Autor: PATRICIA VILDÓSOLA ERRÁZURIZ
CO2Bio: La fórmula para proteger el entorno y producir alimentos
CO2Bio: La fórmula para proteger el entorno y producir alimentos Eduwin Hincapié es biólogo y exacadémico universitario e n C o l o m b i a. S u mujer, María Fernanda Wuilches, es ingeniera mecatrónica y también exacadémica universitaria.
Ambos, junto a otros familiares, fundaron Cataruben, una fundación que encontró en lo que llaman “capitalismo ambiental” la fórmula para proteger, a través del proyecto CO2Bio y soluciones basadas en la naturaleza, más de 300 mil hectáreas de bosques nativos y humedales en la región de los Llanos Orientales en Colombia, y, al mismo tiempo, generar ingresos para los agricultores dueños de esas tierras.
“La idea es que, para los agricultores, la protección de esas tierras tenga un sentido, porque al mismo tiempo, les permite mantener su forma de vida y sus ingresos, y que para ello incorporen tecnología e innovación. De esta forma estamos aportando en la conservación del agua, de la biodiversidad y disminuyendo o capturando emisiones de carbono”, comentan en una corta visita a Santiago. En el camino consiguieron sumar al grupo Latam.
Johanna Cabrera, gerenta de Sostenibilidad del grupo comenta que el proyecto “además de contener dos aspectos fundamentales del pilar Gestión del Cambio Climático de nuestra estrategia de sostenibilidad conservación de ecosistemas estratégicos y preservación de la biodiversidad, nos permite materializar acciones enfocadas en conservación y restauración a gran escala: tiene el potencial de capturar 11,3 millones de toneladas de CO2 al 2030, contempla la conservación de áreas de gran importancia ambiental que alcanzarán más de 575.000 hectáreas el equivalente a más de tres veces la extensión de ciudades como Bogotá o So Paulo.
A su vez, busca beneficiar a 700 familias de la zona y contribuir en la protección de unas 2.000 especies, algunas de ellas clasificadas en algún grado de amenaza o vulnerabilidad”. CONVERSANDOHincapié y Wuilches son originarios de la región de los Llanos Orientales, en la Orinoquia colombiana, zona habitada por familias asentadas allí hace más de 1.200 años, y de una gran riqueza en biodiversidad. “Nacimos en uno de los puntos de mayor diversidad del planeta, lo solemos llamar “la mejor esquina del planeta”, comentan. A principios de la década del 2010 en la zona se desató un problema entre las comunidades y la industria petrolera que buscaba hacer perforaciones en la zona. Pero el problema de fondo, dice María Fernanda Wuilches, era la desconfianza y la incomunicación. Al leer los documentos de la petrolera “encontramos que las intenciones eran buenas. Entonces, empezamos a conversar con los campesinos y a facilitarles la lectura de esos documentos, que estaban todos en inglés y que no entendían”, comentan. Esto allanó el acceso a la información y comenzaron a entenderse en-tre ellos.
“Confiaban en lo que les decíamos porque eran familia, éramos los “que fueron a la universidad”, dice Eduwin, quien al igual que su mujer, dejó su trabajo para fundar Catarubén con el objetivo de ayudar a que las dos partes se entendieran. El resultado fue que los proyectos petroleros se construyeron escuchando las demandas de las comunidades, lo que significó preservar mejor el medio ambiente. Eran 35 comunidades unidas que veían en la protección del entorno una alternativa para seguir produciendo alimentos. En ese momento se dieron cuenta de que había que hacer algo más. “Nos dijimos esto es mucho más grande que la caridad. Conservar tiene que ser un negocio para los productores y las comunidades. Eso significaba que teníamos que tener el lenguaje del capitalismo ambiental, es decir, proteger pero siendo una al-ternativa de ingresos para las comunidades”, dice Eduwin Hincapié. En ese momento, en la Orinoquia la amenaza ya no venía de las petroleras sino de inversionistas que ofrecían importantes montos de dinero para sembrar arroz en esos humedales. El desafío era ofrecer algo más rentable. La solución vino con el Acuerdo de París que abrió la puerta a los bonos de carbono. El problema era cuantificar la captura y valorizar los bonos. Entonces, en 2016, en Colombia se decreta un impuesto a la emisión de carbono y la posibilidad de compensarlo con créditos de mitigaciones realizadas en el país. Tenían la fórmula, pero necesitaban un cliente. Fue entonces que apareció Latam. “Estábamos en la comida del primer Colombia Carbon Forum. Tenía a un lado a uno de los dueños de las tierras.
Al otro lado, estaba Johanna Cabrera, De pronto, ellos se saludan. ¡Habían estudiado juntos! Le comentamos del proyecto y dice, ¡es lo que estamos buscando, algo que nos permita compensar, pero con un impacto real de sostenibilidad! ”, cuenta Hincapié. La Agencia de Cooperación de Estados Unidos desarrollaron la herramienta para certificar la captura y, tras la pandemia, Latam compró el primer paquete de certificados de carbono.
“Es un modelo de tres partes: uno donde no hay intermediarios y todo va a la conservación, porque somos ONG, por lo que la mayor cantidad de los recursos va a los dueños de la tierra en efectivo. Y se creó un nuevo modelo productivo y empezaron a tributar al Estado como prestadores de servicios ambientales”, comentan Hincapié y Wuilches. Hoy el modelo está siendo replicado por otras empresas, como la estatal petrolera colombiana; una de las mayores productoras de cacao; y, la última, la empresa más importante de gas, en la zona del Caribe. Creen que también se puede hacer en Chile, en donde “rxiste una biodiversidad altamente endémica que requiere protección”, sostienen. Y Johana Saavedra recalca que “CO2Bio tiene el potencial de convertirse en un modelo de referencia en la región, especialmente considerando que Latinoamérica es un verdadero patrimonio natural. Alberga seis de los 10 países más biodiversos del mundo y cuenta con más de una cuarta parte de los bosques y tierras cultivables del planeta, además del 40% de las especies globales.
Con este escenario, sumado a la contribución al cambio climático generado por la deforestación, es clave seguir protegiendo los ecosistemas de la región”, dice.. A través de lo que llaman “capitalismo ambiental”, han conseguido que la preservación de los humedales sea una alternativa para que las empresas aporten en la disminución de su impacto en el entorno y que a los agricltores les resulte también atractivo. En CO2Bio podrían capturar 11,3 millones de toneladas de CO2 al 2030 protegiendo los humedal