LA SEMANA POLÍTICA
LA SEMANA POLÍTICA Tratar de exponer los legados de una administración en la última Cuenta Pública suele ser un ejercicio inconducente: tiene poca credibilidad, las palabras y frases escogidas se diluyen rápidamente en medio de la refriega política.
Y es que el discurso no solo está hecho por una parte interesada que selecciona arbitrariamente los elementos que le sirven para construir un relato cuya dirección está predeterminada, sino que falta distancia suficiente para ponderar y valorar en toda su magnitud los efectos de las políticas públicas que se impulsaron.
Un ejemplo de ello es lo ocurrido con el segundo gobierno de Michelle Bachelet, donde más allá de las diversas advertencias que en su momento se hicieron, un juicio crítico negativo sobre su gestión y los cambios que promovió --reforma tributaria, reforma al sistema electoral, reforma educacional, entre otras-solo se ha ido consolidando ampliamente con el paso de los años.
De ahí que más que anuncios, frases hechas y una larga lista de supuestos logros siempre discutibles, sería un ejercicio valioso que en esta Cuenta el Presidente Boric hiciera una reflexión profunda respecto de lo que ha sido su experiencia de gobierno.
Que explicara cuáles han sido sus aprendizajes, en qué materias ha cambiado de opinión y en qué otras mantiene sus convicciones, de qué cosas se arrepiente y de cuáles no y, sobre todo, que diera a conocer las razones que lo han llevado a modificar o a reafirmar sus posturas iniciales.
En una reciente exposición, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, celebró que las principales fuentes locales de incertidumbre han quedado atrás, poniendo como ejemplo de ello "los retiros de fondos de pensiones y el proceso constitucional". Agregó que ello está acompañado de "un amplio consenso en torno a la importancia del crecimiento económico, la estabilidad macroeconómica, la responsabilidad fiscal y la apertura comercial". ¿Es eso efectivo? Desde luego, se puede argumentar que muchas de las medidas que ha impulsado el Gobierno no han ido precisamente en esa dirección. Quizá el ejemplo más elocuente ha sido su agenda laboral, cuyos efectos nocivos en el mercado del trabajo se están haciendo sentir con fuerza.
Incluso si se diera por bueno ese discurso, ¿tendrá el Frente Amplio esa postura en favor de la estabilidad y el crecimiento económico cuando le toque ser oposición? No está de más recordar que esta coalición de gobierno apoyó entusiastamente los retiros y el proceso constitucional de la controvertida Convención, cuyo texto refundacional que comprometía el desarrollo del país, muy a su pesar, fue rechazado ampliamente por la ciudadanía.
Las propuestas del precandidato presidencial del Frente Amplio, Gonzalo Winter, quien aspira a una sociedad sin clases y remarca el papel central del Estado para el desarrollo económico, parecen ir en una dirección distinta a lo que sostiene el ministro Marcel. Igualmente los parlamentarios de ese partido que recientemente presentaron un proyecto de ley para eliminar el límite de años en las indemnizaciones por despido.
De ahí que sería necesaria una reflexión del Presidente Boric, pues no es aceptable que se tenga un comportamiento y discurso cuando se está en el gobierno, otro cuando se está en campaña y otro distinto cuando se es oposición.
LA SEMANA POLÍTICA A la espera de una reflexión presidencial No es aceptable que se tenga un comportamiento y discurso cuando se está en el gobierno, otro cuando se está en campaña y otro distinto cuando se es oposición.
Es deber de esta coalición levantar un acuerdo que convoque a otros sectores de la oposición que no se identifican con la derecha ni la centroderecha, que comparten ciertos valores comunes y la necesidad de una reforma al sistema político.
La responsabilidad de Chile Vamos Aunque la generalidad de las encuestas arroja una altísima probabilidad de que las elecciones presidenciales sean ganadas por la oposición, el estancamiento de la reforma del sistema político amenaza con prolongar las dificultades de gobernabilidad del país.
Ello subraya la importancia de avanzar en la conformación de acuerdos parlamentarios que den a la futura coalición de gobierno liderada por la derecha, la posibilidad de impulsar en el Congreso los cambios al sistema político en que existen amplios consensos técnicos. Libertarios, republicanos y socialcristianos ya cuentan con un pacto que puede ser competitivo en todo el país.
Así las cosas, es deber de Chile Vamos levantar un acuerdo que convoque a otros sectores de la oposición que no se identifican con la derecha ni la centroderecha, pero que en segunda vuelta podrían apoyar a su candidata presidencial y, más importante aún, comparten ciertos valores comunes y también la necesidad de una reforma al sistema político. Demócratas y Amarillos debieran ser los destinatarios naturales de ese esfuerzo. Para tener éxito, Chile Vamos deberá contener las aspiraciones de figuras de sus propios partidos y abrir espacio a candidatos del centro político. Esas negociaciones demandan una actitud resuelta de las dirigencias partidarias y, eventualmente, acudir al liderazgo y ascendiente de su candidata presidencial. No se debe subestimar la capacidad de ordenar las filas que tiene quien lidera las encuestas y aparece como mejor aspectada para alcanzar La Moneda. Se trata de exigir un esfuerzo de responsabilidad política a la oposición, para que por delante de legítimas aspiraciones partidarias considere los intereses del país.. - - -