "Es la adicción a la droga y al alcohol". Romain y su señora, Renaildes Marinho, junto a sus hijos, en La Pincoya. CEDID A A.