El legado del primer médico QUE MURIÓ DE COVID
El legado del primer médico QUE MURIÓ DE COVID La TENS Paula Velásquez fue testigo del agradecimiento de los pacientes hacia elmédico y cuenta que había un hombre que acudía una vez a la semana al hospital, para entregarle pan amasado y el diario. En la foto, Paula Velásquez y atrás, el retrato del doctor Sánchez que pusieron en su memoria. piso”. Nunca hizo diferencias. En Navidad nos traía regalos. Éramos unas 20 personas, entre funcionarios, enfermeras, auxiliares y administrativos. A todos les escribía su nombre en una tarjeta, te daba un abrazo y te decía: “gracias”. Él nos daba las gracias a nosotros recuerda la TENS Paula Velásquez. Pero dedicar su vida a los pacientes de la salud pública tuvo un impacto en el tiempo que compartía con su familia. Paula Sánchez, su hija mayor, recuerda que su padre no solía asistir a los actos en su colegio o a los paseos de curso. Una situación que le costó entender durante su infancia. Cuando era chica me resistía a la idea, decía: “¿ Pero cómo no me va a poder acompañar?”. Después entendí que siempre estaba al servicio y que era su vocación. Por ejemplo, él no pudo ir a mi examen de grado de derecho. Me dijo: “Pucha, es que tengo muchas horas tomadas y desde hace bastante tiempo. Si las cancelo, nadie va a atender a esos pacientes y es gente que está enferma”. Él sabía cuáles eran las consecuencias y el peligro de abandonar a sus pacientes. Ese compromiso me generó mucha admiración, la que sigo sintiendo por él dice Paula Sánchez. Pese a que mantenía una alta carga laboral, René Sánchez no fue un padre ausente. Sus hijos cuentan que, de alguna forma, el médico se las arreglaba para estar en los momentos importantes de sus vidas. A su hija Paula no la pudo acompañar en su examen de grado, pero sí estuvo presente cuando juró ante la Corte Suprema.
En el caso de su hijo Francisco, entre sus recuerdos está cuando lo acompañó a un concierto de la banda Red Hot Chili Peppers o en un viaje de fútbol que realizó en las Islas Canarias. Hice un gol importante en una final y lo fui a abrazar. Me dijo que nunca se había sentido tan orgulloso de mí como en esa ocasión, cuando lo abracé. Más que tener alguna carencia, yo disfrutaba en los momentos que sí estuvo presente. Siempre nos acompañó y ayudó en todo. Era una persona con la que siempre podías contar, sin importar cuál era tu problema.
El 3 de marzo de 2020, cuando el Ministerio de Salud confirmó el primer caso de coronavirus en Chile, René Sánchez pasó a formar parte del grupo de riesgo: tenía 66 años y antecedentes de problemas al corazón. Para evitar la exposición al virus, la TENS Paula Velásquez recuerda que, junto a sus compañeros, intentaron convencerlo de que disminuyera su carga laboral. Pero el doctor Sánchez no quería. Se negaba a abandonar a sus pacientes. Quisimos bajar la cantidad de personas que atendía, para que se fuera más temprano. Pero no hubo caso, me decía: “¿ Cómo van a seguir acumulando pacientes mientras yo estoy en mi casa? Soy médico y si me pasa algo, bueno, me pasará nomás” recuerda Velásquez. En esa ocasión, el gastroenterólogo Alex Arenas estaba a cargo de la jefatura en la unidad. Él también le solicitó al doctor Sánchez que se ausentara del hospital, para que evitara contagiarse. Me preocupó porque me dijo que iba a seguir trabajando igual. Incluso se enojó un poco conmigo, porque se lo pedí. Pero su compromiso era más fuerte y lo entendí. En ese momento, estaba partiendo la pandemia y, además de los temas respiratorios, también había que atender a pacientes con otros problemas, como hemorragias en sus estómagos. El hospital estaba comenzando a colapsar, pero él se quedó trabajando con nosotros. Se sacrificó por sus pacientes relata Alex Arenas. A finales de abril de 2020, René Sánchez se contagió de coronavirus. Después de confirmar el diagnóstico con un examen PCR, se aisló en su casa, junto a su señora y sus hijos Francisco, Josefina e Isabel. Durante el encierro, su estado de salud empeoró e ingresó a la UCI del Hospital Clínico de la Universidad Católica en San Carlos de Apoquindo. Si uno le preguntaba cómo se sentía, nunca decía que estaba mal. Hasta que lo vi con terciana, tiritando producto de la fiebre. Le dije que teníamos que ir a la clínica y me respondió: “Sí, vamos”. En ese momento sospeché que no era tan bueno el panorama. Si accedió es porque no se sentía bien recuerda Francisco.
