Krancois Henri Désérable
N soplo de aire fresco en la nuca. En diciembre de 1791 el médico y diputado Joseph-Ignacie Guillotin propuso a la Asamblea Constituyente de Francia un nuevo método para ejecutar a los condenados a muerte. Una técnica limpia, eficaz e igualitaria: “Cae el cuchillo, la cabeza se separa a la velocidad de la mirada, el hombre ya Apenas siente un rápido soplo de aire fresco en la nuca”, dijo. En la época del Terror de la Revolución Francesa, miles de personas, entre nobles y ciudadanos, sintieron ese soplo en la nuca.
Solo en París, en la actual Plaza de la Concordia, tres mil cabezas rodaron al cesto del verdugo, entre ellas las de los reyes Luis XVI y María Antonieta, pero también las de apreciados dirigentes y partidarios de la rebelión, como Georges Danton, Camille Desmoulins y, desde luego, Robespierre, el impulsor del terror. “Muestra mi cabeza al pueblo, lo vale”, fueron las últimas palabras de Danton ante la guillotina. Líder de la sublevación contra la monarquía y miembro central del Comité de Salvación Pública, encargado de dirigir la revolución, con el tiempo Danton se alejó del radicalismo de Robespierre. Formó el grupo de los indulgentes, propuso moderar las ejecuciones y fue acusado injustamente de corrupción. Murió ejecutado el 5 de abril de 1794. Sus últimas palabras intrigaron al escritor Francois-Henri Désérable y fueron la chispa que dio origen a su primera novela, Muestra mi cabeza al pueblo.
Ambientada en la época del Terror, la novela es un conEx jugador de hockey sobre hielo, su novela Muestra mi cabeza al pueblo lo instaló como uno de los autores más brillantes de la joven narrativa francesa. En ella recrea los últimos momentos de vida de una galería de personajes que murieron en la guillotina, desde María Antonieta a Danton.
Viene a Chile la próxima semana invitado a la Cátedra en Homenaje a Roberto Bolaño de la UDE Por Andrés Gómez Bravo junto de relatos que recrean los últimos momentos de vida de una galería de personajes, célebres y anónimos, que murieron en la guillotina, desde María Antonieta y Charlotte Corday, la asesina de Jean-Paul Marat, a Lavoisier, el mayor genio francés del siglo XVIII, y los mencionados Robespierre y Danton. También aparece de perfil el marqués de Lantenanc de Víctor Hugo.
Escrito con elegancia, con una prosa de imágenes a menudo conmovedoras y apoyado en una gran base documental, el libro se publicó en 2013 en Francia, fue premiado por la Academia y le dio un impulso decisivo a la trayectoria de su autor. El libro delineó también el proyecto narrativo de Désérable, relatos donde la ficción y la historia, la imaginación y la realidad seencuentran. En torno a estos temas hablará la próxima semana en Chile. El martes 19, a las 11.30, se presentará en la Cátedra en Homenaje a Bolaño de la UDP, y el jueves 21, a las 19.00, en el Instituto Chileno Francés. “Recibí esta invitación con honor y humildad. Honor, porque Bolaño es un escritor al que tengo en muy alta estima; humildad, porque me inscribo en una lista de invitados prestigiosos, cuyo trabajo admiro. Pienso, por ejemplo, en Jean Echenoz o en Mohamed Mbougar Sarr”, dice. Nacido en Amiens en 1987, Désérable es autor también de premio Histoire de París, y Un certain M. Pikielny, basado en la historia del escritor Roman Gary, que también fue objeto de elogios y premios.
