"¿Eutanasia? Completamente de acuerdo"
Daniel Rozas una época donde todo parece urgente y, al mismo tiempo, insignificante. La tecnología y la información nos conectan con millones de voces pero, a su vez, nos alejan del pensamiento propio. Entre tanto ruido, da gusto hablar con personas que acumulan experiencia y tienen una mirada curiosa sobre el mundo. A sus 80 años, Agustín Squella publicó el libro «La vejez.
Tiempo contra el tiempo» (Ediciones UDP), en el que reflexiona con erudición y sentido del humor acerca de las complejidades que implica envejecer en una sociedad obsesionada con la juventud y la productividad Abogado, filósofo, columnista y profesor, el porteño cree que la edad provecta debe ser disfrutada por los seres humanos y piensa que la muerte debe ser aceptada sin alharacas ni idealizaciones. Antes del fin, Squella reivindica placeres más viej que el hilo negro como leer, tomar café o disfrutar a la familia. También critica la autocomplacencia y la falta de autoc como males extendidos que deberían ser erradicados.
En esta conversación, el exconstituyente defiende la eutanasia y reprueba los constantes aplazamientos legislativos de este tema en Chile: “Los sectores conservadores del país, minoritarios pero con mucho poder, se han caracterizado siempre por oponer resistencia a cambios que de todas maneras van a producirse”. “Nadie es feliz levantando pesas” —¿ Cómo te llevas con tu propia vejez?—Procuro llevarme bien con la ve) aunque nunca he conseguido llevarme del todo bien conmigo mismo. La autocomplacencia y falta de autocrítica es un mal muy extendido y que debería ser erradicado. Somos los reyes de la crítica a otros y reacios a la autocrítica. Con la vejez pasa que a veces uno se va perjudicado en términos de salud.
“¿ Cómo está usted?”, me preguntan, y lo que respondo es: “Perjudicado”. Entonces no queda más que asumir ese momento de la mejor manera posible. —¿ Cuidas más tu tiempo? —Nunca lo he cuidado más allá de hacerlo con los placeres de leer, escribir, ver cine, mover un poco el cuerpo, pasar un tiempo cada mañana en un café, y disfrutar de la familia que tengo.
Pocos años antes habría incluido también dar clases en la universidad. —¿ Te sientes capaz de aceptar tus limitaciones, como olvidar cosas y reírse de ti mismo? —El humor virtuoso es el que se practica a costa de uno mismo y no de los demás, y, claro, ya de 80, encuentro cada vez más motivos para hacer humor a costa de mi mismo.
Algo también a costa de los demás, ¿ cómo no?, habiendo tanta gente que da mucho material en público y en 7 A SS Eutanasia? de acuerdo” El abogado, que acaba de publicar su último libro «La vejez.
Tiempo contra el tiempo», dice que “se ha formado una opinión pública favorable a la muerte asistida, pero continuamos posponiendo las decisiones legislativas que nos importan”. Privado y que merece que nos riamos un poco de ella. —¿ Se acaba la pasión amorosa a los 80 o se transforma? es un verbo por fortuna muy ancho y hondo, y siempre hay lugar para él. La propia amistad no es sino una forma de amor.
El amor es siempre una pasión, una pasión que muta, es cierto, pero que está siempre allí. —Nicanor Parra tiene un poema que se llama “Que gana un viejo con hacer gimnasia”, en el que cuestiona la obsesión por mantenerse activo en la vejez. ¿Qué opinas sobre la presión social actual para que las personas mayores sean productivas y se vean más jóvenes? —Mover el cuerpo hace muy bien, especialmente para esa incógnita que se llama salud mental. En cuanto a eso he pasado por el fútbol, el trote, el ciclismo, la caminata, y últimamente por la indignidad de la bicicleta fija.
Nunca he estado en un gimnasio, pero me imagino que allí se puede pasar muy bien, y no por obligación ni presión social o de los personal trainers que abundan hoy, sino por puro placer, o, cuando menos, por agrado, por $ 9 3 3 3 E E 3 3 E E $5 2 bienestar. No creo que nadie sea feliz levantando pesas o corriendo largo rato sobre una cinta en movimiento, y la felicidad, vaya palabra, hay que tomarla siempre con expectativas moderadas.
