Los dilemas del caso Telegram
La detención en París de Pavel Durov, fundador de lared de mensajería Telegram, ilustra las complejida-des y dilemas que plantea la tecnología moderna. Telegram opera de manera similar a WhatsApp, permitiendo que personas individuales o grupos intercam-bien mensajes.
Tiene unos 900 millones de partícipes50% más que X y un 75% de la población rusa lo utiliza, además de ser un actor importante en Nigeria, Malasia, In-donesia y Arabia Saudita, pero sus usuarios se extienden in-cluso a Chile. La acusación es por no controlar actividad ilíci-ta en su plataforma, como la distribución de material queexpone abuso sexual infantil, nicolaborar con la justicia en iden-tificar a usuarios sospechosos. Inicialmente, también se espe-culó que había motivos geopolí-ticos, pues Telegram se utiliza como diseminador de infor-mación y herramienta comunicacional del ejército ruso. Elon Musk, dueño de X, dijo que esto formaba parte delcombate a la libertad de expresión, pero el Presidente Em-manuel Macron aseguró que se trata de una investigaciónjudicial sin base política. Durov fue puesto en libertad traspagar una fianza de 5 millones de euros, aunque se le impidesalir de Francia. El debate respecto de si es responsabilidadde los propietarios de la plataforma lo que terceros suban aella o si la responsabilidad es solo de estos últimos, se ha idozanjando en Occidente hacia los primeros. De hecho, Meta, dueña de Facebook e Instagram, tiene a 40 mil personascontratadas para vigilar contenidos, mientras que Telegramsolo tiene 50 empleados en toda la compañía.
En todo caso, en chats como WhatsApp o Telegram, el contenido no espúblico y solo es visto por quienes intercambian mensajes, pero paradójicamente para una red que se publicita comosecreta Telegram no está encriptado de extremo a extre-mo por defecto, de modo tal que salvo que en cada diálo-go se active esa encriptación los contenidos quedan en losservidores de la empresa, lo que ha alimentado temores porsus eventuales vínculos con las autoridades rusas. Cabe ad-vertir, sin embargo, que, tal como parece extendido su usopor agentes del ciberdelito, también ha sido una herramien-ta para la organización de grupos disidentes a gobiernosopresivos, con ejemplos que vandesde Hong Kong a Bielorrusia. Este caso ha puesto en vitri-na la extravagante personalidadde Durov, cuya fortuna se esti-ma en unos US$ 15 mil millones. Con solo 39 años, sueleeludir la publicidad salvo cuando publica fotos propias atorso desnudo en Instagram y vive en Dubái. Tiene ciuda-danía rusa, árabe saudí, francesa y de St. Kitts, y reconocetener unos 100 hijos biológicos nacidos por donación de es-permios. Se le apoda el “Zuckerberg ruso”, pues creó unacompañía similar a Facebook en Rusia, aunque luego fueforzado a venderla a cercanos al Kremlin. Fundó Telegramhace 11 años, lo que revela su genialidad tecnológica. Este caso, que combina temas de tecnología de punta yde responsabilidad respecto del contenido de mensajes pri-vados, con los peculiares rasgos de su persona, ha atraídoatención mundial. Su desenlace podría aportar nuevos crite-rios en un debate complejo, pero ineludible. El desenlace podría aportar nuevoscriterios frente a un debate que es crucial..