Hoy esreconocido como uno de los autores más brillantes de lajoven narrativa francesa, pero originalmente su destino parecía más bien unido auna pista de hielo y un palo de hockey. -En efecto, primero fui jugador de hockey sobre hielo, un deporte extremadamente impopular en Chile, por la sencilla razón de que allí solo existen tres pistas de hielo (en Santiago, en Puerto Montt y en Punta Arenas). Pero descubrí la literatura a los 18 años, empecé a leer como un condenado y, de hecho, sigo dedicando la mayor parte de mi tiempoa leer libros: “Algunos se enorgullecen de las páginas que han escrito; yo estoy orgulloso de las que he leído”, decía Borges, y es una frase que podría hacer mía. “¿ Por qué escribo?”, se pregunta.
“Porque un día me puse a leer libros, y leer libros me dio ganas de escribirlos, y la lectura se volvió inseparable de la escritura; una no va sin la otra, y ambas me son esenciales: leer, escribir, es como inspirar, expirar. Y es aún una de las maneras más honorables de llenar el curso de nuestras breves existencias”. La alusión a Chile no es arbitraria. Désérable recorrió Sudamérica siguiendo las huellas de otro revolucionario. “En1952, Ernesto Guevara y Alberto Granado partieron de Córdoba, en Argentina, luego pasaron por Chile, Perú y Colombia, antes de terminar, siete meses después, en Caracas, Venezuela. En 2017, yo rehíce el mismo viaje, en las mismas condiciones, siguiendo el mismo itinerario”, cuenta.
“Así que ya he visitado Chile, *ese pedazo de tierra, angosto y largo, suspendido del continente como una espada en su cinturón”, como tan bellamente dice mi amigo Miguel Bonnefoy”. De ese viaje guarda intensas imágenes: “Hice dedo en Puerto Montt, dormí en una carpajunto a un lago en Niebla, caminé tras las huellas de Neruda en Valparaíso, celebré mi trigésimo cumpleaños en Santiago, pesquéen Chañaral, creí morir de sed en la carretera hacia Antofagasta, observé las estrellas a través de los telescopios del Cerro Paranal, sentí vértigo en Chuquicamata y lloré ante la belleza de San Pedro de Atacama”. Ahora retorna para hablar sobre los cruces entre realidad y ficción: “*La Historia es una novela que ha sido; la novela es una Historia que podría haber sido”. Esta conocida frase se encuentra en el Diario de los hermanos Goncourt.
La frontera entre la realidad y la ficción es porosa, y algunos personajes de ficción, de tinta y papel, tienen tanta o incluso mayor importancia en mi vida que otros personajes que aún viven o han existido realmente.
La Revolución Francesa, por ejemplo, es Robespierre, pero también es el Lantenac de Víctor Hugo; es Danton, pero también es el Évariste Gamelin de Anatole France; es el pintor David, pero también es el Francois-Élie Corentin de Pierre Michon. En eso, imagino, se centrará nuestra discusión: en la porosidad de la frontera entre lo real y la ficción”, dice.
SIGUE EN PÁGINA 40 la guillotina Formado en derecho y filología, Désérable cree que “la literatura es epífita, como se dice de las plantas que crecen sobre otras plantas: los libros también son epífitos, crecen sobre otros libros, echan raíces en una materia ya existente y fértil”. De este modo, reconoce deudas con autores que admira, como Albert Cohen, Romain Gary, Pierre Michon, Jean-Philippe Toussaint, Jean Echenoz y Nicolas Bouvier. “Misinfluencias provienen esencialmente de la literatura francófona”, comenta.
La Revolución Francesa es un hito universalmente conocido. ¿Qué lo impulsó a volver sobre ella? En el origen de este texto hay una fascinación, no por el Terror, ni siquiera por la Revolución, sino por lo que uno puede pensar en la inminencia de la muerte.
Todo partió de esta frase dirigida al verdugo y pronunciada en el cadalso por Danton: “Muestra mi cabeza al pueblo, lo vale”. Me intrigaba desde hacía varios años: ¿ Qué habría dicho yo frentea la guillotina, después de ver caer, una tras otra, las cabezas de mis amigos en la cesta de Sanson? Al principio escribí este texto sobre Danton en primera persona, tratando de imaginar lo que podía pasar por su mente en el trayecto, en la carreta, desde la Conciergerie hasta la Plaza de la Revolución.