Después de un par de días internado, y al no mejorar su estado de salud, René Sánchez tuvo el mismo destino que miles de pacientes de esa época: ser intubado y conectado a un respirador artificial. El 2 de mayo, horas antes de que le realizaran el procedimiento, el médico se comunicó con su hijo. Me llamó en la mañana. Todavía recuerdo la duración: un minuto y 26 segundos. Me habló con mucha claridad, me dijo: “Me van a intubar, porque estoy con problemas respiratorios. La verdad es que es un procedimiento normal, no va a pasar nada”. Siempre pensé que mi papá se iba a salvar. Pero si hubiese sabido que era la última vez que hablaría con él, le habría dicho tantas cosas. Después entendí que su llamada fue para que no nos preocupáramos. Él sabía que no era fácil la situación, pero lo hizo para entregarnos calma recuerda su hijo Francisco. René Sánchez murió a los 66 años, tres días antes de su cumpleaños.
La noche del 26 de mayo de 2020, miles de personas interrumpieron sus rutinas de cuarentena y, desde los balcones y patios de sus casas, aplaudieron en honor al primer médico chileno que falleció por coronavirus. También lo hicieron por los profesionales de la salud que seguían batallando contra el aumento diario de contagiados. La escena de los aplausos se repitió afuera del Hospital Dr. Sótero del Río y en varios puntos del país. Por las restricciones, al funeral del doctor Sánchez acudieron presencialmente solo un par de integrantes de su familia. El resto lo despidió a través de una videollamada. En ella se conectaron más de 500 personas. En los próximos meses se cumplirán cinco años de la partida de René Sánchez. Durante todo ese tiempo, sus hijos se han enterado de nuevas anécdotas e historias de su padre. También siguen conociendo a personas que recibieron su ayuda y que él no le contó a nadie. Creo que eso marcó la diferencia. Hay mucha gente que hace cosas buenas, pero es difícil encontrar a alguien que las haga sin que nadie sepa. Es parte del espíritu humano buscar algún reconocimiento, pero mi papá no. Él no era ese médico que se creía más y que hacía diferencias dice su hija Paula. A través de esas historias, es gratificante saber que mi padre, en todo ámbito, siempre fue una persona correcta y de una sola línea. Miro todo lo que hizo y creo que es difícil ser así de desapegado por el reconocimiento, humilde, servicial y estar siempre dispuesto a ayudar a los demás agrega Francisco. En el Hospital Dr. Sótero del Río, la figura de René Sánchez sigue presente. La Unidad de Endoscopia lleva su nombre y sus compañeros colgaron una fotografía de él. Cuando comienza su turno, la TENS Paula Velásquez saluda la imagen del médico. Pero no es la única. Confiesa que los pacientes también lo hacen. Lo miran y le hablan a la foto: “Ahí está mi doctor. Él me sanó, me salvó de una hospitalización. Él me hizo un tratamiento y dejé de sangrar”. En el hospital todos extrañamos al doctor Sánchez, pero sus antiguos pacientes son los más afectados.
