El triunfo de los malos sentimientos
El triunfo de los malos sentimientos Por Ernesto Ottone0]PEStos, entre uno nacionalista y supremacista, que aborrece el pluralismo, y otra partidaria de una sociedad abierta y pluralista, que desea mantener en la era de la información el predominio de las reglas democráticas y una sociedad más inclusiva. Triunfó el primero impulsado por el miedo y perdió el segundo, que impulsaba la esperanza. La democracia es hoy más débil en el mundo. EE.UU. tiene muchos problemas, como el resto del mundo, la diferencia es que los suyos influyen de forma decisiva en la humanidad; la decisión que tomaron nos afectará a todos. Lo absurdo es que esa decisión no está basada en la realidad, sino en la percepción exagerada, histérica y manipulada de esa realidad.
El gobierno de Joe Biden no fue un mal gobierno, no solo realizó medidas sociales importantes, sino que corrigió la pésima actuación de Trump respecto de la pandemia e hizo crecer el PIB más allá de lo esperado. Pero ello contó menos para las clases medias norteamericanas que el encarecimiento del costo de la vida, que junto al miedo identitario de la inmigración ilegal fueron usados por Trump de manera caricaturesca pero eficaz. A Biden lo derrotó algo de lo que es inocente, salvo por la testarudez de no aceptarlo, el decaimiento físico, del cual no se librará Trump tampoco.
Surgirán estudios y análisis con más elementos empíricos que analizarán por qué las cosas se dieron así. ¿Por qué un hombre que hizo un gobierno mediocre como Trump, que aisló a los Estados Unidos, cuyo prontuario penal es parte desu biografía, con posiciones de extrema derecha y admirador de déspotas ha sido elegido para conducir la primera potencia mundial en losaños que vienen? ¿ Alcanzará el patrimonio histórico institucional de EE.UU. para limitarlo y contenerlo? Son preguntas aún sin respuesta.
Sería muy injusto cargar con Kamala Harris y figuras como los Obama, que hicieron con brillo un esfuerzo enorme en nombre de la democracia, pero no pudieron contra el provincianismo estrecho, el llamado de la selva del nacionalismo misionero, y no lograron superar aquello que Alexis de Tocqueville señaló en los primeros años del siglo XIX cuando dijo que “una idea falsa pero simple será siempre más popular que una verdad compleja”. Es en ese terreno que tendrán que trabajar arduamente los partidarios de la democracia en EE.UU.
Lo que es en materia de cambio climático, apertura del comercio, transferencia tecnológica, reforzamiento de un multilateralismo eficiente e impulso a la democracia habrá más lágrimas que sonrisas. l científico político estadounidense Ronald Inglehart no se equivocó cuando denominó a nuestra era como la de “losmalos sentimientos”, de la desconfianza, de la disolución de los lazos y tejidos sociales que son junto al respeto de las reglas, tanto por los ciudadanos como por quienes ejercen el poder, la base de una convivencia democrática.
El triunfo claro, aunque no aplastante de Donald Trump, en la elección de Estados Unidos, que se suponía sería más estrecha, es una confirmación de ello. ¿Qué hace que la nación más avanzada del mundo en términos económicos, con la democracia moderna más antigua del planeta, imperfecta por cierto desde su creación hasta hoy, a la cabeza de la ciencia y la tecnología, las artes y la cultura popular, polo de atracción de quienes sueñan con cambiar sus destinos personales elijan a Donald Trump? Es un enigma difícil de desentrañar a través de la razón. Claro, el mundo atraviesa momentos difíciles, el poder de Estados Unidos está siendo desafiado por naciones-continentes enormes que abandonaron su atraso para avanzar con extrema rapidez, como China e India, cada cual asu manera. Rusia de manera peleona nose resigna al lugar que le asigna su actual situación después de haberoficiado de superpotencia, y Europa está debilitada como su tradicional aliada. Existen dos guerras en acto en el mundo y pueden extenderse.
También es cierto que la crisis del sistema democrático en el paso de la sociedad industrial a la sociedad digital ha debilitado la legitimidad de EE.UU. como potencia mayor a partir de la magnitud de sus divisiones internas.
Pero alguien podría preguntarse por qué frente a la terrible crisis de los años 30 en el siglo pasael auge del fascismo y el nazismo eudo y ropeo, cuando en América temblaron sus cimientos, fue Franklin Delano Roosevelt quien fue ungido por el pueblo para reconfigurar la democracia y salir del marasmo económico, salvando de paso a la humanidad del mal absoluto junto a sus aliados a través de un esfuerzo solidario la libertad, y hoy cuany en el respeto a do la dimensión de tal catástrofe no existe se elige para dirigir al país una figura que encarna lo opuesto. Difícil respuesta, la elección entre Donald Trump y Kamala Harris era mucho más que una elección entre derecha y centroizquierda, entre republicanismo clásico y demócratas, o entre miradas distintas frente a los desafíos del desarrollo. Fue una elección entre dos sentimien-.