Del “impuesto a los solteros” a la semana laboral de cuatro días: la desesperación de un Japón hundido en su crisis demográfica
Del “impuesto a los solteros” a la semana laboral de cuatro días: la desesperación de un Japón hundido en su crisis demográfica Conscientes de que para convertirse en una superpotencia económica había que frenar la crisis demográfica que se avecinaba, las agencias de planificación familiar de Japón comenzaron hace más de tres décadas a lanzar todo tipo de políticas y campañas publicitarias para incentivar la natalidad: dinero en efectivo por hijo, ampliación de los permisos de maternidad y paternidad, jardín infantil gratis, presión a las empresas para reducir la jornada laboral... Nada de esto funcionó. Tampoco medidas más recientes como la financiación de tratamientos de fertilidad, subsidios para la vivienda o incluso aplicaciones de citas administradas por funcionarios. Los trabajadores japoneses han visto cómo en la última década caían sus ingresos a medida que cargaban con más impuestos para sostener a la creciente masa de jubilados. Y también para llenar los fondos que se destinan a apoyar --y convencer-a las potenciales familias a que tengan muchos hijos.
En los últimos meses, en Japón ha habido bastante debate sobre el bautizado mediáticamente como "impuesto a los solteros". Se trata de un plan para aumentar las primas de seguro médico a todos los ciudadanos y que esos fondos se utilicen para ampliar las ayudas económicas a las familias con hijos. Ni las personas solteras ni tampoco los japoneses con hijos en edad adulta podrán acceder a esas prestaciones.
Muchos residentes han protestado por esta medida, que se aplicará en 2026, asegurando que ya parten con desventaja en el sistema fiscal porque las parejas que están casadas y tienen hijos cuentan con derecho a más deducciones. Japón no para de encogerse y envejecer. El año pasado, el número de nacimientos cayó al nivel más bajo desde que se comenzó a recopilar estadísticas a finales del siglo XIX. Las últimas proyecciones apuntan a que la actual cuarta economía mundial podría perder casi dos tercios de su población de 124 millones para finales de este siglo. Los análisis más alarmistas insisten en que si no se da la vuelta a esta preocupante tendencia, el país va camino de la extinción. Esto es lo que señalaba un estudio que se hizo viral este año publicado por el profesor Hiroshi Yoshida, investigador de la Universidad de Tohoku. "Nos enfrentamos a la extinción. Tras realizar múltiples simulaciones demográficas desde 2012, la proyección es que el país dejará de existir dentro de 695 años", aseguraba. En 2024, en Japón murieron más de dos personas por cada guagua que nació.
La tasa de natalidad se desplomó por noveno año consecutivo marcando 720.988 nacimientos, una disminución del 5% con respecto al año anterior, mientras que se registraron 1,62 millones de muertes en el mismo período. "La economía llegará un momento que se estancará" "Cada vez hay menos jóvenes y toda la carga de esta crisis demográfica recae sobre ellos, por lo que no se podrá sostener a largo plazo.
La economía llegará un momento que se estancará y la sociedad se desintegrará", opina Taro Kono, un veterano político nipón que llegó a ser ministro de Defensa y de Relaciones Exteriores. "Hay escasez de mano de obra en todos los sectores, incluido el Gobierno o el Ejército, donde el año pasado solo se pudo reclutar a la mitad del personal que se necesitaba para el servicio militar", explica.
Si bien muchos países se enfrentan a una gran crisis demográfica, empezando por vecinos como Corea del Sur y China, el caso de Japón, la primera nación entre las grandes economías considerada "superenvejecida", es bastante más crítico.
La tasa de fertilidad, el número promedio de hijos que se espera que una mujer tenga a lo largo de su vida, se sitúa en tan solo 1,20, muy por debajo de los 2,1 que se estiman necesarios para mantener la estabilidad poblacional. "Los líderes japoneses no están garantizando la viabilidad del país a largo plazo. Sus estrategias, en vez de impulsar un cambio estructural real, se han basado en programas obsoletos sobre el trabajo y la familia. Los responsables políticos han creído durante mucho tiempo que los incentivos financieros serían suficientes para animar a las parejas a tener hijos. Pero la constante caída de la natalidad ha demostrado que el dinero no es la solución. Hay otras fuerzas en juego, como un entorno de trabajo rígido que hace que criar hijos sea una perspectiva poco atractiva para muchos jóvenes", señala un análisis del medio especializado Asia Times. Toda esta presión la sufren zonas rurales cada vez más despobladas y centros urbanos congestionados como Tokio, que cuenta con el área metropolitana más poblada del planeta. A partir de abril, en la capital se introdujo una semana laboral de cuatro días para los empleados públicos.
Una medida cuyo propósito es ayudar a los padres en la conciliación familiar y aumentar las tasas de fertilidad, las autoridades quieren que también la sigan las empresas privadas, a las que por ley obligan desde hace un par de meses a ofrecer a sus empleados con hijos pequeños horarios más flexibles, jornadas reducidas y trabajo remoto. "Nos enfrentamos a la extinción" Del "impuesto a los solteros" a la semana laboral de cuatro días: la desesperación de un Japón hundido en su crisis demográfica La tasa de natalidad se desplomó por noveno año consecutivo con la muerte de más de dos personas por cada bebé que nació en 2024.
LUCAS DE LA CAL EL MUNDO DESDE ABRIL PASADO, Tokio introdujo una semana laboral de cuatro días para los empleados públicos con el propósito de ayudar a los padres en la conciliación familiar y aumentar las tasas de fertilidad.
EFE/EPA CIFRAS PREOCUPANTES En Japón, la tasa de fertilidad, el número promedio de hijos que se espera que una mujer tenga a lo largo de su vida, se sitúa en tan solo 1,20, muy por debajo de los 2,1 que se estiman necesarios para mantener la estabilidad poblacional..