Navegando en la rica historia coquimbana
Navegando en la rica historia coquimbana L a ciudad de Coquimbo es un territorio marcado por su riqueza histórica, geográfica y cultural. Desde sus orígenes precolombinos hasta su consolidación como un polo turístico y portuario, su evolución refleja la interacción entre el ser humano, la naturaleza y la economía. La comuna puerto es un testimonio de adaptación y perseverancia. Desde sus raíces indígenas hasta su rol como puerto global, ha superado desastres naturales y transformaciones económicas.
Hoy, balancea su identidad histórica con un futuro orientado al turismo sostenible y la innovación, manteniendo vivo el legado de sus pobladores: pescadores, mineros y soñadores que forjaron su destino entre el océano y los cerros. La historia de Coquimbo comienza mucho antes de que tuviera nombre. Durante siglos, su bahía sirvió de abrigo a pueblos originarios como los diaguitas, que reconocían en el mar una fuente de vida y conexión espiritual. También se encontraban los changos, expertos navegantes, se dedicaban a la pesca y la recolección de mariscos, utilizando balsas de cuero de lobo marino. Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, el litoral coquimbano fue testigo del avance de la conquista y de la posterior ruta marítima hacia el norte minero del país.
Según el historiador porteño Juan Valdivia un 15 octubre de 1550, Pedro de Valdivia escribía una carta al monarca Carlos V que decía "en la costa de la ribera sur del mar de La Serena hay un muy buen lugar para un buen puerto". En 1544, el conquistador Juan Bohón fundó La Serena, ciudad cercana a Coquimbo, pero fue la bahía de La Herradura la que adquirió relevancia estratégica. En ese contexto, Juan Valdivia Tabilo comenta que Coquimbo para los conquistadores españoles pasó a ser un lugar de desembarco de pertrechos y recursos convirtiéndose en una caleta de la ciudad de La Serena. Durante el siglo XVI, el corsario inglés Francis Drake descubrió la bahía en 1578, utilizándola como refugio durante sus incursiones contra el Imperio español.
Este hecho reveló la importancia geográfica de Coquimbo como punto de resguardo natural, atrayendo también a piratas y contrabandistas. "En su nave `Golden Hind' llega al refugio de La Herradura de Guayacán el corsario Francis Drake. Convirtiéndose en el primer navegante inglés en cruzar el Estrecho de Magallanes por orden de la Reina Isabel", relata el historiador porteño. En el siglo XVII, los españoles consolidaron el puerto de Coquimbo como enclave para el embarque de minerales extraídos de las minas de plata y cobre de la zona, especialmente de Andacollo. La actividad minera temprana sentó las bases económicas de la región. El siglo XIX marcó un punto de inflexión con el auge de la minería y la llegada de capitales extranjeros. En 1846, se instaló en La Herradura la primera fundición minera de Coquimbo, financiada por la Sociedad México y Sudamérica de capitales ingleses.
Administrada por Robert Edwards Alison y operada por el fundidor Thomas Francis, esta iniciativa impulsó la industrialización y atrajo mano de obra, dando origen a asentamientos obreros como la Población San Juan, creada para familias vinculadas al ferrocarril y el puerto. Además, en 1854, Coquimbo fue declarada puerto mayor, consolidando su rol en el comercio internacional. La construcción del ferrocarril entre La Serena y Coquimbo en 1860 facilitó el transporte de minerales y conectó la costa con el interior. El historiador Juan Valdivia indica que un 1 de septiembre de 1879 se decreta "ciudad a Coquimbo", bajo la presidencia de Aníbal Pinto Garmendia. El verdadero boom llegó entre 1850 y 1900.
Las oficinas inglesas que dominaban la actividad minera y portuaria establecieron sus casas comerciales en el casco histórico de Coquimbo, dándole a la ciudad una impronta cosmopolita que aún se respira en edificios como la Casa Bauzá y la antigua aduana. La llegada del tren no solo facilitó la exportación de minerales, sino que también potenció el crecimiento poblacional.
