Autor: JOSÉ FRANCISCO YURASZECK KREBS, S.J. Capellán general del Hogar de Cristo
COLUMNAS DE OPINIÓN: EL EVANGELIO HOY
COLUMNAS DE OPINIÓN: EL EVANGELIO HOY E ste domingo, el Evangelio nos muestra a Jesús enviando de dos en dos a sus discípulos. Es una escena luminosa, en perspectiva de sinodalidad: todos hemos de comprendernos en misión. No solo es asunto del Papa, los obispos, los sacerdotes, las religiosas. La misión comienza con el anuncio de la paz. Les dice Jesús: "Al entrar en una casa, digan primero: `¡ Que descienda la paz sobre esta casa! '". No es este un saludo trivial, sino una oferta real.
La paz es don de Dios, y también tarea humana: se ofrece, pero debe ser acogida y construida, como quien va urdiendo una red. ¿Puede acogerse hoy esa paz en un Chile marcado por la desconfianza, la polarización y el miedo? El Evangelio responde con una convicción fuerte: sí, si reconocemos que el Reino de Dios ya está en medio de nosotros. Pero para verlo, hay que cambiar la forma de mirar y de caminar. Jesús no envía a sus discípulos con seguridades. Les pide ir sin dinero, sin provisiones, sin calzado, haciéndose totalmente dependientes de la hospitalidad de los demás. En vez de acumular poder o provisiones, he aquí un llamado a confiar en la providencia. Esto es profundamente contracultural. En tiempos en que se valora con razón la autonomía y la autosuficiencia, Jesús propone el abandono confiado. Los discípulos --también quienes nos decimos cristianos, discípulos de Jesús hoy-estamos llamados a vivir desde la sencillez, abiertos a todo encuentro, sabiendo que la paz no se impone, sino que se ofrece. Lo interesante, insisto, es que esta misión no está reservada a unos pocos: el número setenta y dos sugiere totalidad. Cada uno de nosotros ha de comprenderse formando parte de los discípulos enviados, cerca de donde vive, como testigo del Reino. En el marco del Jubileo que estamos viviendo este año 2025, es tiempo de ponerse a caminar, y cruzar las puertas santas que están en algunos templos, pero también en cada periferia. La misión no consiste en "convertir al otro", sino en compartir la alegría de una vida nueva. El Reino no es un lugar lejano ni un futuro incierto: es una presencia que se hace visible en cada gesto amoroso de hospitalidad, misericordia, acogida y perdón.
Cuando los discípulos regresan, emocionados por los frutos de su misión, Jesús les responde con palabras desconcertantes: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo". El mal retrocede cuando la paz se siembra, anuncia y vive.
Pero enseguida Jesús les enseña, con sabiduría: "No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo". No se trata por tanto solo de resultados, ni de aparentes éxitos visibles, sino de cultivar el sentido de pertenencia. De saber que somos amados, sostenidos y enviados, en esta tierra y con la vista puesta en el cielo. La verdadera alegría nace de descubrirnos hijos e hijas, no siervos; hermanos y hermanas, no adversarios. Con todos, todos, todos.
En medio de las tensiones sociales que vivimos, de la crisis de confianza en las instituciones y del sufrimiento de tantos, en este año de elecciones presidenciales y parlamentarias, este Evangelio nos ofrece un camino, que no es ni mágico ni instantáneo. Nos invita a una conversión misionera. A caminar ligeros, confiados, abiertos a los demás, sin temor. A sabernos enviados con una palabra buena que sembrar. Y a descubrir que, aun en medio de las aparentes oscuridades y desesperanzas, el Reino de Dios ya está en medio nuestro. En misión JOSÉ FRANCISCO YURASZECK KREBS, S.J.
Capellán general del Hogar de Cristo "Al entrar en una casa, digan primero: `¡ Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes". (Lc. 10,5-6). EL EVANGELIO HOY San Lucas (10,1-12.17 -20).