Conaf, en crisis
Conaf, en crisis La salida del director de Conaf era indispensable paracomenzar a reparar el daño que produjo la actuacióndel organismo en el incendio que afectó a la Región deValparaíso en febrero pasado. Al respecto, las conclu-siones del informe de la comisión investigadora de la Cámarade Diputados fueron lapidarias. También, los juicios de exper-tos independientes.
En particular, se cuestiona la falta de dili-gencia y seguimiento una vez detectado el comienzo del incen-dio: a pesar de haber sido avistado tempranamente, no se infor-mó a otras reparticiones de su existencia y tampoco se pusoatención a su evolución. Una actuación diferente habría, posi-blemente, evitado los sucesosmás trágicos. Debe tenerse en cuenta, además, la molestia, anteriorincluso a ese episodio, del esta-mento profesional del serviciopor lo que estimaban una muypobre gestión, detonada, en parte, por nombramientos políti-cos en cargos relevantes, sin la experiencia apropiada.
De he-cho, ese estamento se mantiene en paro a propósito de estarealidad, y no es evidente que la salida del director apacigüe losánimos, sobre todo porque el ministro de Agricultura, reparti-ción de la que depende Conaf, no ha mostrado la diligenciapara asegurar su buen funcionamiento. En diversos estudios internacionales, Chile aparece comouno de los países que serán más afectados por el cambio climá-tico. Se necesita una institucionalidad con mucha capacidad deprevenir incendios y anticiparse con celeridad una vez queellos emergen. Al mismo tiempo, se requiere una selección exi-gente del personal. Esto no ha ocurrido y el caso de Valparaísolo ha hecho patente. Pero, además, Conaf se encuentra tensionada por otros dosfactores. Por un lado, la aprobación de la Ley 20.600, que creóel Servicio Nacional de Biodiversidad y el Sistema Nacional deÁreas Protegidas. Ella ordena el traspaso a este nuevo serviciode todo el personal vinculado a la administración y gestión delas áreas silvestres protegidas. Por otro, el proyecto que crea elServicio Nacional Forestal, presentado en 2017 y de lenta ycompleja tramitación. Este servicio reemplaza a Conaf y se ori-gina en la incomodidad que ge-nera su naturaleza de corpora-ción de derecho privado. Peroesta, bien podría ser una venta-ja: en las circunstancias actua-les se requiere una instituciónque pueda adaptarse rápida-mente a los cambios que exigirá la evolución climática. Segura-mente, la tramitación de ese proyecto poco innovador en ma-teria de gestión y alejado de los desafíos de una organizaciónefectiva ha inhibido una modernización de Conaf. Además, hay una serie de coordinaciones que se requerirán con el nuevoservicio que no están quedando apropiadamente resueltas.
La falta de visión respecto de lo que debe ser un serviciocomo este ha quedado también de manifiesto en los comenta-rios que ha suscitado la nueva directora: no son sus capacida-des y competencias sobre las que se está deliberando, sino sussupuestas simpatías políticas. La falta de visión respecto de lo quedebe ser un servicio como esteha quedado de manifiesto..