¿Quién le pone el cascabel al gato?
¿ Quién le pone el cascabel al gato? ColumnaE nlos últimos años, los hospitales y centros de salud se han convertido en escenarios recurrentes de violencia. Lo que debería ser un espacio seguro para el cuidado y la recuperación delasalud enfrenta diariamente amenazas que comprometen gravemente su funcionamiento y la integridad de quienes trabajan allí, asícomo delos pacientes.
La Urgencia del Hospital Padre Hurtado, una institución clave parala atención desalud pública en la zona sur de Santiago, estuvo paralizada unos días debido alos graves hechos de violencia suftidosenlosúltimos meses, loque ha obligado asus funcionariosacesaractividades. A modo de ejemplo, afinales deaño, un tiroteo dejóados enfermeras heridas con perdigones. Por ello, laconsignade los trabajadores, “menos balas, más seguridad”, es un grito desesperado que no puedeseguirsiendo ignorado. Este episodio no es un caso aislado. Días antes del hecho mencionado anteriormente, el Servicio de Atención Primaria de Urgencia de Alta Resolutividad (SAR) de Los Quillayes sufrió dos ataques consecutivos, que dejaron daños materiales y detuvieron la atención ala comunidad. Desde agresiones verbales hasta ataques fisios, el personal de salud enfrenta un entorno laboral cada vezmás hostil, que afecta susalud mental y física. Las consecuencias no se limitan al equipo sanitario; también los pacientes ven interrumpidasuatención en momentos críticos.
Allan Mix presidente Sociedad Chilena de Medicina de UrgenciaEntonces, ¿quién se hace cargo? ¿ Cuánto más podemos tolerar quelos hospitales se transformen en campos de batalla? Es urgente implementar un enfoque integral que combine medidas de seguridad efectivas, protocolos estrictos y una revalorización del rol del personal sanitario. Esto incluye controles de acceso rigurosos, refuerzo de la presencia de seguridad y campañas educativas para sensibilizar a lasociedad sobre la importancia de respetar estos espacios vitales. ElEstado y las instituciones tienen el deber de garantizar unentorno laboral digno y seguro para los trabajadores de la salud. Las palabras de apoyo son insuficientes, mientras la inseguridad sesumaalagotamiento mental y fisico de los trabajadores que debeninteractuar directamente con los agresores. Se necesita una acción concreta querespalde aquienes, en medio de estacrisis, continúan trabajando con profesionalismo y vocación. La violenciano puede normalizarse. Elsistema de salud pública está en riesgo vital. La inacción no solo pone en peligro! integridad delos profesionales, sino también la esencia misma de un sistema que, pese asus falencias, siguesiendo un pilar fundamental para millones de chilenos. Eshora de que autoridades, instituciones y sociedad civilasuman suresponsabil dad y trabajen en conjunto para poner fin a esta alarmante situación..