Valdés y Amor, las discriminadas
Hugo Herrera Prof.
Titular Derecho UDP - YAA 'na de las diferencias fundamentales entre las democracias maduras, y los sistemas políticos más precarios, es que las primeras cuentan con una administración pública fuerte, dotada de un ethos propio y, especialmente, de una carrera profesional que privilegia la excelencia por sobre la pertenencia política. Una burocracia así facilita no sólo el cumplimiento de las tareas del gobierno y el Estado. Además, brinda continuidad a las políticas públicas, lo cual resulta especialmente importante en asuntos de largo aliento. Permite, asimismo, que los funcionarios públicos profundicen sus conocimientos sobre la operación del Estado, produciendo así un cuerpo de especiali: tas bien preparado para cumplirsus tareas. La burocracia profesional expulsa del Estado el “amiguismo” y la corrupción encubierta que representa la provisión de cargos técnicos por parte de operadores políticos.
En fin, una burocracia profesional fuerte, independiente y dotada de un ethos funcionario vigoroso, es un factor decisivo en la división del poder social al interior del Estado, pues es un contrapoder al poder que ejercen los partidos políti COS.
En democracias maduras, cambia el signo del gobierno y son apenas unas decenas de funcionarios a entregarle su cargo (como parte del equipo de la representación chilena ante la OCDE) a un dirigente político, Diego Vela (cercano al cuestionado Giorgio Jackson), que se quedó cesante porque se le acabó su partido político: Revolución Democrática. No es tiempo de sacar conclusiones aún. Pero de volverse persistente esa actitud, el gobierno estaría (políticos) los que cam- “De volverse dando una pésima señal bian.
El resto, los que persistente esa política, a saber: que le son necesarios realmenimporta más someter al te para cumplir las comactitud, el gobierno aparato estatal o dar traplejas tareas de Estado, €Staría dando uma bajoalos amigos, que el con continuidad y capacidad, permanece. El actual gobierno ha dado señales preocupantes de que parece interesarle someter a control político, bajo una especie de bozal partidista, a esa burocracia. Isabel Amor, elegida por Alta Dirección Pública, fue expulsada de su cargo apenas asumida, sin razones fehacientes más que el ser hija de un condenado en una causa por derechos humanos. Ahora nos enteramos de que Rocío Valdés, una profesional altamente competente, fue forzada política”. Pésima señal interés superior de la nación. Que prefiere avanzar en el dominio directo de la administración pública, sea por amiguismo barato, sea por un estreñido afán de control, nada democrático ni tolerante. Que está dispuesto a pasar por alto los sistemas que pretenden cuidar la honestidad y capacidad de los funcionarios y la limpieza en los procesos de nombramiento. Todo eso antes de velar porque Chile cuente de una vez con una burocracia a la altura de las exigencias de la época presente.