“EN BUSCA DE TIERRA FIRME”: Las memorias políticas de Sergio Muñoz Riveros
“EN BUSCA DE TIERRA FIRME”: Las memorias políticas de Sergio Muñoz Riveros TEXTO SERÁ LANZADO EL PRÓXIMO MIÉRCOLES:Sergio Muñoz ha sido uno de los críticos más duros del estallido.
Tras una entrevista a raíz de los 50 años del Golpe, en 2023, Sergio Muñoz Riveros, columnista, escritor, premio Alejandro Silva de la Fuente, y una figura destacada en el análisis de la actualidad, propuso a la periodista de “El Mercurio”, Paula Coddou, hacer un libro sobre Chile.
Pero el resultado fue una revisión de la vida de Muñoz Riveros que incluye, por cierto, los últimos 50 años del país para iluminar la persona que es hoy, con capítulos que abarcan desde su comprometida militancia comunista, el Golpe y la prisión, hasta el regreso a Chile, el entusiasmo con los 30 años, el alejamiento del ideario del bacheletismo y, por cierto, el estallido, del que fue un duro crítico. El libro, de Ediciones El Mercurio, será lanzado el miércoles 11 de diciembre en las dependencias de este diario, y presentado por Daniel Mansuy.
Aquí, un extracto del capítulo “Mirar con otros ojos”, donde relata cómo sus convicciones de juventud comienzan a resquebrajarse, y narra episodios desconocidos del funcionamiento del PC chileno en el exterior. ¿Por qué recién en 2021 hablaste públicamente de la prisión y de la tortura?Probablemente, por una cuestión de pudor. Fue mucha la gente que pasó por lo mismo, y mucho peor. Un querido amigo, el matemático Cristián Mallol, que fue dirigente del MIR, y a quien conocí en Tres Álamos, todavía lleva una bala en la pierna del momento en que lo detuvo la Dina. Yo tuve la suerte de sobrevivir, pero muchos otros detenidos partieron hacia la muerte desde la Villa Grimaldi y otros lugares.
El informe de la Comisión Rettig de 1991 y luego el informe de la Comisión Valech de 2004 son las actas de un tiempo muy oscuro, documentos que deberían servir a las nuevas generaciones para tener plena conciencia de valores que no pueden ser relativizados bajo ninguna circunstancia, en primer lugar, la defensa de las garantías individuales. ()¿ Qué tanto influyó la prisión en tu evolución política?Mucho. Me obligó a pensar en las cosas primordiales de la vida en sociedad, y constatar cuánto había cambiado Chile como consecuencia de los odios políticos.
La práctica de la tortura es una expresión de inhumanidad frente a la cual no valen las coartadas ideológicas, ni políticas ni religiosas (). Más tarde, tuve información suficiente respecto de que la tortura y el crimen constituyen, finalmente, el denominador común de todas las dictaduras. Lo más parecido a una dictadura de derecha es una de izquierda, y viceversa. La degradación establece entre ellas un parentesco esencial.
Se puede decir de otro modo: un torturador anticomunista no es moralmente superior a un torturador comunista, y viceversa. ¿Tienes conciencia de que para algunos parece incomprensible tu evolución política después de pasar por Villa Grimaldi?No sé cuál tendría que haber sido la evolución lógica. No les he dado la razón a los torturadores, por supuesto. Fui opositor público a Pinochet cuando él estaba en La Moneda. Bregué por la recuperación de la democracia. Considero que lo más importante es defender los derechos humanos en todo tiempo y en todo lugar.
Y condeno sin vacilaciones las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua. ¿Qué tiene eso de incomprensible? (). A mediados de diciembre de 1976 viajé a Ámsterdam, junto a María Victoria, mi esposa, y mi hijo Andrés, de 9 años. Fuimos afortunados al llegar a Holanda, país al que llevo en el corazón. Allí, nació mi segundo hijo, Aníbal, a fines de 1982 (). Pocas semanas después de arribar a Holanda, viajé a una reunión del comité exterior de las Juventudes Comunistas, en Budapest, Hungría. Allí me reencontré con Gladys Marín, que seguía siendo la secretaria general y residía en Moscú. Pude abrazar entonces a Manuel Guerrero Ceballos, quien había llegado a Tres Álamos a mediados de 1976 con una bala alojada cerca de la axila, disparada por un militar al momento de su detención.
