EDITORIAL: Primera Piedra del Embalse Zapallar
EDITORIAL: Primera Piedra del Embalse Zapallar EDITORIAL Primera Piedra del Embalse Zapallar El embalse Zapallar puede convertirse en el motor de un nuevo ciclo de prosperidad para la zona sur de Ñuble, pero solo si logra conjugar productividad con sostenibilidad, modernización con respeto a la naturaleza y progreso con equidad.
La verdadera primera piedra no se colocará en 2026, sino ahora, en la forma en que se gestionen las expectativas, se construya confianza y se sienten las bases de un proyecto que dibuje un horizonte optimista, no que sea motivo de división. E l próximo martes 23 de septiembre, a las 11 horas, se cerrará la recepción de ofertas técnicas y económicas para la construcción del Embalse Zapallar.
Tras meses de ajustes en el calendario, la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH) avanza en un proceso largamente esperado, no solo por agricultores y regantes, sino también por autoridades y comunidades que ven en este proyecto una pieza estratégica para el desarrollo regional. La magnitud de la obra explica las expectativas que despierta. Con una capacidad de 80 millones de metros cúbicos, el embalse permitirá regar cerca de 10 mil hectáreas, beneficiando a más de 2.500 agricultores de las comunas de El Carmen y San Ignacio. Su construcción, valorada en $176.726 millones, no es solo un desafío de ingeniería, representa una de las inversiones públicas más ambiciosas desde que Ñuble se convirtió en región. En un contexto de cambio climático y crisis de disponibilidad de agua, el Zapallar se instala como respuesta concreta a la incertidumbre que enfrentan miles de familias que viven de la agricultura. La irregularidad de las lluvias, las prolongadas sequías y la presión sobre los acuíferos han puesto en jaque la sustentabilidad de un sector productivo que constituye el corazón económico y cultural de Ñuble. El embalse, en ese sentido, es un seguro de vida para un territorio que aún depende del ritmo de las estaciones. Pero la esperanza debe convivir con la cautela. Todo gran proyecto conlleva riesgos y responsabilidades. Las obras hidráulicas de esta envergadura no solo modifican el paisaje, también impactan en comunidades humanas, en la flora, fauna y en los ecosistemas locales. El MOP ha comprometido licitaciones para medidas de mitigación ambiental durante 2025, abarcando arqueología, vegetación, fauna terrestre y acuática, además del medio humano. Sin embargo, la experiencia enseña que estas medidas suelen llegar tarde o ejecutarse con deficiencias. Ñuble no puede darse el lujo de repetir errores. Las comunidades de El Carmen, Pinto y San Ignacio, que ya observan con atención el despliegue de faenas previas, esperan garantías claras sobre relocalizaciones, compensaciones y mecanismos de participación ciudadana efectivos.
Un embalse exitoso no se mide únicamente en metros cúbicos de agua almacenada, sino también en el grado de justicia con que se distribuyen sus beneficios y en la rigurosidad con que se minimizan sus costos sociales y ambientales. El calendario proyecta que en noviembre se oficializaría la adjudicación, en diciembre de 2025 se entregaría la obra y en enero de 2026 se colocaría la primera piedra. Plazos ajustados que suenan a promesa, pero que dependen de múltiples factores: recursos, gestión territorial, estabilidad política y diálogo con las comunidades directamente involucradas. Ñuble ha esperado décadas para concretar una obra que asegure agua para su desarrollo agrícola y que reduzca la vulnerabilidad hídrica de miles de familias. Pero el entusiasmo no puede cegar la mirada crítica. La discusión pública debe incorporar a los agricultores pequeños y medianos, a los comités de agua potable rural, a los movimientos ambientales y a la gente que verá transformado su entorno.
El embalse Zapallar puede convertirse en el motor de un nuevo ciclo de prosperidad para la zona sur de Ñuble, pero solo si logra conjugar productividad con sostenibilidad, modernización con respeto a la naturaleza y progreso con equidad.
La verdadera primera piedra no se colocará en 2026, sino ahora, en la forma en que se gestionen las expectativas, se construya confianza y se sienten las bases de un proyecto que dibuje un horizonte optimista, no que sea motivo de división..