El tirano imperturbable
El tirano imperturbable L o s e v e n t o s en Venezuela la s e m a n a p a s a d a me dejaron preocupado. Qué nob l e, v a l i e n t e y c o n m o v e d o r a María Corina Machado. Pero qué difícil arrebatarle el poder al chavismo, aun cuando pierde elecciones por paliza. Buenos alumnos del castrismo, cuyo régimen acumuló 66 años en el poder este mes, los chavistas pronto entendieron que su objetivo central era el de nunca, nunca entregar el poder. Para eso todo ha valido. Hasta que emigre un tercio de la población ha valido, porque los que se van son opositores, y es más fácil alimentar a menos gente. Que los que se quedan sean mayoritariamente pobres también vale, porque así los esclaviza un Estado del que dependen hasta para comer. Y valen cosas que apenas se les ocurrían a dictaduras pasadas. Criminalizar al mismo Estado, volcándolo al narcotráfico y a la minería ilegal, para poder repartir jugosos excedentes a cualquiera que podría oponerse, sobre todo en las fuerzas armadas. Y llevar a dimensiones surrealistas esos groseros recursos de las dictaduras que son la mentira flagrante y el voluntarismo desenfrenado. Ser impermeable a la verdad o a la razón da fuerza. En todo esto fue notable el juramento de Maduro el viernes pasado, como ejercicio de poder descarado. Se prepararon bien. El jueves, María Corina había podido liderar una protesta masiva, esperanzadora. Inteligentemente no trataron de disolverla con fuerza bruta, que puede convertirse en bumerán, ya que los soldados podrían rebelarse, podrían no querer matar a su propia gente. Más bien secuestraron a individuos, entre ellos a la misma María Corina, por unas horas. Bastó. El día siguiente, el del juramento, nadie protestó, aunque, por si acaso, los paranoicos maduristas cerraron las fronteras terrestres y el espacio aéreo.
También, para despistar, adelantaron el juramento, de manera que algunos invitados ilustres --el parlamentario ruso y Daniel Ortega-llegaron tarde, en pleno discurso de Maduro. ¡Qué discurso! Desplegó todas las técnicas orwellianas propias de las dictaduras más despiadadas. Amenazas groseras. Gigantescas mentiras, a lo Goebbels. El viejo truco de acusar a sus detractores de justo lo que estos lo acusan a él. Así, Maduro, el narco dictador, anuncia que el Tren de Aragua es financiado por los expresidentes Duque y Uribe de Colombia. Maduro, el corrupto, anuncia que sus opositores se dedican a "forrarse". Maduro, quintaesencia del fascismo, anuncia que sus adversarios son fascistas. Toda una lista de acusaciones autobiográficas. Desde luego, como es propio de un dictador, hubo mucha personalización. Como Luis XIV, el Estado es él.
Había una conmovedora simbiosis entre él y el pueblo, explicó, una entre lo que él llama el "pueblo presidente" y el "presidente pueblo"; y su mandato venía no solo del pueblo sino también de Bolívar, de Chávez y --por qué no-de la Historia. Tal vez incluso de Dios: Maduro anunció que él era David frente a sus adversarios fascistas que son Goliat. Y para mostrar que todo esto es, además, un asunto de familia, destacó lo guapa que estaba Cilia Flores, su aterradora mujer. Frente a todo esto, Maduro promete maravillas. Voluntarismo desenfrenado. Todo va a ser "nuevo". Una nueva economía. Una nueva democracia. Una "nueva sociedad ecológica". Ciudades nuevas, "humanas", de "buen vivir". Una nueva constitución. Puro buenismo rimbombante.
Vacuo, salvo esa "nueva constitución" que augura radicalización. ¿Cómo llega un país a caer en manos así? ¿ Cosa de mala suerte? No hemos estado tan lejos en Chile. ¿Qué habría pasado si Piñera hubiera renunciado frente al estallido? ¿ En qué estaríamos si ganaba el Apruebo? ¿ Qué buscará nuestro PC --defensor de Maduro-cuando regrese a la calle? En fin, es cuesta arriba derrocar a Maduro, pero los tiranos sí caen. Hay solo un puñado de rufianes habitando esta dictadura, por lo que hay esperanza. Cabe apoyar a María Corina, entonces, y con pasión. C O L U M N A D E O P I N I Ó N El tirano imperturbable Es cuesta arriba derrocar a Maduro, pero los tiranos sí caen. Hay solo un puñado de rufianes habitando esta dictadura, por lo que hay esperanza. Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog. Por David Gallagher. - - -