En medio de la anarquía: Juan Esteban Montero (1931)
En medio de la anarquía: Juan Esteban Montero (1931) D espués de la caída del gobierno de Ibáñez, a fines de julio de 1931, existió un período de anarquía y de sucesiones irregulares y variadas de Gobierno como Chile no sufría desde un siglo atrás y que solo culminó con el regreso al poder de Arturo Alessandri a fines de 1932.
A este correspondió dar inicio práctico al régimen de gobierno contemplado en la Constitución de 1925. ¿Por qué Ibáñez no pudo terminar de manera normal su administración? El propio líder de la revolución militar de 1924 y Presidente de la República desde 1927 explicó a Luis Correa Prieto, en su larga entrevista publicada con el título "El Presidente Ibáñez.
La política y los políticos" (pp. 153-154), que hubo cuatro razones: que los grupos de poder tradicionales no se conformaron con haber perdido su influencia; por cierto, también por los efectos de la crisis económica, situación que "fue bien aprovechada por mis enemigos"; a eso se sumaba que Ibáñez estaba decaído y cansado de luchar; finalmente, porque "no deseaba que se repitieran derramamientos de sangre". A ello se podrían añadir otros aspectos, de carácter político: el deseo de mayores libertades públicas y la unidad de los sectores contrarios a Ibáñez.
Así lo resume Arturo Alessandri en sus Recuerdos de gobierno (Tomo II, p. 351), al referirse a su estadía en Argentina: "Desde el primer momento nos reunimos los expatriados en afectuosa camaradería y concordamos en que no solamente podíamos, sino que debíamos gastar hasta el último de nuestros esfuerzos para derribar la dictadura y restablecer en el país el imperio de la ley". Ello implicaba recaudar fondos, recabar informaciones y mantener contactos en Chile, escribir en la prensa de Buenos Aires y reunir a los chilenos que habían dejado el país. Con la caída de Ibáñez, se inició una breve e intensa etapa en el país, que en un primer momento llevaría a Juan Esteban Montero al gobierno.
Montero camino a La Moneda En julio de 1931, tras la salida de Carlos Ibáñez de La Moneda, asumió el gobierno Pedro Opaso Letelier, a la sazón Presidente del Senado, quien designó ministro del Interior a Juan Esteban Montero.
Montero emergió como figura relevante en la política nacional durante uno de los últimos gabinetes de Carlos Ibáñez del Campo, cuando asumió como ministro del Interior el 13 de julio, apenas un par de semanas antes de la caída del gobernante. En esa coyuntura procuró que hubiera una normalización de la situación nacional, subordinando todos los actos gubernativos a la legalidad y con pleno respeto a los derechos de las personas. Con ello, en la práctica, se restableció la actividad política.
En pocos días, como sostiene Francisco Javier Cuadra, Montero se transformó "en el En medio de la anarquía: Juan Esteban Montero (1931) Venía con la misión de aplicar el nuevo régimen de Gobierno de la Constitución del 25. Pero la profundidad de la crisis social y política le pasó la cuenta y seis meses después de asumir fue derrocado.
Lecturas & Documentos Alejandro San Francisco Serie 102 años de campañas presidenciales (IV) Juan Esteban Montero en su discurso de cuenta pública en 1932. (Continúa en la página 12). En medio de la anarquía: Juan Esteban Montero (1931) caudillo de la causa de la constitucionalidad y la legalidad" ("El proceso de institucionalización del régimen presidencial durante la Presidencia de Juan Esteban Montero Rodríguez", Boletín de Investigaciones, Números 46-47, agosto-diciembre de 1980, p. 65). Sin duda, esa postura pavimentó su posterior ascenso al gobierno.
Montero duró poco como ministro de Ibáñez y con su salida asumieron brevísimos y sucesivos ministerios liderados por Francisco Garcés (Hacienda) y el capitán de navío Carlos Frödden (Interior). En esos días se desarrolló, además, una creciente ola de protestas que culminó con la caída del "dictador", en cuyo reemplazo asumió el vicepresidente Pedro Opaso Letelier, tras cuya renuncia asumió Montero como vicepresidente. En ese nuevo escenario, correspondía avanzar en la normalización institucional. De esta manera, Montero convocó a elecciones presidenciales, que debían verificarse en un máximo de sesenta días, quedando fijadas para el domingo 4 de octubre.
