Lecciones de una nueva PAES
Lecciones de una nueva PAES N unca fueron muchos los liceos estatales que aparecían entre los primeros 100 planteles de desempeño más elevado en las pruebas de acceso a la educación superior, pero en el proceso de admisión 2025 el fenómeno se extrema: apenas uno, con 147 estudiantes. A principios de este siglo y a fines del pasado típicamente eran cinco o seis liceos los que entraban en esa lista. Y varios de ellos contaban con un número de 330 a 500 egresados, una cifra muy superior a las de colegios privados. Aportaban, entonces, un volumen importante de postulantes a las universidades y carreras más selectivas. Ese capital de la educación pública hoy día se ha destruido.
La baja valoración de la experiencia educativa de los liceos emblemáticos, una mirada sin sustento instalada entre diversos expertos y grupos políticos vinculados a la izquierda, y el término de la selección por aptitud académica son grandes responsables del fenómeno. La educación puede, más allá de la influencia de factores sociales, económicos y culturales, contribuir a la movilidad social y, para este propósito, hay que acudir a distintos instrumentos. Ninguno por sí solo es suficiente, pero es imposible entender cómo se aceptó renunciar a uno existente en ausencia de alternativas. La nueva prueba de admisión a las universidades, PAES, exhibe en su tercera versión regular una consolidación y ha seguido demostrando sus bondades respecto de la prueba anterior: la PSU. Por cierto, son exámenes que aún se están asentando, algo que los cambios relevantes observados en los puntajes promedio desde 2023 deja en evidencia. Estos cambios seguramente poco dicen sobre variaciones efectivas en los aprendizajes o aptitudes. En particular, el aumento de 22 puntos en el promedio de Matemáticas 1en esta última versión no deja de sorprender. Es cierto que el comentario generalizado de los estudiantes que la rindieron fue que era más fácil de lo que esperaban, pero ello no constituye un parámetro confiable. Además, hay que recordar que, en teoría, la metodología de la nueva prueba permite que los resultados sean comparables en el tiempo. Esto es algo que seguramente requiere una transición, pero conviene aclararlo, particularmente por el deterioro que estaría registrándose en comprensión lectora. Si los resultados fuesen comparables, este hecho constituiría un llamado de alerta. En la presentación de resultados que han hecho las autoridades, acompañadas del Demre, llama la atención la escasa información que se entrega de los resultados por género.
En particular, se informa que las diferencias entre hombres y mujeres en las pruebas de matemáticas 1 y 2 han sido pequeñas tanto en 2024 como en 2025, pero el rango que define pequeño es relativamente amplio (una brecha en promedios de 0,2 a 0,5 desviaciones estándares combinadas). Por ello, interesa la evolución más detallada de este indicador. Las bases de datos que ha puesto el Demre a disposición del público --decisión que debe celebrarse por divulgarse, por primera vez, junto con los resultados a los estudiantes-curiosamente no incluyen la variable de género.
Esta situación requiere estudiarse en detalle, sobre todo por las dificultades que ha tenido Chile para educar más igualitariamente en matemáticas a sus alumnas, y por el hecho de que mientras las mujeres representan más de la mitad de las personas que cursan estudios superiores, solo el 20 por ciento de ellas se matriculan en el área de tecnología.
Para recuperar la educación pública se piensa a menudo en grandes reformas sistémicas --la creación de los SLEP es una de ellas--, pero es interesante notar que entre los 20 planteles estatales de mejores resultados existen diez liceos Bicentenario. Con una inversión inicial modesta y sin transformaciones estructurales, han logrado grandes avances. Es cierto que aún sus resultados no son suficientes para posicionarlos entre los primeros cien colegios, pero tienen buenos desempeños y, si se los sigue alentando, pueden contribuir aún más a la movilidad social. Estos liceos apuntaron a cambiar la forma de trabajar en la sala de clases, a fortalecer los liderazgos pedagógicos y a crear expectativas de aprendizaje, una forma efectiva de producir mejoramientos. Poner atención a experiencias como esta es clave para mejorar la educación en Chile y, por esta vía, contribuir a una sociedad más inclusiva y productiva. Se ha destruido todo un capital de la educación pública..