Autor: POR Sebastián Montalva Wainer. FOTOS: Diego Spatafore.
LA ARAUCANÍA desde el cielo
LA ARAUCANÍA desde el cielo en esta zona, dice Spatafore. “Más allá de la sequía, lo que más me ha impactado ver es el retroceso de los glaciares, como el de la Sierra Nevada, en Conguillío. En el libro sale una foto que tomé hace cinco años, pero hoy nada de eso existe.
El hielo desapareció completamente”. Con este nuevo libro, y los que ya comienza a planear, Diego Spatafore espera dejar un testimonio gráfico de un territorio que él ha tenido el privilegio de observar como pocos, y que según él no ha sido valorado como responde. “Lo que yo busco es compartir la belleza única de La Araucanía. ¿Cómo puede ser que un área tan increíble de este país sea un destino turístico prácticamente relegado?”, se pregunta. “Más allá de Pucón, que ha tenido más desarrollo, cuando viajas afuera, te preguntan de dónde eres y dices: de La Araucanía No se conoce absolutamente nada.
Chile es Torres del Paine, Rapa Nui y San Pedro de Atacama, y ahora un poco más la Antártica, pero lamentablemente La Araucanía no ha tenido una promoción turística como se merece”. DAsí se llama el nuevo libro del fotógrafo Diego Spatafore, quien lleva casi dos décadas registrando desde avionetas y helicópteros la belleza natural de la región a la que llegó siendo adolescente y que todavía esconde lugares tan espectaculares como desconocidos. Estos son algunos de ellos. “Para mí, ahí cometieron un crimen: son miles de hectáreas de bosque nativo que fueron reemplazadas por pinos. Ese sector no es parque ni reserva, pero está justo en la línea: tú ves por un lado este hermoso bosque nativo que al lado tiene una vasta área de plantaciones. El único recurso invaluable que tiene La Araucanía son sus parques nacionales, y algunos están abandonados”. El cambio climático también se ha mostrado fuertePILLÁN. La erupción del volcán Llaima en 2008 gatilló la pasión de Spatafore por la fotografía aérea. Se suele decir que para sacar una gran fotografía hay que estar en el lugar y momento precisos, listo para hacer clic y capturar un instante que difícilmente se repetirá.
Pero para Diego Spatafore, especialista en imágenes aéreas, no basta solamente con eso, sino que además deben “alinearse los astros”. “Esa es la gran diferencia de la fotografía aérea, porque hay factores que uno simplemente no maneja”, dice Spatafore desde su casa en Temuco, la ciudad donde ha vivido prácticamente toda su vida: llegó con su familia desde Río Gallegos, Argentina, cuando tenía 17 años. Hoy está a punto de cumplir 51. “Primero, el piloto tiene que estar disponible. Segundo, la aeronave debe estar disponible. Tercero, hay que considerar el clima. Y cuarto, el bolsillo, los recursos económicos.
Esos cuatro astros deben alinearse, porque si falla uno de ellos, no hay foto”. Precisamente, para hacer la portada de su reciente libro, Araucanía desde el cielo, el sexto de su carrera (disponible a pedido desde su cuenta de Instagram: @spataforediego), durante la cual se ha especializado en el registro aéreo de esta región y específicamente, de sus volcanes, los astros de Spatafore se pusieron en línea una vez más. Se trata de una espectacular imagen de dos avionetas que parecen caer en picada hacia el cráter ardiente del volcán Villarrica, que ha sido protagonista de gran parte de su trabajo. “Esa imagen la hicimos con los muchachos del Team Acrobático de Villarrica”, recuerda Spatafore, quien tomó la fotografía desde un helicóptero, siguiendo un plan de vuelo que fue mucho más difícil de lo esperado. “Habíamos hecho todo un brief para definir cómo lo haríamos.
Lamentablemente, a los cinco minutos de despegar yo perdí la comunicación con los pilotos y tuvimos que triangular con Melvin Becerra, el piloto que manejaba el helicóptero, para que él les dijera lo que había que hacer.
Pero tuvimos mucha paciencia y ellos hicieron varias pasadas sobre el volcán, hasta que logramos la toma perfecta”. Vuela, Diego, vuelaEn tiempos en que, gracias a los drones, parece cada vez más sencillo hacer fotos aéreas, Diego Spatafore prefiere seguir manteniéndose como una especie de romántico. No es que reniegue de esa tecnología, sino que para él la gran diferencia de fotografiar desde el aire es que así da rienda suelta a una de las grandes pasiones de su vida. “A mí me fascina volar.
Además, en tres horas de vuelo uno puede cubrir una distancia muy, muy grande, en cambio con un dron estás muy limitado”, explica Spatafore, quien considera como sus grandes referentes a fotógrafos como el francés Yann Arthus-Bertrand o el chileno Guy Wenborne. “Además, con las baterías del dron puedes volar máximo media hora, y a baja altitud, a no más de mil metros.
