Editorial: “Desempleo ilustrado”
Editorial: “Desempleo ilustrado” Las cifras del último año muestran un alza relevante en el desempleo de personas con título universitario o con otro tipo de educación superior completa, muchas veces llamado “desempleo ilustrado”. Y es que, si bien en todos los niveles educativos la tasa de desocupación actual es muy superior a la registrada en el período 2010-2019, en ese segmento la diferencia resulta especialmente notoria, según muestra un reciente estudio de la Universidad Diego Portales: si entre 2010-2019 la cifra fue 6,1%, al trimestre abril-junio de 2025 se ubicaba en 7,9%. Algunos han querido ver en ello una señal de que las universidades no están preparando adecuadamente a los futuros profesionales. La explicación, sin embargo, es más compleja y dice relación con la composición del mercado laboral.
En efecto, dado que la población que tiene un nivel educativo menor a enseñanza media o secundaria completa se está contrayendo y que cada vez una mayor proporción de jóvenes se inserta en la educación superior, ello se ha traducido en que, persistentemente, está aumentando la proporción de la fuerza laboral que cuenta con educación superior completa. Así, una de las grandes transformaciones del mercado laboral chileno ha sido precisamente su cambio de composición hacia un mayor nivel educativo.
Señal de ello, mientras que a abril-junio de 2010 solo el 22,4% de la fuerza laboral tenía educación superior completa, en abril-junio de 2025 la proporción llegó al 41,5%. De este modo, si bien el incremento del desempleo de aquellos con educación superior es una realidad, ello se debe, de manera significativa, a la misma falta de oportunidades que enfrenta el conjunto de la población como resultado de una economía estancada.
A esto se agregan medidas como las 40 horas, que se suman a otras rigideces, incluido el costoso sistema de indemnizaciones que caracteriza al mercado laboral chileno, todo lo cual tiene un efecto en las contrataciones. En ese contexto, la respuesta al problema no es dar la espalda a la educación superior.
Al contrario, se debe redoblar la apuesta por un aprendizaje de calidad, pero incorporando las nuevas realidades y revisando la pertinencia de los programas que el sistema ofrece en sus distintas modalidades, así como el real valor que generan para sus estudiantes.
En el caso específico de las universidades, no debe abandonarse su esencia, que es la de una educación general, pero, justamente por eso, es necesaria una reflexión crítica sobre la reducción de las exigencias para el ingreso a ellas que se ha venido produciendo en los últimos años.
En cualquier caso, en un país que necesita crecer y desarrollarse, el conocimiento seguirá siendo la herramienta más poderosa para construir un futuro con más oportunidades y menos incertidumbre.. La respuesta al problema no es dar la espalda a la educación superior.