Donar sangre: una responsabilidad compartida
Donar sangre: una responsabilidad compartida un recurso médico: es la diferencia entre la vida y la muerte. La Región de Coquimbo no está ajena a esta realidad. Los bancos de sangre de nuestros hospitales deben mantener un stock constante, pero se enfrentan a dificultades estructurales: escasez de donantes habituales, bajo conocimiento de la población y falta de campañas sostenidas en el tiempo. Los profesionales de la salud, en especial tecnólogos médicos del área de bioanálisis clínico, cumplen un rol fundamental en garantizar la calidad, trazabilidad y seguridad de cada unidad de sangre. Pero su trabajo no basta si no hay suficiente materia prima: el aporte de donantes comprometidos. En un contexto sanitario donde la prevención y la participación ciudadana se vuelven pilares del sistema, la donación de sangre debe entenderse como un acto cívico, empático y profundamente humano. Requiere solo 30 minutos, pero puede dar décadas de vida a otra persona. Y más allá de eso, refuerza los lazos invisibles de solidaridad que una sociedad necesita para sostenerse. Hoy, en el Día Mundial del Donante de Sangre, renovamos el llamado: conviértase en donante habitual. Comparta vida. Sea parte de la solución. Donar sangre no es un gesto extraordinario.
Es, simplemente, lo que hacen las sociedades maduras, solidarias y conscientes de que la salud pública también depende de la generosidad colectiva.. Cada 14 de junio, el mundo detiene su ritmo por un momento para rendir homenaje a quienes, de manera voluntaria y anónima, donan sangre para salvar vidas.
Se trata del Día Mundial del Donante de Sangre, instaurado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que no solo busca agradecer este gesto altruista, sino también recordar la urgente necesidad de promover una cultura de donación habitual, voluntaria y no remunerada. Pero en Chile, aún estamos al debe. Solo el 38% de las donaciones son voluntarias, y el resto se produce por reposición, es decir, por exigencia ante una emergencia o procedimiento de un familiar o cercano. Este modelo, aunque funcional, es insuficiente e injusto: genera inequidades, sobrecarga los sistemas de salud y pone en riesgo la seguridad transfusional. A diferencia de países como Cuba, España o Uruguay, donde la donación voluntaria supera el 90%, en nuestro país todavía pesa la desinformación, los mitos y la falta de políticas públicas consistentes. Donar sangre no debilita, no enferma, no daña. Lo que sí hace, y de forma poderosa, es salvar vidas. Una unidad de sangre puede beneficiar hasta a tres personas: pacientes con cáncer, personas que enfrentan cirugías de alta complejidad, mujeres con partos complicados, niños con enfermedades crónicas, víctimas de accidentes de tránsito. Para todos ellos, la sangre no es solo Solo el 38% de las donaciones son voluntarias. El resto se produce por reposición, es decir, por exigencia ante una emergencia o procedimiento de un familiar o cercano.