EDITORIAL: Proyectos eólicos en Ñuble
EDITORIAL: Proyectos eólicos en Ñuble EDITORIAL Proyectos eólicos en Ñuble Los proyectos se concentran en las zonas norte y costera (San Carlos, Ñiquén, San Nicolás, Portezuelo, Ninhue, Quirihue, Cobquecura), así como en la zona sur (Pemuco, Yungay, El Carmen y San Ignacio). La larga historia de pasivos ambientales ha enseñado que proyectos de gran impacto, como éstos, requieren una mirada estratégica, que sea capaz de adaptarse a las características de cada territorio y de su gente, incorporando la opinión de la comunidad desde sus etapas tempranas, donde resulta clave conocer sus necesidades y obrar como buen vecino.
E n Ñuble se proyecta la construcción de, al menos, 25 parques eólicos, de los cuales solo nueve han ingresado a tramitación en el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA). De estos nueve, cinco ya cuentan con su aprobación ambiental y uno está en construcción: el parque eólico Pemuco, de Engie Chile -de capitales franceses-, que contará con 22 aerogeneradores y una potencia de hasta 165 MW. La obra, que representa una inversión de US$228 millones, generará, en promedio, 200 empleos directos durante su construcción, con un peak de 450; aunque, en su operación, sólo empleará a diez personas.
Se trata de proyectos de gran envergadura, que, sin duda, contribuirán a satisfacer la creciente demanda nacional de energía, y que posicionan a la región como uno de los futuros polos de generación del país, en un contexto de transición hacia energías más limpias que permitan alcanzar las metas de descarbonización que Chile se ha propuesto, de la mano del avance de la electromovilidad.
En Ñuble, los proyectos se concentran en las zonas norte y costera (San Carlos, Ñiquén, San Nicolás, Portezuelo, Ninhue, Quirihue, Cobquecura), así como en la zona sur (Pemuco, Yungay, El Carmen y San Ignacio). Su emplazamiento obedece a factores técnicos y de accesibilidad, y corresponde a predios con uso agrícola o forestal, con baja densidad poblacional.
Si se consideran solo estos nueve proyectos que han ingresado al SEA, la inversión conjunta alcanza US$ 2.636 millones, una cifra que podría elevarse a más de US$ 7 mil millones si se añaden los otros 16 proyectos en etapas previas de estudios. Todo ello supone la generación de miles de empleos directos e indirectos que contribuirán a dinamizar las economías locales, razón por la que, para un gran número de personas, estas iniciativas son bienvenidas.
Sin embargo, también hay muchas que se oponen a estos proyectos, apuntando a eventuales impactos ambientales y en el medio humano, pues, además de los cuestionamientos al uso de suelo agrícola, los vecinos destacan, entre los principales efectos negativos, el ruido para los habitantes más cercanos, el efecto sombra intermitente y la muerte de aves. Según plantean, los proyectos eólicos van a transformar sus territorios en nuevas zonas de sacrificio, lo que, según argumentan, no se justifica, dado que la región es excedentaria en generación eléctrica. Y agregan un dato revelador: precisamente en esas zonas rurales es donde hay mayores problemas de suministro eléctrico.
La larga historia de pasivos ambientales ha enseñado que proyectos de gran impacto, como éstos, requieren una mirada estratégica, que sea capaz de adaptarse a las características de cada territorio y de su gente, incorporando la opinión de la comunidad desde sus etapas tempranas, donde resulta clave conocer sus necesidades y obrar como buen vecino.
En ese sentido, aquellas empresas que han sido capaces de levantar sus iniciativas de cara a las comunidades, que han considerado sus opiniones, que han creado valor compartido y que han invertido en tecnologías y han modificado sus diseños para minimizar sus impactos, son aquellas que menos resistencia encuentran..