Autor: Manuel Dannemann Correa Magister en Psicología Positiva Universitat Jaume I, España
El desafío de la inseguridad escolar en Chile
El desafío de la inseguridad escolar en Chile I primer semestre de 2025 ha mantenido a las comunidades educativas chilenas en un estado de alerta constante. La Apreocupación por la seguridad y la convivencia en los establecimientos educacionales continua siendo una prioridad. En estos primeros seis meses se han mantenklo las denuncias sobre distintas formas de violencia escolar. Se observa una persistencia en el maltrato entre estudiantes, que sigue siendo la categoria más frecuente. También un preocupante aumento de las agresiones hacia docentesy paradocente. Los incidentes que involucran el uso de armas blancas, así como la presencia de drogas en los entomos escolares, siguen siendo puntoscriticos que demandan atendón urgente. La implementación de protocolos de actuación y la mayor visibilización de estos casos por parte de los establecimientos y las familias contribuyen a un mayor número de registros. Diversos análisis apuntana que esta situaciónes multifactorial. La fragilidad de la salud mental de los escolares, acentuada por losefeotos persistentesde la pandemia y la exposicióna situaciones de vulnerabilidad, se manifiesta en conductas agresivas o disruptivas. La ausencia de estrategias de contención emocional, a nivel familiar como escolar, dificulta la resolución pacifica de conflictos. Sesumaa estouna percepción de debilitamiento de la autoridad docente y directiva, asi como la penetración de fenómenos delictuales extemos en el entornoescobar, generando un ambiente de mayor temore indefension. Leyde Violencia Escolar (Ley 20.536 ) ylos reglamentos intemos de convivencia escolar obligatorios, buscan establecer un marco de acción para prevenir y abordar estos fenómenos. Sin embargo, suimplementación práctica genera interrogantes criticas.
La burocratización de los procesos de denuncia ante la Superintendencia y la falta de recursos humanos y capacitación efectiva para docentes y directivos, limitan la capacklad real de los colegios paraabordar las complejklades emocionales y socialessubyacentes. Esto convierte la normativa en una carga administrativa más que en una herramienta facilitadora para el cambio cultural profundo que se necesita. La estrategia de seguridad escolar del MINEDUC, reforzando equipos de convivencia y la coordinación con fuerzas de orden, ha sido insuficiente. La efectividad de estas acciones requiere una articulación más profunda con el trabajo de base en cada comunidad escolar, trascendiendo la mera fiscalización normativa. El gran desafio para lo que queda de 2025 es transformar un enfoque reactivo en una politica de convivencia escolar robusta, preventiva y formativa.
Esto implica invertir en salud mental, fortalecer las habilidades socioemocionales desde los primeros niveles, empoderar a los equipos docentes y directivos con herramientas prácticas, y sobre todo, reconstruir la confianza y el tejido social dentro y fuera de las aulas para que los colegios vuelvan a ser espacios seguros y propícios para el aprendizaje. C Columna.