Muchas veces ella no es más que una golondrina que no hace verano, pero todos aguardamos candorosamente que de pronto aparezca una bandada de golondrinas. ¿Presión social sobre los viejos para que continuemos produciendo? Más bien para que sigamos consumiendo. Comprando sobre todo, porque no siempre consumimos lo que compramos.
“No creo que la vida de una persona tenga ciclos” —¿ Chile es un país amable con los viejos? —En eso Chile está progresando claramente, y sin pagar el precio de la bobería que a veces desarrollan quienes, con menos edad, se ocupan delos viejos yempiezan a tratarlos con diminutivos. “Levante la manito”, “acostadito por favor”, “tómese su tecito”; ese tipo de indicaciones infantilizan a la vejez. Y algo más: lo peor de nuestras ciudades, Santiago para qué le digo, es la contaminación acústica.
Osea, el ruido que se hace por todos lados y de manera estruendosa. ¿Habrá manera de conseguir que las legiones de motoristas que hay en las calles ajusten sus tubos de escape para disminuir el continuo estruendo de sus desplazamientos? ¿ Qué hacer con aquellos automovilistas de pocas luces que se esmeran para que los tubos de escape hagan el mayor ruido posible a fin hacerse notar? Triste manera de hacerse notar. Joaquín Sabina tiene una canción que repite: “Ruido, tanto tanto ruido”. ¿Hasta cuándo? —¿ Le tienes miedo a la muerte? —Morir es algo; la muerte, nada. Morir es un hecho por el que todos vamos a pasar, pero después de él no hay un estado al que se pueda llamar muerte. Lo que hay es solo una interminable y no consciente oscuridad, parecida a la que precedió nuestro nacimiento. Los clásicos tuvieron razón cuando dijeron que si uno está, la muerte no está; y si la muerte está, es uno el que no está. Somos sensibles al hecho de morir, pero no a la muerte.
Por lo mismo, de alguien que murió no debiera decirse que está muerto, sino que murió. —Marguerite Yourcenar piensa que hay que enfrentar la muerte con los ojos abiertos: “Pienso lo contrario de Julio César que deseaba morir rápidamente.
Por mi parte, desearía morir con pleno conocimiento, por un proceso de enfermedad bastante lento como para dejar que en cierto modo la muerte se inserte en mí, para tener tiempo de dejarla desarrollarse por dentro.
Para no dejar escapar la última experiencia, el paso”. ¿Es importante la aceptación consciente de la muerte en una cultura como la nuestra donde se evita hablar del tema? —Hay que hablar de ese tema, como de todos los que importan individual o coCon la vejez pasa que a veces uno se va perjudicado en términos de salud. “¿Cómo está usted?”, me preguntan, y lo que respondo es: “Perjudicado”. Entonces no queda más que asumir ese momento”. En Chile, somos especialistas en quitarle el poto a la jeringa, incluidos nuestros legisladores.
Estos suelen despachar leyes cortas, leyes parche, escamoteando así los grandes asuntos públicos”. Lectivamente, si bien apartándose de dos lugares comunes: consolarse diciendo que morir es parte de la vida o maldecir el día en que llega la hora.
Es parecido a lo que ocurre con la vejez: ni celebración ni abatimiento extremo. —¿ Pero porqué vemos la muerte como algo trágico cuando es parte del ciclo natural de la vida? —Me perdonas, pero no creo que la vida de una persona tenga ciclos, etapas, posibilidades de reinventarse, o nada que sele parezca.
Morir marca el término dela vida, mejor, de la existencia individual de una determinada persona, y lo que ocurre es que de pronto, se llega a la estación de término en que los pasajeros deben descender, después de lo cual no volvemos a salir a la luz del día valiéndonos de escalas mecánicas. Lo que se enfrenta es solo la oscuridad del túnel que tenemos por delante y por el cual ya no es posible el tránsito iluminado de los trenes. Un breve haz de luz entre dos interminables oscuridades, eso es lo que tenemos. Pero, y como dice Claudio Magris, entretanto bien podemos tomarnos un vaso de vino, dónde vino es algo más que ese delicioso licor. Ese vaso de vino es el o los sentidos que vamos dando a nuestras vidas.