Pronto surgió la candidatura de Montero, que él resistió por un tiempo, pero que terminó aceptando al valorar la cooperación que le ofrecían los partidos: "Me someto", dijo ante esa realidad, en una fórmula más propia del parlamentarismo que del nuevo régimen presidencial. Ante esa definición, asumió Manuel Trucco como vicepresidente de la República. No obstante, la caída de Ibáñez no había significado el inmediato regreso de la normalidad. La sublevación de la Escuadra que ocurrió entre el 31 de agosto y el 7 de septiembre es un buen reflejo de un escenario inestable y con dificultades para revertir el deterioro de la institucionalidad.
A ello se sumaban otros problemas, como ha destacado Gonzalo Vial: la persecución contra Ibáñez, las disputas entre el alessandrismo y el ibañismo, así como la aguda crisis económica en que seguía sumido el país (Historia de Chile, Volumen V, pp. 11-78). En otro plano, en agosto de 1931, apenas un par de semanas después de la caída de Ibáñez, comenzó a circular Topaze, revista de sátira política que marcó una época.
Al finalizar el mes, una caricatura de Coke resumió el momento que vivía Chile, al imaginar una conversación entre Juan Esteban Montero y Arturo Alessandri Palma, en la cual el primero decía: "Fíjese don Arturo la letra a sesenta días que acabo de recibir", mostrando un papel con una palabra: "Presidencia". La respuesta del León es ilustrativa de su liderazgo y perseverancia política: "¡ Endósemela compañero aunque me la protesten! " (N 3,26 de agosto de 1931). El tema era más complejo, y Alessandri incluso habría intentado una candidatura de consenso, lo que Montero rechazó según recuerda el León a instancias de sus amigos. La veleidosa historia de aquellos años se encargaría de mostrar la complejidad y contradicciones en que se sumiría el país, que se había vuelto impredecible.
La elección de Montero Pocos días antes de los comicios, el diputado conservador Alejo Lira resumió el significado que tenía la candidatura de Montero, surgida "en brazos de los partidos políticos más antagónicos y de los gremios profesionales más diversos", que sería "prenda de paz política y social", así como de "concordia entre los chilenos". Consideraba que no era una candidatura "de derechas ni de izquierdas", sino de ambas, "y aquí reside su mayor mérito", por cuanto "los grandes problemas nacionales que han de resolverse en esta hora crítica de la vida del país son problemas que afectan por igual a todos los chilenos", tarea para la cual Montero "ajeno a toda orientación extremista" era garantía para todos (Cámara de Diputados, Sesión 4ª extraordinaria, 29 de septiembre de 1931). Incluso hubo grupos de mujeres que se sumaron a su candidatura, lo que era toda una novedad y de alguna manera representaba un anticipo del derecho a sufragio que pronto obtendrían. Fue una campaña de pocas semanas, como era en aquellos tiempos. Además, se vio interrumpida por los sucesos de la marinería, que relegaron los asuntos electorales a un segundo plano. Sofocada la crisis, la campaña siguió en camino, con dos figuras principales, como reconoció una nota de El Mercurio: Arturo Alessandri y Juan Esteban Montero, quienes tenían una "completa confianza" en su victoria.
Otros dos fueron Manuel Hidalgo (candidato "de las clases asalariadas") y Elías Lafferte (uno de los principales líderes del Partido Comunista en los primeros años de la colectividad), que esperaban "movilizar grandes masas de ciudadanos" ("Cuatro candidatos a la Presidencia de la República", 4 de octubre de 1931). Así llegó el día de los comicios, fecha en que se estimaba comenzaría una nueva etapa de mayor estabilidad y continuidad democrática.
