Joaquín García-Huidobro, maestro
Joaquín García-Huidobro, maestro S e usa homenajear a los maestros universitarios cuando cumplen cierta edad. El mío, el que me recogió en primero de Derecho, cumplió hace días 66 años. Me estoy saltando un protocolo, pues los homenajes se hacen para quinquenios o décadas. Imagino que no heriré su heterodoxia. Pasa el tiempo y lo veo cada vez más rodeado de ayudantes, alumnos, doctorandos, discípulos, profesores que lo siguen. Sus publicaciones se multiplican. Acusa una plasticidad encomiable. Son pocos quienes pasados los cincuenta se animan a andar rumbos nuevos. Joaquín García-Huidobro ha hecho. Con vitalidad y vigencia. Más que muchos, entre los que me incluyo. Uno esperaría con las décadas cierta retirada, que vendrá más adelante, pero hasta ahora hay una intensificación de actividades, valoradas por especialistas y por los lectores de sus escritos más amplios. Atesoro haber sido uno de sus primeros ayudantes o discípulos. Probablemente el primero al que le dedicó tanto tiempo. Su oficina, en los seminarios en Derecho de la Universidad de Valparaíso, era lugar de pacientes explicaciones, de Aristóteles, Spaemann, Tomás de Aquino.
Fue en Tomás que hice mi tesis de licenciatura, en la "Suma contra gentiles". Con una generosidad pasmosa, Joaquín leyó conmigo y me explicó cientos de páginas de ese difícil texto que de otra manera me hubieran sido ininteligibles. Esa oficina era también lugar de consejos y retos (en aquella época los profesores podían corregir a sus alumnos). Que me dedicase menos a la política. Que enmendase una acción incorrecta con alguien. Que estudiara de tal manera la materia de tal profesor. Una mañana, ya cuando egresaba de la universidad, me dijo que se iba a Santiago. Le aconsejé que tuviese unas horas en su propia escuela, Derecho de la Chile. No me hizo caso. Esa mañana pude también decirle algo que me parece difícil decírselo a alguien: él había hecho, conmigo, que un individuo al que le gustaba la filosofía estuviese en condiciones de dedicarse a la filosofía. Se preocupó incluso de sugerirme el director de tesis en Alemania y contactarme con él. Viajó a ver cómo estábamos, con mi señora en Würzburg. Algunos de los hechos se los ha llevado el tiempo. La hondura, la delicadeza, el humor absurdo, el ambiente de las conversaciones, son perennes. Y su afecto. Al morir mi mamá, fue uno de los primeros en llegar, y cuando mi papá, se subió al auto para acompañarnos a su casa, en Viña. Todo lo que brevemente narro se recorta contra un fondo de sensibilidad estética y por la libertad. Probablemente van de la mano. Joaquín como maestro me enseñó a desenvolverme, a apreciar las bendiciones de la tierra. Ha estado siempre ahí.
Pero para esto: antes que para llevarme a pensar como él, para ver desplegarse y caer, y tal vez producir cierto escrito que valga la pena, a uno a quien talló con el cuidado del calmo escultor capaz de hacer algo, por poco que fuera, de la madera torcida. Joaquín García-Huidobro, maestro Hugo Herrera Prof. Filosofía del Derecho UDP "Algunos de los hechos se los ha llevado el tiempo. La hondura, la delicadeza, el humor absurdo, el ambiente de las conversaciones, son perennes"..