“La vejez puede ser una dicha” —La sociedad moderna suele dejar de lado a los viejos, ¿qué opinas sobre aquellos ancianos que, tras la pérdida de una persona querida, renuncian a vivir o se echan a morir? —Envejecer hoy es algo que le pasa a un cada vez mayor número de personas, permaneciendo también un mayor tiempo en esa condición. Ese es un hecho social ya evidente y muchas veces también un dato biográfico. Envejecemos desde el día de nuestro nacimiento y ese proceso concluye muchas veces con la vejez. ¿Qué hacer entonces? Ver qué se hace o puede hacer cada uno al respecto. En esto importan mucho las condiciones materiales de existencia durante la vejez. La vejez puede dicha, pero en la pobreza se trata de una desgracia. —El filósofo Emile Cioran escribió que “sin la idea del suicidio me habría matado. Porque la vida es soportable tan sólo con la idea de que podemos abandonarla cuando queramos.
La idea de que podemos triunfar sobre la vida, de que la tenemos en nuestras manos, de que podemos abandonar el espectáculo cuando queramos, es una idea exaltante”. ¿Qué opinas acerca del suicidio?—Otra vez la necesidad de los plurales.
Hay suicidios y suicidios, y las diferencias entre unos y otros no están en las maneras de llevarlos a cabo, sino en las muy variadas y a veces inescrutables razones O motivos que llevan a tomar una decisión como esa. Ante el hecho de morir, silencio; y ante el suicido, mayor silencio aún. —Fuiste uno de los constituyentes de más edad en una convención cuyo promedio era de 45 años. Antiguamente, los jóvenes deseaban hacerse mayores lo antes posible para independizarse.
Sin embargo, durante el estallido social, vivimos una época de admiración desmesurada hacia la juventud. ¿Cuál es el costo político de postergar la experiencia? ¿ Lo estamos viendo reflejado en el actuar errático del gobierno de Gabriel Boric? —No es del caso menospreciar la experiencia ni tampoco creer que ella se gana solo acumulando años. Hay jóvenes erráticos, y también muchos viejos lo son, Estos últimos repiten casi a coro este otro lugar común y autocomplaciente: todo tiempo pasado fue mejor. Es de esa manera que los mayores nos quedamos pegados. A veces los jóvenes, que se equivocan no mucho más que los viejos, andan en una búsqueda razonada de lo que sea mejor social o individualmente. En cuanto a la efebofobia, el rechazo a los jóvenes, y a la efebofilia, rendición incondicional antes ellos, hay que huir de ambos perniciosos extremos. Los mayores propenden muchísimo a la efebofobia, y eso en nombre de su experiencia e incluso de la sabiduría que se atribuyen. Pamplinas. La experiencia, y menos todavía la sabiduría, no dependen de cuánta edad se lee en el carnet de identidad. —El poeta Claudio Bertoni dice que ser viejo no es fácil en Chile. “Lo sería realmente si viviera en el norte de Europa, en países escandinavos como Dinamarca y Holanda, que son para mí gusto los únicos civilizados que hay en la tierra.
Tienen la educación, la salud y se abrieron hace mucho al aborto y la eutanasia, Leí con mucho gusto que en Suecia ahora existe una máquina en la que puedes diseñar tú mismo tu eutanasia y que es perfecta, porque no necesitas a nadie para quitarte la vida”. ¿Usted está a favor de la eutanasia? —A veces nos topamos (con Bertoni) en la calle y ambos nos detenemos para tener un momento divertido.
No se trata de andar contando chistes, sino de reírse del mundo y del país, partiendo por cada uno de nosotros. ¿Muerte asistida? ¿ Eutanasia? Completamente de acuerdo, si bien respaldados por una legislación seria que en Chile tenemos recién en primer trámite constitucional. En Chile, somos especialistas en quitarle el poto a la jeringa, como quién dice, incluidos nuestros legisladores. Estos suelen despachar leyes cortas, leyes parche, escamoteando asílos grandes asuntos públicos. Se ha formado una opinión pública favorable a la muerte asistida y a la eutanasia, pero continuamos posponiendo las decisiones legislativas que nos importan.
En Chile nos gustan los discos pare, las pausas muy prolongadas y los interminables estado de reflexión (... ) Pasó con nuestra legislación sobre divorcio, aborto, igualdad de hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, y alternativas al matrimonio civil. ¿Cuándo aprenderemos la lección que nos dejan experiencias como esas, algunas incluso del siglo XIX?