Ellos nos dicen: “Pucha, ya no está el doctor que nos tocaba la guatita”. ZEPÓLOSNOFLAOIGRESLa noche del 26 de mayo de 2020 miles de personas interrumpieron sus rutinas de cuarentena para aplaudir en honor al primer médico chileno que falleció por coronavirus. El gastroenterólogo René Sánchez trabajó por más de 30 años en el Hospital Dr. Sótero del Río, donde lo recuerdan como un médico diligente y sumamente comprometido con sus pacientes, al punto de sacrificar su propia salud para atenderlos cuando la pandemia causaba estragos. POR MATÍAS SÁNCHEZ JIMÉNEZSi la situación es complicada o si las cosasZEHCNÁSALUAPno salen de la forma que esperaba, cierro los ojos y pienso: “Ya pues, doctor. Deme una mano, por favor”. Cada vez que un paciente no responde a los tratamientos, Paula Velásquez, técnico en enfermería de nivel superior (TENS), se encomienda al gastroenterólogo René Sánchez. Lo hace para sentirse acompañada, evocando las enseñanzas que le entregó. El doctor no era una persona que se dejara llevar por los títulos universitarios o por el dinero. Solo le interesaba ser una mejor persona y profesional. Él decía: “Si el paciente está esperando, hay que atenderlo porque lo necesita. Estamos acá para ayudar a las personas que están sufriendo” recuerda Paula Velásquez. René Sánchez trabajó por más de 30 años en el Hospital Dr. Sótero del Río, donde era reconocido por su constante preocupación hacia los pacientes. A diferencia de otros médicos, él solía tomarse el tiempo necesario para atenderlos a todos, incluso a los que no tenían horas agendadas. Les examinaba el abdomen y les explicaba con claridad las enfermedades que padecían. La TENS Paula Velásquez lo acompañó en ese camino por más de dos décadas. Además de ser testigo de su profesionalismo, también presenció cómo los pacientes valoraron el compromiso del médico. Un ejemplo de aquello, cuenta Velásquez, era un hombre que acudía una vez a la semana al hospital, para entregarle pan amasado y el diario. Iba sagradamente todos los lunes. Lo hacía porque estaba agradecido con el doctor, ya que atendió a su hija cuando no tenían una hora agendada. Así era el doctor, no discriminaba a nadie. Era una persona sencilla y humilde. Él saludaba a todos sus pacientes de la mano, aunque estuvieran sucios o con mal olor. Pero con la llegada del covid-19 a Chile, su historia cambió. Al inicio de la pandemia, René Sánchez continuó con su trabajo. Tenía 66 años y antecedentes cardíacos. Su familia y sus compañeros le pidieron que no siguiera en el hospital, pero René se negó. No quiso dejar a la deriva a sus pacientes. Tres meses después se contagió. El 26 de mayo de 2020, René Sánchez se convirtió en el primer médico chileno que falleció por coronavirus. Pero más allá de formar un hito en la historia de la pandemia, fue un profesional que dedicó todo su tiempo a la salud pública e impactó en la vida de miles de pacientes. Una labor que hizo de forma silenciosa y sin esperar nada a cambio. Incluso, a casi cinco años de su muerte, su círculo cercano sigue recibiendo agradecimientos de personas que, en algún momento, fueron ayudadas por el médico. El doctor Sánchez prefería el anonimato. Pero al tratar de pasar desapercibido y con todo lo que hacía, él solo brillaba más. Era una persona con ausencia de vanidad. ¿Se imagina a un médico así? Difícil, ¿no? René Sánchez Bascuñán nació el 29 de mayo de 1955. Su familia y compañeros lo recuerdan como un hombre de pocas palabras. Era tímido, pero sabía cómo demostrar sus sentimientos con las personas que lo rodeaban. Pese a su personalidad introvertida, siempre destacó. Fue el mejor alumno de su generación, en el Colegio Verbo Divino. Luego, en 1970, comenzó la carrera de medicina en la Universidad Católica de Chile, donde también resaltó por buenas notas. Al finalizar sus estudios en 1978, René Sánchez se trasladó a la Región de Los Ríos para asumir como médico general de zona y se unió al Hospital de Los Lagos, donde terminó siendo director. Durante su estancia en el sur, conoció a la tecnóloga médica Ana María Birke y, tres meses después de iniciar una relación amorosa, se casaron. Años más tarde fueron padres de cuatro hijos: Paula, Josefina, Francisco e Isabel. El doctor Sánchez se negó a reducir su jornada laboral, pese a estar en el grupo de riesgo de contraer coronavirus.
