Autor: DANIEL SWINBURN
FERNANDO PÉREZ retoma su historia de la arquitectura chilena
FERNANDO PÉREZ retoma su historia de la arquitectura chilena TERCER VOLUMEN “Los frutos modernos y su crisis 1950-1980”:ALEUZNELAVNAITSIRCdel transporte, les asistía razón. Algunas de las iniciales la imaginaron como una suerte de Parkway que contribuyera al paisaje urbano, pero no se concretó así. El problema de articular valores urbanos e infraestructura de transporte aparece internacionalmente y, si bien ha habido avances en algunos lugares del mundo, no está completamente resuelto. La ciudad debe articular velocidades y modalidades de movimiento.
Es una tarea pendiente”....y los arquitectosSe lee que en este período se produce una tensión en la manera de concebir el proyecto arquitectónico, aparecen otros modos de producir y pensar la arquitectura, una polaridad que el autor ejemplifica en la oficina de profesionales de esa época de Emilio Duhart, Fernando Castillo, Héctor Valdés y otros, frente al estilo de Juan Borchers y la Escuela de Valparaíso. “Esa polaridad, tal como se da en nuestro país, constituye una peculiaridad del desarrollo de su arquitectura. No sé si ella afecta tanto la construcción de la ciudad, pero sí marca fuertemente la cultura arquitectónica. La ciudad la construyen lo que Alberto Cruz denominó en una ocasión “los constructores de la ciudad”, es decir, los profesionales. No significa que ellos y ellas no piensen, carezcan de cultura y solo produzcan con eficiencia y, en ocasiones, con calidad. Desde mediados del siglo XX, la producción profesional alcanza grados muy altos de calidad en Chile. Es lo que acontece con Larraín y Duhart, o Bresciani Valdés Castillo Huidobro. También con TAU, con Cárdenas Covacevich Farrú, con Jaime y Osvaldo Larraín, y muchos otros. Junto a ellos aparecen grupos como los que menciona que procuran producir arquitectura fuera del círculo de las grandes oficinas y que además entretejen una producción teórica con una práctica.
Hay, sin embargo, hilos secretos que vinculan a ambos grupos”. Por último, frente a la polémica que muchas veces suscita la Escuela de Valparaíso, “he repetido muchas veces, y desde hace mucho, que la historia de la arquitectura en Chile, a partir de la segunda mitad del siglo XX, no puede contarse sin incluir en un puesto destacado a la Escuela de Valparaíso. El tiempo me ha dado la razón, ya que en las últimas décadas dicha escuela ha tenido una considerable resonancia internacional.
Entre los elementos que podrían destacarse de su trabajo está haber desarrollado una nueva relación entre pensamiento y práctica de la arquitectura con base en la poesía y fuerte conexión con el arte y la propuesta de un método pedagógico de gran originalidad”. En estos años, el vanguardismo pasa a ser la corriente dominante de la arquitectura. miento Urbano, Cormu, protagonista de grandes planificaciones, como la Remodelación San Borja y la Remodelación Parque San Luis en Las Condes, calificada de utópica, aunque valorizada en algunos aspectos por el autor.
“La Cormu fue creada durante el gobierno de Eduardo Frei como un organismo relativamente autónomo, capaz de interven i r s o b r e l a realidad urbana con una nueva mirada y una nueva eficiencia. Las expectativas se cumplieron, puesto que, en los relativamen-te pocos años durante los cuales operó, dejó una huella perceptible en las ciudades chilenas. La idea de mejoramiento suponía intervenir sobre la ciudad existente, densificándola y regenerándola. La Cormu fue la responsable, por ejemplo, de masificar las torres como opción de densificación. En su momento, fuimos críticos de algunas de sus soluciones, por ejemplo, por la tendencia a repetir acríticamente las mismas solucio-nes en diversas ciudades y regiones. Hoy, pasadas varias décadas, valoramos su acción. La Remodelación San Borja, por ejemplo, fue un intento de renovar una porción significativa de la ciudad, combinando torres, una placa comercial y un parque. Era una forma relativamente integral de concebir la renovación urbana si se la compara con la densificación únicamente regida por el mercado que hoy predomina.
La calidad de sus departamentos nos parece hoy comparativamente envidiable en relación con las alternativas actuales equivalentes”. De estos años es la construcción de la avenida Norte-Sur, que divide el centro histórico de Santiago con una zanja que hasta el día de hoy resiente ese sector de la ciudad y ha sido objeto de muchas críticas. “La avenida Norte-Sur, hoy Ruta 5, rompió la continuidad del centro de Santiago. No ha sido posible encontrar formas de suturar esa herida a pesar de sucesivos intentos. Hay que poner la situación en contexto. Quienes la concibieron pensaron en la necesidad de un eje norte-sur para Santiago que equilibrara la prevalencia del eje orienteponiente representado por Alameda y Providencia.
Desde el punto de vistaEn 2016, el destacado arquitecto y docente de la Universidad Católica y premio nacional de Arquitectura, Fernando Pérez Oyarzún, inició una pequeña proeza editorial: escribir una historia de la arquitectura chilena del siglo XX en 4 volúmenes compactos, relativamente breves, que pudieran dar un paisaje general de ese fructífero e intenso período, teniendo como destinatario tanto al conocedor como al estudiante y al simple interesado en estas materias.