La victoria de Montero fue contundente: 182.177 votos, con el 63,8% ; Alessandri alcanzó un poco más de la mitad, con 99.075 sufragios, correspondiente al 34,6%. Por otra parte, Hidalgo obtuvo 2.434 votos, con el 0,8%, en tanto Lafferte logró 1.263 y el 0,3%. La abstención alcanzó al 26,5% de los 388.959 inscritos (Ricardo Cruz-Coke, Historia electoral de Chile 1925-1973, Editorial Jurídica, 1984, p. 98). "Por libre resolución del pueblo, Don Juan Esteban Montero fue elegido ayer Presidente de la República", tituló El Mercurio al día siguiente de las elecciones.
El Diario Ilustrado, por su parte, resumió: "El señor Montero ha sido ungido Presidente de Chile, por aplastante mayoría" (5 de octubre de 1931). El Presidente junto a su esposa y primera dama Graciela Fehrman, quien creó la iniciativa El ropero de los pobres para enfrentar parte de la crisis económica del 30. La mañana del 4 de junio las afueras de La Moneda estuvo movida: fue el inicio de la Revolución Socialista que puso fin al gobierno de Montero. Ficha de autor Alejandro San Francisco. Académico de la Universidad de Tarapacá y profesor de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Coautor de la Historia de Chile 1960-2010 (USS, 9 tomos publicados). Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile y Doctor en Historia por la Universidad de Oxford, Inglaterra. (Viene de la página 11). En medio de la anarquía: Juan Esteban Montero (1931) El 4 de junio de 1932 terminó el Gobierno. Así informó La Segunda los hechos.
Con expectativas sobreestimadas, ZigZag aseguró que "nunca las fuerzas vivas de nuestro país han sabido agruparse más estrechamente y con mayor fe en torno de un hombre y de una idea como lo han hecho con motivo de la elección presidencial de don Juan Esteban Montero y de la causa que representaba su candidatura" (10 de octubre de 1931). En sus memorias, el León de Tarapacá sostuvo que no estaba "dominado por una ambición incontenible de obtener de nuevo la Presidencia" y que no había combatido la candidatura de Montero para luego hacer oposición a su gobierno. En una oportunidad, visitado por sus partidarios, pronunció una frase que haría escuela: "No quiero, no debo ni puedo ser Presidente de la República", que a su juicio representaban sus pensamientos profundos. No obstante, desde diversos sectores le siguieron pidiendo que asumiera la postulación, y finalmente fue proclamado por sectores populares.
A mediados de septiembre, como señala Alessandri, dio la respuesta definitiva: "Cuando me vi frente a las exigencias de los que querían mi nombre como amparo y como emblema de libertad y democracia y de los que me herían con tanto encono e injusticia, no pude ya resistir más". En esto último se reflejaba su tradicional "disponibilidad". En la noche de la elección, dio por terminado el proceso, agradeciendo "la actitud de aquellos 100.000 ciudadanos que me habían rendido un homenaje que borraba de mi espíritu el dolor producido por la injusticia de tantos en mi contra" (Recuerdos de Gobierno, Tomo II, pp. 435-440). El León reconoció el "veredicto popular", esperando días mejores para sus ideas. El 4 de diciembre de 1931 Montero asumió como Presidente de la República.
Ese mismo día, la revista Hoy que había nacido apenas un par de semanas antes destacó la importancia de la jornada: "El señor Montero asume una responsabilidad tan grande como la esperanza que en su gestión funda el país.
Una esperanza vehemente, benévola pero vigilante". La publicación se negaba a "corear el pesimismo ambiente", formulando sus deseos para el éxito de la nueva administración (Editorial: "Hoy", N 3,4 de diciembre de 1931). Posteriormente, la revista sería una gran detractora de su gobierno.
El Mercurio, por su parte, observaría la nueva realidad con un estilo cauto, que destacaba la personalidad de Montero, los apoyos que tenía en los partidos tradicionales y también en las provincias, y lo llamaba a hacer honor a la confianza nacional "en momentos excepcionalmente graves" (ver Paz Larraín, "El gobierno de Juan Esteban Montero a través de El Mercurio", Comunicaciones y medios, N 9-10, serio en el ejercicio del poder, eso no era claramente una virtud en los tiempos que corrían, más si se comparaba con figuras de otras características, como Alessandri y el propio Ibáñez; asimismo, el nuevo papel creciente del Estado, interventor y socializante, también tenía detractores.
