Las manos
Las manos D e los más de cien sitios de arte rupestre registrados por los estudios arqueológicos en la ribera del río Ibáñez y el perímetro del lago General Carrera, en la Patagonia chilena, la mayoría presenta como motivo la huella directa de manos, impresas hace miles de años sobre la roca de aleros, paredones y cuevas, en sitios que ofrecieron refugio a los primeros habitantes de las tierras australes.
Es probable que, debido al poco contacto de estos cazadores recolectores con otros grupos humanos, entre los registros conocidos, fechados aproximadamente entre los 10 mil y los 2 mil años antes del presente, su estilo sufriera escasas modificaciones.
La superposición y profusión del mismo motivo de manos abiertas, en positivo y negativo, formando grandes conjuntos pictóricos, así como las variaciones cromáticas de distintos periodos rojo, negro, blanco, amarillo, verde y azul, hacen suponer una presencia continuada de los mismos lugares a través de los siglos.
Aunque la mayoría de estos sitios arqueológicos se ubica en predios particulares y no cuenta con condiciones especiales de resguardo, existen algunos de acceso público, en los cuales se ha dispuesto de la infraestructura, señalética, control y mediación necesarios para transmitir a un público general su valor patrimonial, importancia científica y profunda belleza. Entre ellos destaca el paredón de las manos de Cerro Castillo, en el cual es posible identificar a simple vista cerca de 150 huellas de manos superpuestas.
El valor excepcional de este conjunto de sitios de arte rupestre, que también presenta figuras de guanacos y grecas, justifica que Chile los haya inscrito hace décadas en la Lista Tentativa de Patrimonio Mundial, paso previo a una eventual postulación a la lista homónima de Unesco. Se trata de una operación que no resulta exagerada, si consideramos que Argentina logró inscribir en 1999, como Patrimonio de la Humanidad, la Cueva de las Manos del río Pinturas.
Junto con el alero Charcamata y otros sitios similares, ubicados en la meseta oriental del lago Buenos Aires que es el nombre del lago General Carrera en el lado transandino, forman parte del mismo complejo cultural, herencia común de una era previa a la formación de los Estados nacionales contemporáneos. Debido a lo anterior, este sistema de manos ausentes, testimonio notable de los pueblos que nos antecedieron en el poblamiento del territorio patagónico, perfectamente podría estimarse como un paisaje cultural relicto de carácter binacional. Además de su innegable valor para la ciencia arqueológica, estas huellas son un espejo de nuestra propia corporalidad que nos llega a través del tiempo.
Al verlas, resulta difícil no reconocerse en las improntas de aquellos adultos y niños que, como podríamos hacer hoy nosotros mismos, existieron y grabaron sus misteriosas manos abiertas, en un gesto repetido por miles de años que hoy nos sigue conmoviendo.
Las manos FRANCISCO JAVIER OLEA El valor excepcional de este conjunto de sitios de arte rupestre, que también presenta figuras de guanacos y grecas, justifica que Chile los haya inscrito hace décadas en la Lista Tentativa de Patrimonio Mundial. Emilio de la Cerda E. Arquitecto PATRIMONIO FUTURO.