Autor: Nelson Cárcamo Barrera
Alto costo de la conectividad y vida en Magallanes: un desafío para Chile
Mientras ya se percibe el clima previo a la celebración de las Fiestas Patrias y el ambiente dieciochero comienza a invadir la ciudad con banderas, desfiles y conmemoraciones diversas, el bolsillo es el menos contento en este mes.
Junto al aumento en las cifras de desempleo y los gastos propios de las festividades, puede ser un buen momento para abordar uno de los persistentes desafíos que enfrenta Magallanes y su gente: hablamos del alto costo de vida y de la conectividad, una problemática compleja y que afecta directamente a sus habitantes de manera transversal.
El tema se agrava cuando abordamos los elevados precios de los pasajes aéreos, a esta altura, sin límites y derechamente por las nubes, con efectos directos en la economía de los residentes de la región, limitando su capacidad de movilidad o debiendo absorber altísimos valores sin mucha justificación. Frente al alejamiento de la compañía Jetsmart de la ruta que unía Punta Arenas con el resto del país dejando menos opciones para viajar, el escenario se ha vuelto bastante más difícil para los pasajeros.
En un contexto de aumento del índice de desempleo, sumado al alto costo de los bienes y servicios, lamentablemente ya no sorprende tanto encontrar precio de pasajes aéreos a Puerto Montt o Santiago por sobre los 200 o 300 mil pesos.
Probablemente esta sea una de las causas de la contracción del tráfico aéreo para la ruta SantiagoPunta Arenas durante julio, que pasó de transportar a 54.886 pasajeros en 2023, a 47.577 este año, es decir, con una variación de -13,3 por ciento, de acuerdo con la información publicada por la Junta Aeronáutica Civil dependiente del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones.
La falta de competencia y el elevado e inexplicable costo de viajar, no solo atenta contra quienes quieren o deben por fuerza mayor trasladarse a otra región del país, también golpea a la propia economía local desincentivando por ejemplo el turismo y nuevamente, empujando al alza el precio de alimentos o productos básicos que deben ser traídos desde otros puntos del territorio nacional, y que como ya sabemos, los encontramos aquí, con porcentajes promedio bastante más altos que otros lugares.
Si a los antecedentes de, el aumento de la desocupación, baja en ventas de supermercados, en pernoctaciones, y caída brusca de las exportaciones y de desembarque pesquero, -22,7% y -28,3% respectivamente, según datos conocidos y proporcionados por el INE, el pronóstico general no es muy alentador, y bastante menos para los que pretender viajar o pretender planificar un viaje fuera de la región. Las cifras son suficientemente duras como para abordar la situación de manera seria y responsable. Resulta necesario enfrentar el tema con la ciudadanía, debatir, discutir y reflexionar sobre el presente y el futuro de vivir en regiones como Magallanes. En este diálogo, es urgente que el Estado chileno asuma un rol mucho más activo para enfrentar el desafío enorme que tenemos por delante. Subsidios o no, conversaciones con empresarios y políticas públicas nuevas son necesarias para remediar las necesidades de las zonas extremas, como la de reducir considerablemente el costo del transporte aéreo. Más, nuevas y mejores propuestas se requieren con celeridad, al igual como seguir planteando el tema y que no se agote aquí. Ese es el desafío..