No había hasta ahora un producto editorial de esta naturaleza en el medio, una carencia que el autor intenta subsanar con un trabajo que logra tejer una excelente síntesis narrativa con gran rigurosidad conceptual, sin dejar de lado, aparentemente, ningún hecho relevante del siglo. Los libros van acompañados además de una gran riqueza iconográfica, que permite ilustrar amigablemente cada página, y de entregar material e información adicional para quienes busquen profundizar en algún tema. El primer volumen de “Arquitectura en el Chile del siglo XX”, que tiene como subtítulo “Iniciando el nuevo siglo”, abarca los años de 1890 a 1930, y tiene su centro de gravedad en el Centenario. El segundo volumen, aparecido en 2017, se subtitula “Modernización y Vanguardia”, que cubre los años clave que significa la llegada de la arquitectura moderna. Un camino sin retorno de dicha tendencia y que ahora en su tercer volumen vemos cómo se despliega casi sin contrapeso. El nuevo volumen lleva como subtítulo “Los frutos modernos y su crisis. 19501980”. Editado porARQ Ediciones, de la U. Católica, el libro de Pérez, que cuenta además con cuatro colaboraciones, será lanzado mañana, en el Campus Lo Contador, a las 18:30 horas.
Se trata de un esfuerzo de escritura que busca además insertar la arquitectura y el urbanismo dentro de la cultura chilena, teniendo siempre a la vista el contexto político y social del país, y la creación de sus artistas.
Respecto a la cultura arquitectónica en este tercer cuarto de siglo, que va de 1950 a 1980, se relata que el vanguardismo iniciado en la primera mitad del siglo en la arquitectura pasa a ser la corriente dominante. Una hegemonía que tuvo un impacto profundo en la construcción de la ciudad y sutransformación estética. “En todo el mundo se levantan edificios que adhieren a esa corriente. En la mayoría de las escuelas, ese tipo de enseñanza se impone. Hay también una expansión de otro tipo: se aprende cómo hacer casas modernas, colegios modernos, hospitales modernos hasta iglesias modernas. Cuando digo modernas, quiero decir no solo tecnológica y funcionalmente modernas, sino expresivas, hasta orgullosas de su modernidad, de pertenecer a un tiempo nuevo y encontrar maneras de expresarlo. Ejercer de acuerdo a nuevos cánones significó cambiar un modo de imaginar y representar la arquitectura”, nos dice Pérez Oyarzún. El impacto que tuvo el movimiento modern o y s u e x p a n s i ó n mundial tras la Segunda Guerra cambió profundamente el ejercicio de la profesión del arquitecto. La forma de diseñar la ciudad pasó del urbanismo al desarrollo urbano. Un cambio que tendió a diluir a la arquitectura y al urbanismo clásico en las ciencias sociales. Pérez responde a ello diciendo que, “desde la Antigüedad, han existido diversas formas de ejercer la arquitectura. Esto también se hace presente en la relación de los arquitectos conla ciudad. Nada diverso ocurre durante el siglo XX. Hay arquitectos más concentrados en proyectos edilicios, por así llamarlos, y otros más interesados en los planes y propuestas urbanos. Excepcionalmente, algunos ejercieron con éxito en ambos campos. Emilio Duhart constituiría un ejemplo de ello. Sin embargo, el desarrollo de la planificación crece en importancia desde mediados de siglo.
Si el trabajo urbano de los arquitectos tuvo que ser necesariamente informado por la geografía o los datos sociales, al menos durante el siglo XX, el planificador casi se sitúa él mismo como un cientista social. Por decirlo de manera sintética, para este punto de vista, son las políticas sociales y econó-micas las que dan por resultado una forma de ciudad: un diseño social que genera un diseño urbano. Algunos arquitectos tomaron ese camino. La dimensión morfológica que había sido un dominio tan caro a los arquitectos pierde interés para ellos, al menos como punto de partida. Los planos desaparecen de los planes.
Este punto de vista surgido de las ciencias sociales, pero también de la ingeniería, sigue teniendo una importancia considerable, aunque convive con una revalorización del proyecto urbano”. Los grandes planesUn momento emblemático de estas décadas urbanas de Santiago en la labor de Juan Parrochia y su Plan Intercomunal de Santiago. “La figura de Juan Parrochia es fundamental para comprender el urbanismo de la década del 60, dice Oyarzún, cuyas huellas se perciben hasta hoy mismo. Formado internacionalmente y con una visión muy amplia de la disciplina, Parrochia fue fundamental en el avance de una estructura vial para Santiago. Esta venía insinuándose desde antes, pero él la concretó y precisó. Fue un visionario también al impulsar el proyecto del Metro de Santiago, que tanta importancia ha adquirido. Participó, efectivamente, como uno de los urbanistas del PRIS, tal vez uno de los últimos momentos en que una idea de Santiago, con sentido de totalidad, logra expresarse en un plano. Parrochia se m o v í a e n u n afrontera entre un urbanismo de configuración y uno de zonificación. De él hemos heredado una buena parte de la estructura de movilidad que hoy posee Santiago, que también marca la percepción que tenemos de su paisaje.
La apertura de avenida Kennedy, por ejemplo, ofreció una nueva visión de la cordillera en Santiago oriente”. Papel central juega en este período la Corporación de Mejora-“ARQUITECTURA EN EL CHILE DEL SIGLO XX: LOS FRUTOS MODERNOS Y SU CRISIS. 1950-1980”, Fernando Pérez O. Ediciones ARQ, 2024,220 pp. $18.000. Tras un intenso trabajo como director del Museo de Bellas Artes, el destacado arquitecto y docente regresa a su refugio académico y retoma su desafiante historia de la arquitectura chilena del siglo XX. El volumen que lanza mañana abarca de 1950 a 1980, un momento crítico de la expansión en todo el país del modernismo vanguardista. Fernando Pérez Oyarzún sostiene que durante este período cambia la forma de diseñar la ciudad y se impone casi sin contrapeso el m