En la reunión que menciono, Gladys Ma-rín me ofreció que me fuera a vivir a la República Democrática Alemana, donde varios militantes habían constituido un grupo de estudios sobre Chile en la Universidad de Leipzig (ese grupo alcanzó luego cierta notoriedad partidaria, porque dio respaldo teórico a la “política de rebelión popular” impulsada por el PC). Agradecí la oferta de la secretaria general, pero le expliqué que ya había iniciado gestiones para entrar a la Universidad de Ámsterdam y que me sentía bien en Holanda. Allí quedó el asunto (). Me imagino que, si te hubieras ido a la Alemania comunista, todo habría sido muy distinto. Todo, por supuesto. Conozco la experiencia de muchos amigos que vivieron allí, y no me habría gustado pasar por eso.
En 1983 fui a Berlín a una reunión del PC y pude hablar en confianza con algunos, entre ellos el escritor Carlos Cerda, con quien teníamos inquietudes parecidas, las que iban camino de convertirse en crisis de conciencia. Él y yo nos dábamos cuenta de que el monolito ideológico que habíamos defendido en la universidad se iba resquebrajando.
En aquella visita, pude hacerme una idea de cómo era la vida en la RDA, o sea, en qué consistía el llamado “socialismo real”, y no me gustó (). UNA BATALLA INTERNA¿ Cuándo y cómo empieza tu incomodidad con la militancia comunista? ¿ Qué hitos la desatan?Fue un proceso largo y contradictorio, en el que se mezclaban los sentimientos y las razones.
Lo determinante fue abrir los ojos al mundo, empezar a conocer cómo eran realmente las cosas en Europa, por qué había una diferencia tan grande entre los países del Este y el Oeste, para ponerlo en términos geográficos, entre la Europa del pluralismo político y laLa portada de “En busca de tierra firme”. del monopolio comunista. En realidad, se desató una batalla dentro de mí, en la que se acumulaban las preguntas que ya no era posible responder con artículos de fe ni fórmulas estereotipadas.
Influyó, por supuesto, la vida en Holanda, la atmósfera de libertad, los logros del capitalismo desarrollado, el Estado benefactor, la tradición liberal de un país abierto al“El fracaso de numerosas experiencias guerrilleras en América Latina aportaba evidencias suficientes sobre lo ilusorio que era imaginar la derrota de ejércitos profesionales como el chileno”. mundo, etc. () Desde Holanda, viajé a reuniones partidarias en la antigua Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, RDA, y pude comparar esa realidad con lo que yo vivía, o lo que había visto en Alemania Occidental, Bélgica, Francia, Italia. En mi cabeza, se desató un torbellino que desajustaba la trinchera en la que había estado instalado por largo tiempo.
El discurso anticapitalista empezó a erosionarse por todos lados (). En tu libro “Estado de alerta”, dices que “por mucho tiempo habitó dentro de mí un comisario ideológico que se encargó de controlar mis pasos (me había desdoblado en vigilante y vigilado”. ¿Cómo era eso?El comunismo tenía mucho de fe religiosa.
Era una suerte de credo inexpugnable, y además con aires de verdad científica, que consiguió cautivar esa es la palabra a millones de seres humanos con la promesa de la sociedad igualitaria (). Así, el “comisario ideológico” era el guardián de la fe que estaba instalado en mi conciencia. Hasta que empezó a retroceder y perdió la pelea.
Yo seguí siendo militante en Holanda, pero al comienzo de los años 80 ya pensaba de otro modo (). En 1979 habías dejado de ser miembro de la dirección de la JJ.CC. en el exterior y te integraste a la estructura del PC en Holanda. ¿Cómo era el ambiente ahí, el nivel de debate?Había un par de cientos de militantes comunistas en Holanda, venidos de muy diversos lugares y con experiencias muy distintas. Guardo un buen recuerdo de la gente que conocí allá. Hay que entender que los partidos de izquierda en el exilio no eran solo estructuras políticas, sino también el espacio de la nacionalidad, de la pertenencia a una historia y una tradición. Nunca comí tantas empanadas como en ese tiempo. Debate político propiamente tal no había.