Las familias obreras, atraídas por las oportunidades, se asentaron en los cerros, dando origen a barrios que con el tiempo se volverían icónicos: Guayacán, El Llano, Baquedano. "De 1858 en adelante, la ciudad-puerto adquiere un estilo inglés predominante, con edificaciones de dos pisos, balcones de madera importada, revestimiento con latón ondulado y el uso de fierro forjado en sus fachadas", señala Valdivia, agregando que un 5 de mayo de 1867 se crea la comuna de Coquimbo siendo su primer alcalde Joaquín Edwards Ossandón. Con el paso de los años, el puerto comenzó a sentir los efectos del agotamiento minero y los vaivenes políticos del país. La Primera Guerra Mundial y luego la Gran Depresión afectaron el comercio exterior. Durante los años 30 y 40, la ciudad vivió un estancamiento económico, aunque mantuvo su relevancia como cabecera del transporte marítimo regional. El siglo XIX marcó un punto de inflexión con el auge de la minería y la llegada de capitales extranjeros. DESARROLLO Y CRECIMIENTO Navegando en la rica Navegando en la rica historia coquimbana Empalme de Coquimbo Juan Valdivia, historiador Parte Alta. Navegando en la rica historia coquimbana El golpe de modernización llegó con la construcción del puerto mecanizado en la década de 1950, permitiendo una operación más eficiente. También se consolidó el mercado de abastos, que hoy aún resiste como ícono popular, y comenzaron las políticas de urbanización en sectores periféricos como Tierras Blancas y San Juan. Durante la dictadura militar (1973-1990), Coquimbo fue escenario de transformaciones silenciosas. Se multiplicaron los asentamientos informales en los cerros, mientras el puerto entraba en decadencia por la falta de inversión estatal. Aun así, surgieron obras significativas como la pavimentación de la Costanera y las primeras etapas del hospital San Pablo. El retorno a la democracia trajo consigo una visión distinta del desarrollo. Se apostó por reactivar la economía local a través del turismo y la cultura. El hito más emblemático fue la construcción de la Cruz del Tercer Milenio, inaugurada en 2001 tras una década de planificación. Visible desde toda la bahía, la estructura se convirtió en símbolo identitario y atracción religiosa, aunque también generó debate por su costo y sentido en una ciudad con muchas carencias sociales. El turismo comenzó a tomar fuerza en sectores como La Herradura y Peñuelas, con la construcción de hoteles, restaurantes y una incipiente industria ligada a los cruceros. Se revitalizó el casco histórico, con iniciativas como el rescate del Centro Cultural Palace y la recuperación de fachadas. Ya en el siglo XXI, Coquimbo experimentó un crecimiento vertiginoso. El boom inmobiliario, especialmente en la franja costera, transformó el paisaje urbano. El sector de El Llano y la Costanera vio nacer edificios de departamentos, mientras la conurbación con La Serena se intensificaba, diluyendo las fronteras físicas pero no las diferencias sociales. En paralelo, se desarrollaron megaproyectos portuarios. La concesión del Puerto de Coquimbo y su modernización atrajeron nuevas líneas navieras y consolidaron el embarque de frutas del valle del Elqui y Limarí. A esto se sumó la remodelación del estadio Francisco Sánchez Rumoroso para la Copa América 2015, con un diseño que evoca la proa de un barco, homenajeando el espíritu marítimo local. Sin embargo, no todo fue progreso. El terremoto y tsunami del 16 de septiembre de 2015 golpeó con fuerza a la ciudad. La zona costera fue arrasada y dejó más de mil viviendas afectadas. La Caleta de Pescadores, corazón de la identidad coquimbana, quedó prácticamente destruida Como toda ciudad-puerto, Coquimbo ha aprendido a navegar entre tempestades y bonanzas. Su historia es un continuo zarpe hacia nuevos horizontes. Y aunque el viento no siempre sople a favor, hay algo en su alma que siempre la impulsa a seguir adelante. Pampilla.