Autor: MARÍA TERESA CÁRDENAS MATURANA
Rodrigo Cortés Muñoz vuelve a ganar el Premio Revista de Libros
Rodrigo Cortés Muñoz vuelve a ganar el Premio Revista de Libros ganador de este concurso organizado por “El Mercurio”, CMPC y la UC. En 2018 se impuso en novela y ahora en cuento. Siempre es una sorpresa conocer la identidad del ganador o la ganadora después de que el jurado emite su veredicto. Pero en esta ocasión el asombro fue aún mayor. Por primera vez en la historia del Premio Revista de Libros, se repetía un autor galardonado. Con su colección de relatos “Amor, horror, venganza”, el abogado Rodrigo Ignacio Cortés Muñoz (1975) se impuso por segunda vez en este certamen organizado por “El Mercurio”, CMPC y la Pontificia Universidad Católica de Chile. Antes había ganado con su novela “Buganvilia”. LO QUE VIO EL JURADO“Me enamoró su estilo duro, descreído, áspero, sin dar espacio a lo de escribir bonito.
Es un narrador feroz, que no da respiro, y lanza, lleno de un dinamismo galopante, escena tras escena, acción tras acción”, opinó la escritora Ana María del Río, quien se inclinó desde el principio por esta obra. “El otro rasgo que me sedujo fue el lenguaje, igualmente duro, áspero, concreto. Sin lugar a vuelos metafóricos. No vacila en utilizar lenguaje crudo, marginal”, señaló. Efectivamente, los cuentos de Rodrigo Cortés son feroces, aunque en ellos se adivina la compasión y la ternura. Por su parte, el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán argumentó: “El autor ha construido un mundo donde la violencia es también una forma de comunicación.
A través de una escritura chispeante y un lenguaje vitalista en el que pulsan las for-mas del Chile de hoy, nos pres e n t a p a i s a j e s i n t e n s o s y seductores, con personajes que avanzan por la vida cual malabaristas, capaces de quemar la casa por amor y entregarse al arte sin condiciones”. El jurado lo integró además María José Navia. “Un libro escrito con un oído privilegiado: el lenguaje tiembla, grita, se confunde y entremezcla en diálogos fulminantes y voces interiores que embrujan el texto. Cada cuento es un nuevo personaje inolvidable.
La pluralidad de voces y mundos deslumbra al igual que su prosa versátil que conjura un volumen de relatos articulado de manera inteligente y compleja y que inda-ga en una violencia de la que parece imposible escapar”, dijo la escritora y académica UC. Sus nombres fueron determinantes para que Rodrigo Cortés decidiera postular nuevamente al premio. “Pensé en el jurado reconoce el ganador. Recuerdo que mi madre me regaló A tango abierto, de Ana María del Río, y me fascinó. A Edmundo Paz Soldán lo conozco desde McOndo, y en un programa de literatura en Estados Unidos, además, me hablaron muy bien de él. María José Navia ganó de manera categórica y brillante un concurso en el que yo también participé. Y al leer su texto se me hizo como cuando el Barcelonahuyendo de Yarmouk. La alegría, las risas.
No sabría cómo explicarlo ni si hay una justificación categórica, pero esas experiencias me exigen silencio y, al mismo tiempo, la necesidad casi imposible de resistir, de contar no ya esas historias, sino de dar cuenta de la hondura que hay en el dolor de mujeres y hombres cuyas vidas parecen fungibles. En ese sentido, sí, ha variado y si tuviera que explicarlo en términos literarios: antes era más Hamlet, hoy mucho más Macbeth. Antes dudaba, hoy, ni siquiera un segundo”. LITERATURA Y DERECHOZEPÓLOSNOFLAOIGRES¿ Cree que este premio puede significar un cambio en su vida profesional?“Creo haber nacido para ser abogado. El punto es que esa praxis, la de pelear todos los días, genera como epifenómeno un mundo emocional que no me es tan fácil ni de reconocer ni de entender, y me lastra, a veces. La literatura, en ese sentido, me ha servido para desestibarlo e insertar distancia. Así, también, le debo a la literatura alegrías y amigos, dimensiones que el Derecho no entrega con frecuencia. Siendo sincero, no creo tener el coraje para ser escritor. O quizá, no todavía. En cualquier caso, el premio es un signo cierto. Tendré que creerle a la vida”. ¿A quién le gustaría dedicarle este premio?“A muchísimas personas. En pocas líneas, a Pablo Simonetti. Sin él, yo no habría aprendido el oficio de escritor. Estuve tres años y medio en su taller y fue determinante.
A mis padres, por absolutamente todo; a Shatila y su comunidad: quizá el lugar en el que he sido más feliz en mi vida; a El Mercurio, por creer en mí como nadie lo ha hecho, y a la Virgen María”. SEROLFROTCÉHde Guardiola le ganaba ocho a cero al Getafe: nada que hacer.
En ese contexto, me pareció que ese jurado podía ver en mi propuesta un intento novedoso”. EL CRISTO QUE SUFRE HOYEl jurado también destacó una coherencia en la propuesta, tanto por la calidad como por las temáticas. “Un cuento de este conjunto lo escribí en el taller de Pablo Simonetti, en 2015. El grueso lo trabajé durante la pandemia. Y luego estuve un tiempo en Viena, y ese espacio y distancia me permitieron corregirlos explica. Las tramas cruzan lugares que han sido esenciales en mi biografía. Estoy muy cerca de lo que se narra, y eso que se cuenta, al resultar correspondiente con mi experiencia, me permite desestibar las tristezas y fracasos que voy acumulando. El cruce, en ese sentido, es porque el dolor, y la alegría, son siempre los mismos. Lo que cambia son mis circunstancias”. ¿Qué posibilidades nuevas vio en estos cuentos, respecto de su novela?“Creo reconocer en mí una porfía magisterial: desde la Conferencia de Medellín a Aparecida. En ningún sentido tengo algún interés por la virtud o la devoción piadosa; sí, por intentar una cercanía con el Cristo que sufre hoy.
Y eso me ha llevado atrabajar en Shatila, el campo de refugiados en el sur de Beirut; a investigar violaciones a los derechos humanos en Costa de Marfil, a asistir a colectivos de Madres Buscadoras en México, a agrupaciones de Derechos Humanos en Centroamérica, y trabajar con comunidades locales en Chaco y en poblaciones en el sur de Santiago. El cuento me da más libertad para registrar esos mundos de una manera literariamente participativa. Me parece, también, que el cuento abre la posibilidad a cierta irresponsabilidad literaria: sus engranajes no están exigidos de la misma manera que en una novela. La verdad, me siento mucho más cómodo escribiendo cuentos”. ¿Ha variado su percepción ante esas realidades?“Trabajé como voluntario en un sidario en Monterrey, México. Recuerdo que el primer día conocí a Diego, él estaba enfermo y grave. Y al siguiente día había muerto. Teníamos la misma edad. Me tocó participar, desde la fiscalía, en los testimonios que víctimas de violaciones brutales a los derechos humanos en Costa de Marfil prestaron ante la Corte Penal Internacional. La relación de los hechos, la hondura del dolor, la improbabilidad de la maldad. Así, también, recuerdo jornadas maratónicas jugando Pictionary en un campo de refugiados entre quienes venían. Por primera vez, en 32 años de trayectoria, se repite el nombre del Rodrigo Cortés Muñoz es abogado y ha trabajado en distintos paíse María José Ana María Paz Soldán.