Tras su caída, se inició una nueva vorágine de problemas, con gobiernos de una Junta que intentó instalar una "república socialista", de Carlos Dávila y después del general Bartolomé Blanche, así como por el presidente de la Corte Suprema.
Después de un par de años de ideas contrapuestas, como el militarismo y el civilismo, en medio de una aguda crisis económica y sin capacidad de dar continuidad al sistema político chileno, finalmente se acabó el gobierno de Juan Esteban Montero. Contra lo que se pensaba, tuvo una duración breve y un final incluso más inestable para Chile. Para entonces, quien había aparecido como salvador de la patria en 1931, después sería recordado de una manera diferente, como Figueroa en su momento, o como Ibáñez, en otro sentido. Así lo resumió el sacerdote Alejandro Vicuña: "Montero era el más inadecuado de los ciudadanos chilenos para asumir la presidencia de la república y suceder al dictador Ibáñez.
La anarquía política, social y económica reinante en el país exigía la presencia en el poder de un hombre que no tuviese sus condiciones negativas, ya que para afrontar la difícil situación de Chile era necesaria una acción más decidida que la de someterse a la voluntad del electorado" (citado en "Cuando Montero `se somete'", Ercilla, 19 de enero de 1966, en Crónicas políticas de Wilfredo Mayorga del "Cielito Lindo" a la Patria Joven, Recopilación de Rafael Sagredo, DIBAM/RIL/Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 1998, pp. 401408). Para entonces, Chile todavía no tocaba fondo, y la anarquía solo vivía un paso más en el camino. 1991, pp. 93-103). Así se iniciaban los ¡ 201 un días! de Montero en La Moneda, situación muy distinta a las expectativas que lo habían llevado a aceptar la postulación.
Fracaso y futuro El breve gobierno de Juan Esteban Montero estuvo marcado por la crisis económica nacional, que el propio nuevo Presidente había advertido a un amigo: "No crea tanto Ud. en la opinión pública... Si las arcas están vacías no se soportan dictaduras ni regímenes constitucionales". En el plano político había una proliferación de fuerzas, muestra de la división existente en el país. En el ámbito social la cesantía hacía estragos, y con ella algunas de sus consecuencias, como la pobreza, el hambre, la desesperanza y la desilusión. A esto se sumaba una creciente oposición, muchas veces radicalizada y que mostraba la irrupción de nuevas fuerzas socialistas, que tenían expresión partidista y en medios como Hoy, revista dirigida por Carlos Dávila. El año cerró con la Pascua Trágica, que tuvo un asalto a un cuartel en Copiapó para iniciar una revolución, que se trasladó a Vallenar. En ese contexto, mezcla de desorden, miseria y conflictos políticos, transcurrió buena parte del gobierno de Juan Esteban Montero. El 21 de mayo de 1932 el presidente Montero pronunció su discurso ante el Congreso Pleno.
El gobernante se ufanaba de que "la Nación toda" había seguido la "acción restablecedora del orden", decidida a "no permitir el desorden y la anarquía". El programa, relativamente simple, incluía la reducción de gastos y el impulso de "las energías democráticas". A pesar de las dificultades, el gobernante culminó sus palabras manifestando que tenía "plena confianza en el porvenir" y que esperaba que la Providencia deparara a Chile "mejores días de paz, de justicia y de engrandecimiento social" (Sesión del Congreso Pleno, 21 de mayo de 1932). A los pocos días, la revista Hoy decidió destacar los "errores, omisiones, tragedias y curiosidades del Mensaje Presidencial", en forma crítica y destacando la pésima situación económica en que se encontraba Chile (N 28,27 de mayo de 1932). Esto ocurría apenas un mes y medio antes de que su gobierno fuera derrocado por un golpe de Estado. En la práctica, la labor opositora se agudizó, mientras los apoyos al gobierno fueron descendiendo de una forma clara. Si bien Montero era un hombre El mismo día en que asumió el nuevo Presidente, La Segunda ya desplegaba información sobre la novedad. Así informó La Segunda el 5 de octubre de 1931 el triunfo de Montero..