Suiza no sale del shock de los aranceles de Trump: "¿Por qué a nosotros?"
Suiza no sale del shock de los aranceles de Trump: "¿ Por qué a nosotros?" A tónita.
Suiza aún no sale del asombro tras el 39% de aranceles que le impuso el Presidente de Estados Unidos, uno de los más altos de los aplicados desde que entraron en vigor la semana pasada al mundo. Quedó sólo por detrás de Brasil, India, Laos, Myanmar y Siria.
Y en el país alpino hasta el día de hoy no dejan de preguntarse ¿ por qué a nosotros? Más descolocados quedaron luego que hasta hace poco el mismo secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, llamaba a Suiza "una república hermana". "Suiza... realmente no hizo nada malo. Ahora sirve como ejemplo de advertencia para todos los demás que siguen negociando con los Estados Unidos", afirmó Sam Lowe, destacado columnista suizo.
Mientras el economista Hans Gersbach, del Instituto Económico de la Universidad ETH de Zürich, estimó que podrían perderse entre 7.500 y 15.000 empleos en el país como consecuencia de los aranceles estadounidenses. "El efecto será grave en algunos sectores como la relojería, la maquinaria y los instrumentos de precisión", dijo Gersbach. "Si la industria farmacéutica también estuviera en el punto de mira, la cifra sería mayor", añadió, aunque todavía no se ha calculado ninguna cifra. De momento, el gigantesco sector farmacéutico suizo, que incluye a Roche y Novartis, y que representó la mitad de las exportaciones suizas a Estados Unidos el año pasado, y no fue incluido en los aranceles. Tan mal están las cosas que prácticamente hoy Suiza tiene cerradas las puertas de la Casa Blanca. Su Presidenta Karin Keller-Sutter viajó la semana pasada de emergencia a Washington para poder reunirse con Trump. Y le fue mal. Sólo se juntó con el secretario de Estado, Marco Rubio, un hombre que ha estado ausente en las negociaciones por los aranceles de EE.UU. con el el resto del mundo.
Keller-Sutter volvió con las manos vacías. ¿Qué le pasó a Suiza con EE.UU. entonces? Conocida por su neutralidad, centros de esquí, oro refinado, relojes caros, productos de belleza y farmacéuticos, vacas con campanas en sus montañas, chocolates y quesos, Suiza siempre se jactó de su "excelente" relación con Estados Unidos. Pero Trump lo cambió todo. Bajo el mismo argumento que impuso aranceles a otros países, EE.UU. aseguró que Suiza exporta más bienes de los que compran de ellos. Y es verdad: El déficit comercial de EE.UU. con Suiza pasó los US$38 mil millones el año pasado.
Y durante los primeros seis meses de 2025, el déficit ya se disparó a casi los US$48 mil millones producto de la alta demanda por oro en Estados Unidos que produjeron los mismos aranceles de Trump. Pero, además del déficit comercial, también hay otro problema que tiene EE.UU. con Suiza. Según The New York Times, "en Washington también se han sentido frustrados porque Suiza ha tardado en adoptar sanciones contra Rusia. Además, en el caso en los cables de WikiLeaks, diplomáticos estadounidenses han descrito a Suiza como difícil de tratar.
A esto se suma que los dos países han tenido largas disputas sobre el secreto bancario consagrado en la ley suiza y también respecto a investigaciones de evasión de impuestos sobre el banco suizo UBS". Ante este panorama, igualmente el gobierno suizo prometió que "continuará las conversaciones con Estados Unidos" y, mientras tanto, no impondrá ningún arancel de represalia, ya que también podrían perjudicar a la economía de su país. Pero en Berna, en vez de culparse se preocupan de lo que el país -a diferencia del resto que negoció con EE.UU. de lo que no pueden hacer.
Limitados En primer lugar, como explica el diario Financial Times, Suiza negocia desde un lugar con restricciones institucionales y realismo. "El gobierno suizo suele hacer ofertas que puede cumplir, a menudo vinculadas a lo que es política y constitucionalmente posible. Eso contrasta con las promesas hechas por otros países más grandes, como el compromiso de inversión energética estadounidense por US$ 750 mil millones que hizo la Unión Europea a Trump", dice el FT.
Por ejemplo, "la presidenta suiza no puede ofrecer unilateralmente US$30 mil millones en inversión o acceso a la agricultura sin arriesgarse a una reacción política interna o a una consulta popular", aseguró al diario británico Hans-Peter Portmann, ejecutivo bancario y parlamentario suizo. "Y el gobierno no puede comprometerse en nombre del sector privado como lo hicieron otros países", agregó. Y a diferencia de la Unión Europea o Japón, Suiza además carece de un gran mercado como para tomar represalias contra EE.UU. A la FIFA En suiza le han dado vuelta al asunto para tratar de revertir los aranceles de Trump. Estas van desde acercarse más a la Unión Europea, comprar gas o armas a Estados Unidos, instalar empresas suizas en algunas regiones de EE.UU. o incluso recibir más productos agrícolas estadounidenses en su país. Sin embargo todas estas propuestas tienen un pero que haría difícil su ejecución. Como se dijo antes, el gobierno suizo no puede obligar a una empresa suiza a instalarse en Dakota del Norte a fabricar chocolates Lindt o relojes Swatch en Carolina del Norte. Y una mayor apertura a la agricultura de EE.UU. seguramente tendría la negativa del campo y terminaría en un referéndum.
Es por esto que algunos políticos suizos han propuesto que el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, como canal informal de negociación con el presidente Trump, gracias a la cercana relación personal que ambos han mantenido en los últimos años. "Es el momento de moverse.
Llegó la hora de involucrar a Infantino para intentar abrir las puertas de Washington", al recordar que "la situación es muy grave, con miles de empleos en riesgo, y Gianni es quizás el único capaz de desbloquear esta cuestión". Algunos incluso han sugerido trasladar la sede de la FIFA de Zürich a Miami como parte de una oferta de poder blando. Empresas suizas como Roche y Partners Group también están presionando en Washington. Queda por ver si estos canales privados tienen éxito donde las conversaciones gubernamentales se han estancado.
Suiza no sale del shock de los aranceles de Trump: "¿ Por qué a nosotros?" Con un impuesto del 39%, el más altos para un país desarrollado occidental, estiman que se perderán al menos 7 mil puestos de trabajo. Pablo Rodillo M. Incluso piensan recurrir a la FIFA.