Salmonicultura amenazada
L vertiginoso desarrollo que ha tenido la salmonicultura en el país en los últimos 40 años ilustra las virtudes que el crecimiento de las actividades económicas trae para vastos sectores ciudadanos, los problemas que un acelerado despliegue desregulado puede acarrear —solucionables con buenas regulaciones— y lo devastadoras que esas regulaciones pueden llegar a ser si han sido mal concebidas.
En la década de 1980, Fundación Chile —institución público-privada orientada a la transferencia tecnológica— detectó las oportunidades que presentaba la salmonicultura, desarrollando una exitosa empresa en ese rubro, que sirvió de ejemplo para atraer nuevos inversionistas.
Desde entonces, hasta la actual multiplicidad de compañías existentes, que exhiben exportaciones en torno a los US$ 7.000 millones por año, que utilizan en su cadena productiva a una diversidad de emprendimientos diversos —pymes y empresas mayores— y que dan trabajos bien remunerados a decenas de miles de chilenos, la salmonicultura ha sido un modelo de dinamismo y empuje emprendedor.
Sin embargo, también ha enfrentado numerosos problemas: ambientales, por la contaminación de los suelos líquidos de las granjas con restos del proceso productivo, y por la interferencia que sus instalaciones generan a lugares turísticos; también biológicos, por las enfermedades por No debe permitirse que leyes o reglamentos se utilicen de manera maliciosa, antagonizando con el crecimiento económico. Cercanía de granjas, que han provocado muertes generalizadas de peces y la quiebra de empresas. Esto se soluciona con buenas regulaciones ambientales y de ordenamiento territorial para determinar cuáles sitios son utilizables para la salmonicultura y cuáles permanecerán intocados. Parte de ello se ha estado implementando, pero debe continuar haciéndose con aún mayor fuerza. Pero ahora la industria enfrenta una amenaza que puede resultar devastadora: la utilización de la Ley Lafkenche para impedir que bordes costeros sean utilizados para instalar granjas de cultivo. Cruciales serán también para su futuro la forma en que se implemente la ley de áreas protegidas y las definiciones que finalmente incluya la nueva ley de acuicultura que se está preparando.
Si Chile desea salir del estancamiento y generar la riqueza para satisfacer las necesidades y anhelos de la población, como los políticos declaran procurar, no debe permitirse que leyes o reglamentos se utilicen de manera maliciosa, antagonizando con el crecimiento económico, como parece estar ocurriendo con la Ley Lafkenche, o por la introducción de normativas mal concebidas.
Es hora de que el ejercicio de cálculo de costos y beneficios se utilice correctamente, con la sofisticación y tecnología que el mundo moderno exige, y que ese criterio se imponga al tomar las decisiones de regulación productiva.