“Él decía: ¿ Cómo van a seguir acumulando pacientes mientras yo estoy en mi casa? Soy médico y si me pasa algo, bueno, me pasará nomás”. En 1986, René Sánchez, junto a su familia, regresó a Santiago para realizar su especialidad de medicina interna y gastroenterología en la Universidad Católica. En paralelo a sus estudios, comenzó a trabajar en el Hospital Dr. Sótero del Río, un centro asistencial de alta complejidad ubicado en Puente Alto y que abarca seis comunas más del sector suroriente de la Región Metropolitana. En esa época, Alfonso Calvo, cirujano gástrico y endoscopista, fue uno de los primeros médicos que compartió labores con René Sánchez.
Al conocerlo, recuerda que su impresión inicial fue la de “un colega muy tímido y transparente”. Ambos realizaban procedimientos y atendían a pacientes en Urgencia o en la Unidad de Tratamientos Intensivos (UTI). Durante los turnos, Alfonso Calvo conoció la verdadera personalidad de René Sánchez e iniciaron una amistad que perduró hasta el día de su muerte. “Era una persona muy quitada de bulla, siempre tratando de pasar desapercibido. No le interesaba estar en primera fila ni recibir cuotas de poder. Su interés estaba en perfeccionarse y estar al día en su especialidad”, dice. Tenía una notable vocación por el servicio público y siempre dispuesto a solucionar problemas. Con sus pacientes era muy acogedor y mantenía un excelente trato. Nunca supe de una queja contra él. Al contrario, no le importaba si los pacientes tenían una hora agendada, igual los atendía en su consulta o en el pasillo del hospital agrega Alfonso Calvo. Jorge Villalobos, broncopulmonar, lo conoció en las largas jornadas de trabajo en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). “Era una persona bellísima. Poco conversador, pero comprometido con su profesión. Si lo llamaban de otra unidad del hospital para realizar un procedimiento, siempre iba con su equipo y a cualquier hora”. Por sus profesiones, Jorge Villalobos y René Sánchez no compartieron muchos momentos de ocio. Sin embargo, existía una pasión que los unía: la salud pública. René se pudo haber jubilado y dedicado a trabajar en el sector privado. Pero él prefirió seguir en el hospital. Era “soteriano” de corazón. A muchos nos tentaron con grandes sumas de dinero por una consulta privada, pero los médicos que estudiamos en los años 70 y 80 creemos que la profesión médica es para atender a la gente. Tenemos un compromiso con ellos, no juramos por dinero. René siempre fue así, enfocado en ayudar a sus pacientes cuenta Jorge Villalobos. René Sánchez mantuvo su compromiso con el Hospital Dr. Sótero del Río durante 34 años. Se movilizaba en transporte público, llegaba antes de que iniciara su jornada laboral y se iba después del horario establecido. Colaboró en todas las unidades que requerían de su especialidad y realizó diversos turnos de llamados de emergencias. También, en su equipo de gastroenterología, solía tener un trato igualitario con sus compañeros y realizaba actividades poco comunes para su profesión. Lavaba a los pacientes. O si realizábamos una colonoscopia y caían deposiciones al suelo, él las limpiaba. Le decía que yo me encargaba, pero me respondía: “No me cuesta nada limpiar el. René Sánchez junto a su esposa Ana María Birke y su