En cambio en avión y helicóptero puedes alcanzar los 4.000 metros y se optimiza mucho más la cantidad de fotografías que puedes hacer”. En su biografía, de hecho, Spatafore suele decir que ya a las dos semanas de vida acumulaba varias horas de vuelo, porque su madre, que vivía en Río Gallegos, decidió ir a tenerlo a Buenos Aires cuando estaba casi a punto de dar a luz. Y luego regresó. Además, hace poco también descubrió otro antecedente: un tío abuelo suyo, Lorenzo Rey, fue piloto y fotógrafo del Club Aéreo de Bahía Blanca, Argentina. “Esa historia familiar parecía dar sentido a mi inclinación hacia el vuelo, aunque debo admitir que, al principio, lo mío era solo volar, no fotografiar desde el aire”, escribe. Su vínculo con La Araucanía también se gestó por su familia, que llegó a Chile buscando un mejor futuro, y porque tenían parientes aquí.
Spatafore terminó sus estudios en Chile y pronto se lanzó a viajar por la región, principalmente en bicicleta, y a fotografiarla desde tierra, trabajo que plasmó en su primer libro autogestionado, Tesorosde La Araucanía (2009). quiere texturas y formas que son increíbles. Los fotógrafos de paisaje por lo general tienen la tendencia a querer mostrar todo, pero a veces, si haces un plano más cerrado, el glaciar de un volcán puede parecer la corteza de una araucaria. Con el tiempo me he dado cuenta de que menos es más”. Para el fotógrafo, volar durante tantos años sobre La Araucanía ha sido una experiencia adictiva. Es más, hoy dice que casi no saca fotos en tierra. “Es emocionante observar esta tierra de volcanes, donde tienes ocho grandes cráteres concentrados en un espacio reducido: Tolhuaca, Sierra Nevada, Lonquimay, Llaima, Villarrica, Quetrupillán, Laníny Sollipulli”, detalla. “Yo amo la cordillera, pero también el mar tiene su encanto.
De hecho, la costa de esta región es una zona muy poco conocida turísticamente, porque la mayoría va a la zona lacustre”. Testigo del cambioEn su nuevo libro, Diego Spatafore busca mostrar la región en toda su amplitud, desde la cordillera al mar y de norte a sur.
En 82 páginas, las imágenes se organizan según los tres elementos fundamentales de la naturaleza: “Ko” (agua en mapudungun), “Mapu” (tierra) y “Pillán” (el espíritu que vigila la naturaleza desde las cumbres y expresa su enojo con aludes, tormentas y erupciones, según la tradición mapuche). El registro no solo incluye los grandes hitos fotográficos de la región, como el volcán Villarrica en erupción o elParque Nacional Congui-llío, sino también rincones mucho menos vistos en la costa como el río Monkul, caleta Queule o la playa Lo-berías, pero también lagunas prácticamente desconocidascomo María Jesús en lazona alta del río Biobío, lacordillera de Quinquén o el volcán Colmillo del Diabloo Quinquilil, que está cerca de la frontera con Argentina. Incluso se muestran zonas de cultivos agrícolas en las cercanías de Temuco. “La Araucanía es el granero de Chile, con la mayor producción de trigo y avena del país, y esos campos son impresionantes vistos desde el aire. Por eso decidí incluirlos también”, explica Spatafore. Si bien las fotos muestran sobre todo la belleza natural de la región, también documentan algunos de los problemas que enfrenta, como elreemplazo del bosque nativo por plantaciones forestales o el retroceso de los glaciares.
“Desde 2008 he podido ver la cantidad de bosque que se ha perdido por incendios como el que ocurrióen la Reserva Nacional China Muerta, pero lo másgrave, por el reemplazo de especies nativas por pinos y eucaliptus”, asegura Spatafore y lo ejemplifica con un caso que conoce de cerca: la ladera oeste del volcán Villarrica. Su primer vuelo fotográfico lo hizo en enero de 2008, a bordo de un Cessna 172, donde tuvo la oportunidad de registrar la erupción del volcán Llaima. Desde entonces, no ha parado. Ni de volar ni de sacar fotos: su reciente libro es el resultado de cientos de horas de vuelo que ha sumado desde entonces. “La belleza de esta región es impactante, más aún cuando la miras desde el cielo”, afirma Spatafore. “Desde arriba se puede ver cómo la naturaleza ad-GIGANTE. Amanecer sobre el volcán Villarrica o Rukapillán. Spatafore está constantemente observando y fotografiando su actividad, que ha registrado en varios de s. COLORIDO. Laguna Esmeralda, una de las grandes postales del Parque Nacional C SALVAJE. Spatafore buscó retratar la región en toda su amplitud. Aquí, el salto Punta Negra, L AUTOR. Diego Spatafore vive en Temuco desde los SOBREVIVIENTES. Un pequeño bosque nativo resiste en medio de una pla CAMBIO. El glaciar Sierra Nevada ya no luce como en la foto: el hielo desa us libros. VIDA. El río Monkul, en la costa, es un paraíso para el avistamiento de HIELO. El volcán Sollipulli tiene un enorme glaciar en el