Luego intenté captar los últimos estertores de vida en algunos hombres y mujeres que experimentaron “el rápido soplo de aire fresco en la nuca”. Así que Tu montreras ma téte au peuple, en su origen, no pretendía interrogar una época, sino únicamente un estado mental. ¿Cómo trabajó las distintas perspectivas? No es un libro sobre la Revolución, sino sobre el Terror, sobre la Revolución desde el punto de vista de quienes están a punto de dejar su cabeza en la cesta del verdugo. La protagonista de este libro es la guillotina. Y la guillotina se cobró la vida de personas tan diferentes como María Antonieta y CharloMuestra mi Cabeza al Pueblo Francois-Henri Désérable Cabaret Voltaire tte Corday, Robespierre o Danton. Para ser lo más preciso posible, me documenté mucho, muchísimo. María Antonieta es casi una figura de la cultura pop, a menudo retratada como frívola.
En su libro, sin embargo, la muetra como una figura caída y frágil, que suscita la empatía del lector. ¿Por qué esa elección? María Antonieta fue frívola eirresponsable casi toda su vida, gastando fortunas para su placer. Pero desde el momento en quese encuentra en prisión, despojada de todo — de sus títulos, de su fortuna, y pronto privada de sus hijos— se revela su grandeza. La última carta que dirige a sus hijos es conmovedora.
Danton dijo aquellas palabras después de ver caer las cabezas de sus amigos, algunos de los cuales se estremecieron al enfrentar su muerte. ¿Cómo ve la actitud de Danton? Si Danton hubiera permanecido en silencio en el cadalso, tal vez nunca habría escrito este libro.
Shakespeare hace decir en algún lugar a uno de sus personajes que “el crimen, aunque carezca de palabras, se expresa con una maravillosa elocuencia”. En las última palabras de Danton (“muestra mi cabeza al pueblo, lo vale”), veo un desafío lanzado a la muerte, un triunfo del lenguaje sobre la elocuencia sin palabras.
A diferencia del relato dedicado a él y narrado en primera persona, el de Robespierre, el modelo de virtud, es contado por un soldado que ofrece un retrato implacable. ¿Empatiza menos con Robespierre? Robespierre fue el amigo de infancia de Camille Desmoulins. Fue su testigo de boda. Era el padrino de su hijo.
Y, sin embargo, cuando quiso librar a la República de “la facción de los indulgentes”, cuando tuvo que firmar el acta de acusación que debía enviar a Danton y a Desmoulins al cadalso, su mano no tembló. Robespierre era un ser frío, calculador, insensible. No tengo ninguna empatía por él. No podía escribir ese relato en primera persona. Este relato concluye con una gran frase: “La Historia balbucea, da golpesal vacío y, a veces, al nutrirse de esas lagunas, lo que triunfa es la leyenda. ” ¿ Qué sentido tiene para usted como escritor? Lo que llamamos Historia no es más que la suma de los relatos que se hacen de ciertos acontecimientos. La Historia es cambiante, no tiene nada de fijo. La literatura está ahí para fecundar la Historia. ¿Cómo logra armonizar la libertad creativa y la fidelidad histórica? Como un equilibrista, intentando mantener el equilibrio sin caer de un lado ni del otro.
El libro incluye un célebre epígrafe de Historia de dos ciudades, de Charles Dickens: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos”. ¿En qué sentido la Revolución Francesa lo fue para usted? Ah, sí, es exactamente eso.
Por un lado, la abolición de los privilegios, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la consagración del lema de la República —libertad, igualdad, fraternidad—, la separación de poderes, la libertad de opinión, la libertad de prensa; y, por otro, la guillotina, el Terror. La mejor de las épocas y la peor de las épocas: no se podría haber dicho mejor. O