Además, llegó un momento en que fue clara la opción de la dirección del PC en Moscú por “todas las formas de lucha”, lo que se traducía en un empeño por alinear a los militantes que estaban repartidos por el mundo respecto de esa línea.
Curiosamente, la propia trayectoria del PC en los años 60 y el período de Allende, NULcuando enfrentó duramente al ultraizquierdismo y a las consignas guevaristas en favor de la lucha armada, me ayudó a mirar ese camino con escepticismo.
El fracaso de numerosas experiencias guerrilleras en América Latina aportaba evidencias suficientes sobre lo ilusorio que era imaginar la derrota de ejércitos profesionales como el chileno, y no de opereta, como el de Batista en Cuba. Pero todo eso se olvidó con el triunfo del Frente Sandinista sobre la dictadura de Somoza, en Nicaragua, en el que tomaron parte los primeros egresados del PC chileno de la escuela militar cubana. Eran, por supuesto, oficiales del Ejército cubano, que respondían a las decisiones de la jefatura de Castro. Algunos fueron enviados incluso a pelear a Angola.
Es una historia muy dolorosa, completamente des-conocida por los actuales militantes. ()¿ Cuándo comienza tu distanciamiento del marxismo? ¿ Cuándo te deja de hacer sentido la crítica marxista a las libertades “burguesas”?Creo que mi proceso “revisionista” esa era una mala palabra en el léxico comunista empezó el 11 de septiembre del 73. Es casi una ironía, pero en la casa en la que me acogieron en el momento del golpe estaba el libro “Sobre la libertad”, de John Stuart Mill. Lo leí con enorme interés. Fue un modo de calmar la angustia de aquellos días. Esa lectura maduró más tarde en mí, cuando estuve preso.
Tuve para pensar en las circunstancias que habían determinado que perdiera mi libertad (). En 1978 se me ocurrió llevar el libro de Elleinstein a una reunión del comité exterior de las JJ.CC. en Budapest, y una noche, después de las sesiones de trabajo, nos juntamos algunos participantes en una charla suelta en la que intercambiamos inquietudes. Entonces, les mostré el libro y les leí algunas partes marcadas. Fue como abrir las compuertas a un gran desahogo.
Casi todos tenían algo que agregar (). Lo que iba creciendo entonces era una fuerte corriente disidente dentro del comité central de las JJ.CC. sobre los fundamentos del marxismo-leninismo y la experiencia de los países del Este. Esto puso en alerta a la dirección del PC en Moscú, la cual, fiel a la tradición leninista, no estaba dispuesta a aceptar un foco de disidencia. En un pleno de las JJ.
CC, efectuado en Praga en 1979 (en el que no participé porque ya estaba en el PC) un amplio grupo de dirigentes, a cuya cabeza estaba Ernesto Ottone, expresó abiertamente su visión crítica del socialismo real en presencia de Luis Corvalán, el secretario general del partido.
Lo que vino en los años siguientes fue la renuncia o el alejamiento de muchos de los discrepantes. (). A fines de los 70, mi batalla interna tenía como único testigo a mi esposa, que vivía también, a su manera, el conflicto entre los viejos afectos y la información que nos llegaba por distintas vías sobre la vida en los países socialistas. Para ella, por venir de una familia comunista, todo fue más doloroso. n. Comunista hasta 1987, cercano a la Concertación y hoy independiente, Muñoz Riveros se convirtió en uno de los más destacados críticos del “estallido” de 2019.
En un libro que publicará Ediciones El Mercurio, la periodista Paula Coddou lo entrevista largamente para contar su temprana militancia, su evolución intelectual, hablar de sus conflictos y cambios hasta convertirse en la voz que es hoy. Aquí, un adelanto. TEXTO SERÁ LANZADO EL PRÓXIMO MIÉRCOLES: